Ascensión [9]

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Te has decidido. El Consejo al completo te acompaña hacia fuera del palacio y te lleva a la plaza de la ciudad, donde tendrá lugar tu decisión final, donde se decidirá el destino de Ascensión.

Todo el pueblo ha salido para verte en acción, en todo momento te encuentras rodeada por ellos. Lentamente, avanzas hacia el centro del lugar, marcado por una alta escultura de metal con una forma extremadamente similar a la de La Libertad en el famoso cuadro de Eugène Delacroix.

-¡Traed a Francis!- exclamas haciéndote oír por encima del murmullo.

Unos guardias se abren paso entre la población, llevando a duras penas a un hombre corpulento de pelo oscuro. Te sorprende que tratándose de un preso el acusado tenga un aspecto tan bien cuidado: viste un traje militar de gala azul oscuro con adornos en oro, unos guantes blancos impolutos y unos zapatos magníficamente cuidados.

Los guardias se sitúan enfrente de la estatua, sujetando a Francis uno por cada brazo, les ordenas que lo suelten y le miras a los ojos, inspirando tranquilidad y serenidad.

Te diriges a tu público, quien te mira con asombro y admiración.

-Gente de Ascensión, hace un tiempo Francis, aquí presente, me amenazó, juró vengarse de mí, y ahora nos hemos reunido para ponerle fin a esto.

La ciudad entera está a la espera de tu siguiente movimiento. Le diriges al anterior monarca una mirada de tranquilidad.

-Francis escapó de prisión para cumplir su venganza, pero no tenéis nada que temer, mi pueblo, yo quiero lo mejor para todos vosotros, y por tanto no pienso permitir que mis emociones me nublen el juicio.

Los habitantes de la ciudad están totalmente sorprendidos, ¿estás dándolo todo por ellos? ¿Eres tan buen monarca como para sacrificar tu seguridad por el bien mayor?

-Por todo ello, Francis- Hablas lentamente, acercándote poco a poco al anterior rey, hasta estar cara a cara con él. -Yo te perdono, quedas totalmente libre.

El pueblo al completo estalla de la emoción, has conseguido que todos estén de acuerdo por primera vez, aquel acto de misericordia desinteresado es lo que Ascensión necesitaba. ¿Serán capaces a partir de ahora de apartar sus diferencias?

Te alejas de Francis y te diriges a tu pueblo, quieres estar cerca de él. Mientras, una sonrisa maléfica se dibuja en el rostro del anterior monarca, y este, con un rápido movimiento, le arrebata el arma a uno de los guardias, una espada ropera, con la que te amenaza.

-Lo sabía- dice cargando de maldad todas sus palabras. -Sabía que eras demasiado débil. Un rey así es totalmente incapaz de mantener a su pueblo unido.

Aquello os pilla por sorpresa a todos, sin un segundo que perder, los guardias se disponen a defenderte, mientras que el resto de los habitantes te abren un camino, ayudándote a escapar.

Por desgracia, no es suficiente para parar a Francis, quien, sin dañar a nadie, consigue deshacerse de todos los obstáculos y empieza a perseguirte.

No tienes nada con lo que hacerle frente, así que corres con todas tus fuerzas. Sin embargo, al llegar al extremo de la plaza del pueblo descubres, angustiada, que no hay ningún lugar al que ir. La ciudad llega a su límite en aquel lugar, solo una valla de metal dorado te separa de una caída desde el cielo hacia la tierra, y Francis te separa del resto de tu gente.

-Adios, Mi Reina.

El anterior monarca pega una estocada, intentas esquivarla, pero te rasga el uniforme a la altura del torso. Estás herida. Intentas incorporarte, pero tu rival ataca otra vez y pierdes el equilibrio intentando evitar el mortal golpe. Tras un angustiado segundo, descubres que la valla no era lo suficientemente alta como para evitar que te cayeras. Miras hacia abajo para comprobar que, efectivamente, estás cayendo hacia el vacío.

Comienzas a llorar, pero extrañamente no son lágrimas de tristeza, si no de alegría. Vale que ibas a morir, pero no en vano. El pueblo de Ascensión parecía conforme con tu última decisión, y a juzgar por lo que Francis acababa de hacer, los habitantes seguramente renegaría de él, así que, técnicamente, en un último momento habías conseguido salvar a la ciudad, a partir de ahora podían progresar, unidos por fin. Gracias a ti.

Aquello te da bastante tranquilidad, no esta nada mal para alguien que ni siquiera sabía como había llegado allí.

Te dispones, por fin, a cerrar los ojos, alojando en tu mente un último pensamiento...

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Recuerdo todo lo que he vivido. Avanza a Pasado [1]

Pienso en lo que me queda por vivir. Avanza a Futuro [1]

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Maldición Onírica -Elige tu propia aventura-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora