Soledad [1]

21 4 7
                                    

Abres los ojos. No sabías que esperar al abrirlos, pero desde luego lo que viste no tenía ni punto de comparación con cualquier cosa que pudieras imaginar. Era todo tan ¿abstracto? ¿Es siquiera esa palabra una adecuada para definir cualquier cosa? No tenías ni idea de qué estabas visualizando, pero lo cierto es que te recordó a los típicos cuadros que se podían ver en cualquier museo, aquellos que tanto te frustraban porque no eras capaz de encontrarle un sentido que debía de estar ahí, a simple vista escondido...

Era como si todo estuviera oscuro y elementos extraños de distintas formas y tamaños estuvieran dibujándose y borrándose de tu mente. Creciendo, menguando, expandiéndose... todo estaba ahí, ocupando el mismo espacio físico, solapándose una construcción con otra, todo estaba ahí... y a la vez, nada parecía estarlo. Varios elementos superpuestos, ocupando el mismo espacio y ninguno simultáneamente. Todo podía ser, pero nada estaba siendo.

Te levantas, sosteniéndote la cabeza, parece que te va a explotar. Intentas dar un paso al frente pero tropiezas, curiosamente, sientes cómo tu movimiento ha creado una modificación en el terreno, ¿es posible que sea...? Sí, definitivamente parece una escalera que desciende, no sabes cuánto, bajo este extraño territorio.

Literalmente no tienes ninguna otra opción, así que decides que lo mejor es empezar a descender la escalera, quizás así por fin puedas descubrir dónde has despertado y por qué no estás en el mismo sitio que donde recuerdas haberte dormido...

Llevas... ¿horas quizás? bajando la escalera. El tiempo parece más relativo que de costumbre, como si todo el rato que has empleado en bajar no hubiera pasado realmente. El ambiente se nota como paralizado por algún motivo. Notas una sensación que te recuerda a la estática de un televisor antiguo, tratando en vano de sintonizar alguna emisora. Quizás sea eso lo que ocurra.

Sigues bajando, no estás cansada y eso te preocupa, definitivamente sientes como que siempre has estado bajando el mismo escalón, sientes un impulso de dar la vuelta, pero te da miedo, miedo a reconocer que no has avanzado nada, miedo a darte cuenta de que nada de lo que has hecho ha servido para nada, miedo a reconocer que estás, efectivamente, atrapada.

Otra vez ese dichoso escalón. Maldita sea, quieres avanzar, ¿por qué no estás llegando a ningún sitio? Las escaleras deberían llegar a algún sitio, ¿para qué iban a ser construidas si no? A no ser... Una extraña idea se te aloja en la cabeza, sabes que es totalmente descabellada y que no tiene sentido, pero por alguna razón, tienes la sensación de que estás en lo cierto. ¿Y si nadie ha construido esa escalera? ¿Y si la has creado tú con tu deseo de avanzar? Piénsalo, tiene sentido, ¿no? Te levantaste desesperada por andar, desesperada por avanzar. Y eso es lo que has estado haciendo. No querías llegar a ninguna parte, no sabías a dónde podrías llegar, simplemente querías avanzar y el terreno cambió para cumplir tus deseos. ¿Serás capaz de hacerle cambiar otra vez?

El tiempo pasa, o al menos lo haría si hubiera un tiempo que pasar. Has estado dándole vueltas a tus pensamientos desde hace rato. Te cansaste de avanzar y decidiste sentarte en el dichoso escalón. Has deseado y pedido de todo, pero no eres capaz de hacer que el mundo se altere para ti, no sabes cómo lo conseguiste la primera vez, pero está claro que no va a volver a pasar. Derrotada y perdida, no puedes evitar echarte a llorar.

-¡Está bien! - gritas, rota por dentro. -¡Me rindo! Tú ganas. Me rindo...

-No está bien rendirse tan pronto- te susurra una voz a tu lado.

No puedes evitar levantar la cabeza, sobresaltada y un poco asustada y compruebas, con asombro, que la voz proviene de una joven que te mira con curiosidad. La chica lleva el cabello rubio corto, con una coleta sobresaliendo del lado derecho de su rostro, tiene unos ojos azules y muy fríos, varios pendientes en cada oreja y una sonrisa amigable. Lo que más te llama la atención es su ropa: camiseta rosa corta que deja el ombligo a descubierto, cazadora de cuero negra, pantalones de cuero ajustados y converses blancas.

-No te preocupes- te repite. -Hace un tiempo yo estuve como tú, no tienes de qué preocuparte. Pronto aprenderás a controlarlo.

Tienes muchas preguntas en mente, no sabes exactamente qué decir, así que le preguntas lo primero que eres capaz de articular.

-¿Quién...? ¿Quién eres?

-¡Ay!- exclama la joven. -Que torpe, no me había presentado. Soy Natasha. He tenido que darte un susto de muerte, lo siento.

La chica te tiende su mano y te ayuda a levantarte del escalón. Todavía sigues boquiabierta.

-¿Cómo has aparecido aquí?- Consigues preguntar por fin. -Hace un momento no había nadie. ¿Cómo has llegado?

-Fácil. Escuché tu lamento y aparecí aquí a tu lado.

-¿Por qué?

-Porque tengo oídos, supongo- contesta Natasha sonriendo.

Esto es serio, ¿cómo puede bromear en un momento así? No estás de humor para bromas, pero lo cierto es que no quieres quedarte otra vez sola y sin saber qué hacer.

-Me refiero...

-Te refieres- te corta. -A por qué decidí aparecer.

Asientes con la cabeza.

-Como te he dicho, yo estuve como tú hace tiempo, desde entonces me propuse no dejar que nadie vagara solo por estos territorios. Empiezan a ser lugares peliagudos... impredecibles. Oscuros.

Natasha parece meterse dentro de sus pensamientos, con la mirada fija en su interior. Notas como el ambiente comienza a oscurecerse levemente y a notar frío por todas las extremidades.

-Natasha- la llamas. Natasha oye, ¿estás bien?

-¿Cómo?- Reacciona. -Sí... Sí, estoy bien, disculpa. Creo que deberíamos irnos de aquí.

-¿Irnos a dónde? ¿Y cómo vamos a hacer eso precisamente? ¿Qué es exactamente este sitio?

Natasha se pone alerta, mirando a todas partes. Aquello te preocupa y te hace estremecerte.

-No creo que tenga tiempo para hacerte una explicación detallada. Pero sé dónde puedes conseguir una. ¿Quieres que te acerque?

Tienes miedo de quedarte allí, con gusto le habrías dicho que sí sin pensarlo dos veces. Pero lo cierto es que todo parece demasiado ¿conveniente? ¿Gritas auxilio y de pronto te aparece tu salvadora? No estás segura de que el mundo funcione así y mucho menos ese mundo. Sea como sea, ¿tienes realmente alguna alternativa?

------------

Voy a quedarme aquí. Avanza a Soledad [2]

Me voy con Natasha. Avanza a Soledad [3]

------------

Maldición Onírica -Elige tu propia aventura-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora