Compañía [1]

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Poco a poco tus ojos se van haciendo a la luz y, perezosamente, comienzas a tener consciencia de lo que está sucediendo.

Notas el suave tacto de la hierba bajo ti, acolchado, bailando al son del viento puro del lugar. El inconfundible olor a agua salada inunda tus fosas nasales. ¿Dónde te encontrabas?

Estás extremadamente cómoda en tu lecho silvestre, pero decides que ya es hora de investigar un poco. Poco a poco comienzas a incorporarte.

Notas como el terreno se eleva delante de ti. A juzgar por toda la información aportada por tus sentidos, jurarías que te encuentras en un acantilado. No hay rastro de la casa de tu antiguo dueño; tampoco parece que te haya seguido. Es extraño, ¿cómo habrá podido Elizabeth llevarte hasta allí? Un rápido pensamiento se aloja en tu mente, perturbándote al instánte. ¿Dónde está Elizabeth?

Decidida a encontrarla, buscas desesperadamente por todas partes. No ha podido ir muy lejos, no ha podido abandonarte allí. ¿Verdad?

Sin tiempo que perder, comienzas a subir el acantilado. Conforme avanzas, notas como el viento se va haciendo más fuerte, más salvaje. Aquello no te da buenas vibraciones.

Al cabo de un rato, agotada y sin aliento, llegas a la cima. Te encuentras una figura mirando el horizonte, totalmente imperturbable. Aquella sensación de falsa tranquilidad comienza a preocuparte.

Te acercas a la figura, con cada paso que das más te suena aquella persona. Se parecía a... ¿Elizabeth? No. No puede ser, ¿verdad? Aquella chica parecía mucho más joven, dirías que más o menos tendría tu edad. Elizabeth era muy diferente en ese sentido... y sin embargo...

Llegas hasta ella, sorprendida. Sin que ninguna de las dos dirija la palabra, te sientas a su lado, en la cima del acantilado azotado por el viento. Una rara sensación invade tu cuerpo.

-Yo...- dice la chica. -Recuerdo... lo que recuerdo...

No sabes a qué se refiere. Le miras el rostro en busca de respuestas, pero la joven no despierta sensación alguna. Consigues mirarle a los ojos y compruebas que ahora están completamente pálidos. Sin embargo, no despierta miedo en ti, si no más bien una extraña sensación de melancolía, tristeza...

-¿Cuánto tiempo?- te pregunta.

No sabes qué responder. ¿Cuánto tiempo llevabais allí? ¿Cómo ibas a saberlo si estabas inconsciente?

-Dime, ¿cuánto tiempo llevo soñando?

-¿Qué? Elizabeth yo no... No sé a qué te refieres.

-¿Cómo? ¿Es que no lo ves?

-¿Ver qué exactamente?

-Esto, Carrie.

La joven extiende los brazos hacia el horizonte. Hacia el mar. Hacia todo.

-¿El mar?- te sientes estúpida, pero aún así lo preguntas. Tu amiga esboza una sonrisa.

-No. Las posibilidades.

-Elizabeth, ¿de qué estás hablando? Venga, tenemos que irnos. ¿Y si vuelven a por nosotras?

-No van a volver.

-¿Cómo estás tan segura?

-Ya no están. Nos hemos ido. Hemos saltado.

No sabes cómo continuar la conversación. Decides permanecer callada, pensando en qué puede significar todo eso. Pensando cómo puedes ayudar a tu amiga.

-Dime, ¿cuánto tiempo llevo soñando?- te repite.

-Elizabeth, soy yo la que estaba durmiendo. No tú.

-Las dos estábamos dormidas. Las dos aún lo estamos. ¿No lo sentiste al escapar de allí?

-¿Sentir qué?

Comienzas a exasperarte. Elizabeth parece como ida y no parece que puedas hacer nada para traerla de vuelta.

-La desconexión, Carrie. Cuando te saqué de allí yo sentí... no sé. Sentí que estaba caminando hacia una zona no programada. Saliendo de los límites de lo que tenía permitido hacer.

Tu amiga te mira, esperando una respuesta que no eres capaz de formular. Al cabo de un rato la joven vuelve a fijar la vista en el horizonte y continúa hablando.

-Se suponía que yo debía quedarme allí. Pero llegaste tú y lo cambiaste todo. Tú visita simplemente no estaba planeada, el sueño tuvo que actualizarse, pero no fue suficiente. Conseguimos irnos.

-¿De qué sueño estás hablando?

-De ese. De este. De todo lo que has vivido y de todo lo que he vivido yo. Desde hace tiempo nada tiene sentido, ¿verdad? Y sin embargo, parece tan real... Sí. Tan real...

Te planteas todo lo que Elizabeth está diciendo. Piensas en Ascensión, en la casa medieval. En cómo habías ido de un lugar a otro. Es cierto, no tenía sentido. A no ser...

-¿Crees que todo esto es un sueño?- le preguntas.

-No lo creo. Lo sé. Al salir de ese lugar horrible... mis recuerdos simplemente se desbloquearon. Antes pensaba que solo era un personaje más, destinado a realizar mi función en la obra. Ahora recuerdo lo que estaba haciendo antes de dormir. Tengo que volver, sea como sea.

-¿Por eso estamos aquí?

-No. Esto es solo el sueño de alguien más. O quizás es mi siguiente sueño. Sea como sea, noto como nos vamos acercando al estrato más interno de este mundo de pesadilla. ¿No lo notas? El poder crece... todo es tan... abstracto. Cambiante. Posible. Miedo.

La expresión de Elizabeth se endurece. Te asustas.

-¿Miedo?- preguntas.

-Sí. Los sueños son preocupaciones propias. Conforme nos acercamos más al interior, los sueños van perdiendo sentido. Son abstractos, representan ideas. Asustan.

Justo cuando vas a contestarle, escucháis un ruido en la lejanía, sordo como un petardo.

-Ya está aquí. El viaje acaba.

-¿A qué te refieres?

-No estoy aquí porque no sepa avanzar al siguiente sueño, Carrie. Estoy aquí haciendo tiempo hasta que el mundo se regule solo, hasta que me lleve a otro como el anterior, otra obra en la que participar, sin saber que estoy estudiando para ella.

-¿No querías irte?

-Al principio sí- asiente. -Luego vi que era demasiado para mí. Enfrentarse a mis miedos... ja... no podría soportarlo. Prefería perder esta "omnisciencia", prefiero la ignorancia. Así que me quedé aquí esperando a que todo se arreglara solo. Espero que no me culpes por ello.

Al principio estas muy enfadada, ¿cómo puede ser que prefiera volver a vivir esas situaciones tan horribles? Luego lo piensas y lo ves. Piensas en tus propios demonios e inquietudes. Tú también preferirías evitarlos. Harías cualquier cosa por ello. Has hecho cualquier cosa por ello.

El ruido sordo cada vez es más cercano. Elizabeth se levanta, preparándose para cuando esté aquí.

-Voy a sacarte de aquí- le dices. -No sé cómo, pero llegaré al interior. Lucharé con mis demonios. Luego te buscaré en todos los sueños posibles hasta que te encuentre.

-No hace falta que luches, Carrie. Créeme. Las jaulas tienen sus ventajas. Protegen. Ven conmigo, desempeñemos la misma obra...

Notas como el mundo a tu alrededor comienza a cambiar. Sea lo que fuera ese ruido, cada vez está más cerca. Pronto no habrá nada que hacer. Si vas a decidir algo, ahora es el momento. ¿El pájaro o la jaula?

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Quiero desempeñar un papel en la obra. Avanza a Compañía [2]

Quiero escribir la obra. Avanza a Compañía [3]

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Maldición Onírica -Elige tu propia aventura-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora