No tienes tiempo para decidir. Instintivamente te echas al suelo para escapar del ataque de la bestia, que corre hacia ti a una velocidad sobrenatural.
Tu precaria estrategia parece funcionar, el ataque del animal pasa de largo, pero desde el suelo no hay mucho que puedas hacer para ganar esta pelea, te paras a pensar en lo que los diarios decían de estas criaturas... Si tan solo tuvieras algunos ajos para hacer retroceder al enemigo.
El animal se incorpora con rapidez y te busca por toda la habitación, no tarda en encontrarte tirada en el suelo boca abajo. Te ataca pegando un puñetazo hacia abajo.
Con gran velocidad ruedas hacia la derecha, evitando el golpe. De momento has sobrevivido, pero hay que encontrar una forma de contraatacar o todo habrá sido en vano.
La criatura se acerca a ti, pero tú escapas gateando rápidamente, sin poder siquiera levantarte. Consigues evitar a tu agresor durante un tiempo, pero acaba por agarrarte la pierna derecha, inmovilizándote. Dominada por el pánico comienzas a pegarle patadas con la pierna libre, intentando que te suelte, pero lo único que consigues es enfurecer todavía más al vampiro, que te sujeta de la pierna con fuerza y te lanza a la otra punta de la habitación de un solo movimiento.
La pared es lo único que consigue pararte. Incapaz de moverte, caes al suelo con un ruido sordo. Notas un dolor intenso en las costillas, no te extraña que se te haya roto alguna con el golpe.
Estás tumbada en el suelo, indefensa, la criatura avanza hacia ti en perfectas condiciones, todo parece perdido... Sin embargo, en esa parte de la habitación tienes acceso a algo que antes no podías alcanzar: ajos. Una ristra de ajos parece haberse caído del alto techo con el golpe, quizás puedas salvarte...
Esperas a que la criatura se acerque a tu lo más posible. El animal prepara la garra para golpear, sin tiempo que perder, aprovechas ese momento para envolverle la muñeca con la ristra de ajos. La criatura comienza a humear al contacto con la hortaliza, retrocede y comienza a aullar y lloriquear.
Te incorporas como puedes mientras que el animal se retuerce en el suelo, humeante. Te levantas y avanzas poco a poco hacia él. Mientras avanzas, recoges una estaca de madera de una de las mesas de trabajo.
Te agachas junto a la bestia, que te mira con ojos llorosos de color rojo intenso, parece que la criatura sabe que su final se acerca, en su rostro notas algo distinto... ¿humanidad tal vez? No sabes por qué, pero comienzas a reconfortar a la bestia, acariciándola. El vampiro se calma. Fuera de peligro, le desatas la ristra de ajos.
La criatura te mira con esperanza y melancolía, aquello te incomoda. ¿Alguna vez esa bestia ha sido alguien como tú? Triste, clava sus ojos en tu arma de madera, y después te mira firmemente a los ojos. ¿Te está pidiendo... que la salves de su condena? ¿Te está pidiendo misericordia?
Piensas en todo lo que ha tenido que pasar la pobre criatura, condenada a vivir para siempre, sin poder controlar sus instintos. Nadie merecía eso.
Te tiembla la mano, pero llevas la estaca hacia el corazón del animal, quien lanza un último aullido, probablemente para avisar a los de su especie para que no se acercaran, ya no había ningún motivo para atacarte.
Dudas un momento, la criatura lo nota y decide ayudarte, pone sus manos sobre las tuyas, y juntos hacéis fuerza contra la estaca... el vampiro te mira con gratitud y acto seguido se desvanece en una nube de polvo brillante.
Exhausta, te dejas caer contra el suelo de madera una vez más. Aquello ha sido demasiado. Sabes que no puedes quedarte en esa casa mucho tiempo más, pero eso ahora no te importa. Las emociones y el dolor pueden contigo, es tan duro soportarlo que no puedes evitar perder el conocimiento...
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Avanza a Renacimiento [1]
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Maldición Onírica -Elige tu propia aventura-
FantasySe dice que los sueños muestran nuestras preocupaciones más íntimas. Cuenta una leyenda que grandes preocupaciones conducen a un mundo de los sueños del que es muy difícil despertar, tanto, que hay quien incluso afirma que es posible quedarse atrapa...