Te acercas a la enfermera y el soldado, temblorosa y con dificultades para respirar debido a la magnitud del problema y todo lo que puede implicar. Esperas no derrumbarte o entonces todo el esfuerzo que puedas hacer no serviría para nada, no puedes permitirte que algo así suceda. Primero curas a los heridos y luego el colapso nervioso.
-Son muchos heridos, Carrie...- te dice tristemente la enfermera.
-Por favor, confiamos en vosotras- contesta el soldado. -El número de soldados que salgan de aquí decidirá el curso de la guerra.
-Pasadlos adentro- contestas con una seguridad que no sabes de dónde ha salido. -Vamos a hacer todo lo posible.
Un momento más tarde, soldados y soldados iban entrando y saliendo, llevando a sus camaradas heridos. No sabes cuantos son, no quieres contarlos, solo esperas que puedas curarlos. Todo aquello era un sueño, ¿verdad? Si tan solo pudieras modificar el sueño a tu antojo, cambiar pequeñas cosas, una herida de bala, una hemorragia; cualquier cosa. Merecía la pena intentarlo...
-Ve trayéndolos a la sala contigua- dices a tu compañera. -Yo voy curándolos, tengo un plan.
Sin tiempo que perder, te diriges al roto de la lona de la pared y pasas a la sala de al lado, más despejada. Te sentías más cómoda ahí, te ayudaba a respirar, sentirte aliviada. Si puedes controlar el sueño en alguna parte, sería allí, no tienes ninguna duda.
La enfermera hace lo que le pides. Con ayuda de unos pocos soldados que se quedaron a ayudar, van pasando a sus compañeros heridos, uno por uno. Tú, con el destino de esas personas en las manos, no te dejas controlar por el pánico. Pones las manos frente a la herida, concentras tus energías y piensas en que es un sueño, es maleable, puedes modificarlo, salvar a toda esa gente y hacer que la guerra acabe de una vez.
Todos estos pensamientos te llenan de renovadas energías, así eres capaz de ir curando a los soldados, uno por uno. La enfermera no es capaz de creerlo, ¡eres increíble, Carrie! ¿Cuándo te hiciste tan fuerte?
Sufres, te sientes agotada, pero no importa, ves a los soldados levantándose y reunirse con su pelotón. Cada vez más, cada vez en mejores condiciones. Ya puedes imaginar a las tropas llegando hacia la victoria. Estás feliz. Y muy cansada...
El tiempo pasa y tu ritmo de curación se hace cada vez más lento. Soldados y soldados siguen saliendo con renovadas energías, pero hay otros muchos esperando a ser atendidos. Tus fuerzas flaquean y, aunque tu espíritu permanece infranqueable, no te ves físicamente capaz de poder aguantar mucho más tiempo. La otra enfermera ha empezado a tratar también a los soldados. La mayoría van a vivir, eso no te preocupa, pero no se recuperan tan rápido como los que tú estás curando, no pueden combatir todavía.
Un sudor frío recorre todo tu cuerpo. Te tiembla todo. Has curado a tantos soldados que ya no sabes ni cuantos quedan esperando tu ayuda, esperas que sean pocos, estás agotada, no puedes más.
De pronto llega un soldado más, parece muy herido, más incluso que el resto. Va a necesitar más cuidado, más energía. Una energía de la que no crees disponer.
No dejas que eso te pare y, sin tiempo que perder, llevas tus manos a las heridas del soldado. Pero no ocurre nada. Cuanto más te esfuerzas, peor te encuentras: te está empezando a subir la fiebre y notas todos los músculos de tu cuerpo entumecidos. Lo intentas otra vez más. Sueltas un grito ahogado lleno de dolor. Mientras tu visión se nubla, puedes ver a la enfermera corriendo hacia ti.
-Carrie, ¿estás bien? Por favor, tienes que parar lo que estás haciendo. Encontraremos una forma de curarlos, pero tienes que parar, si te perdiéramos a ti...
-No- respondes con un hilo de voz. -Tengo que seguir... la guerra...
-No hay nada que puedas hacer en estas condiciones. Tienes que parar.
-Yo... no puedo- dices sollozando. -Él. Va a morir. Está muy débil, si no hago algo... esto es culpa mía... va a morir. Va a morir.
Te arrastras de vuelta al soldado herido. Notas su pulso muy leve. Tienes que hacer algo... ¿pero qué? Ya lo has comprobado, te lo ha dicho la enfermera y, por mucho que pretendas negarlo, tiene razón. No estás en condiciones, no vas a poder hacer nada si no descansas... ¿Merecería la pena intentarlo otra vez más?
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Una vez más. No puedo rendirme. Avanza a Despertar [4]
Lo siento. No puedo hacer nada más. Avanza a Despertar [5]
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Maldición Onírica -Elige tu propia aventura-
FantasiSe dice que los sueños muestran nuestras preocupaciones más íntimas. Cuenta una leyenda que grandes preocupaciones conducen a un mundo de los sueños del que es muy difícil despertar, tanto, que hay quien incluso afirma que es posible quedarse atrapa...