Madurez [1]

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-¿Qué está haciendo ella aquí?- oyes preguntar a un hombre, gritando.

-¡Tuve que traerla! ¿No ves que no podemos seguir así?- contesta una voz femenina.

-¿Y qué pretendes que haga ella? ¡Por Dios, es una niña!

-La necesito, ¿vale? No tenía opción...

-Espero que sepas lo que estás haciendo. Todos lo esperamos. No nos defraudes.

Escuchas los pasos del hombre y lo que parece una puerta automática cerrándose, intuyes que se acaba de ir. La mujer se queda en silencio, sollozando.

Tu cerebro está como nublado. Recuerdas haber saltado a otro sueño, te preocupa lo que tengas que llegar a hacer para poder avanzar una vez más, pero de momento tienes inquietudes más importantes. ¿Dónde habías aparecido? ¿Estarían hablando de ti esos dos? Y si fuera así... ¿cómo sabían que ibas a llegar a allí? ¿Te han traído ellos o has venido tú?

Poco a poco comienzas a recobrar el control de tu cuerpo, ya vas acostumbrándote a saltar entre sueños. Notas un ambiente extremadamente cargado y sucio, insalubre. Como si el solo respirar o permanecer en esa estancia estuviera acabando lentamente contigo.

Intuyes que estás en una especie de sofá, bastante estropeado y demacrado por el tiempo. Te giras para echar un vistazo a la habitación y confirmas tus sospechas: está hecha un asco. Pero no es como si no se preocuparan por mantenerla en buenas condiciones, no, es más como si no hubiera nada que hacer. Estés donde estés, parece que no es un buen lugar, no es sano. Aquello te produce una cierta tristeza empática y melancólica.

-No sabía qué más hacer- dice tristemente la mujer.

La miras, sorprendida, y descubres que te está mirando a ti. Estudias su rostro en busca de algo que te pueda ayudar a saber quién es. Notas una sensación familiar, ¿conoces ese rostro? No, es imposible. ¿Los sueños pueden hacer eso?

La mujer se levanta, muy lentamente, de la silla en la que se encontraba. Agarra un bastón cercano y comienza a acercarse a ti. Notas las condiciones tan malas en las que se encuentra: totalmente envejecida, indefensa, con ropa hecha jirones en pésimas condiciones. A juzgar por la sala, que parece su puesto de trabajo, te parece increíble que una mujer como esa sea capaz de desempeñar alguna labor. Es una pena.

-Yo... ya no sabía que hacer...- repite la señora, sentándose contigo en el sofá. -No quería que cargaras con más peso, cariño, pero era la última opción que me quedaba.

-¿A que se refiere?- preguntas, dubitativa.

-Oh por favor, no seas tan formal, querida, no me lo merezco- contesta melancólicamente.

Aquello te extraña un poco, pero no te importa, sigues intentando sacarle información.

-¿Dónde estoy? ¿Dónde me has traído?

-A mi casa. O al menos la única que tengo ya. Bienvenida a mi búnker, querida, soy la capitana de este lugar y de todos los que aquí quedan malviviendo. A su servicio, Carrie Gardner.

No puede ser. Te quedas petrificada. ¿Has oído bien? ¿Ese era su nombre? ¿Se llama como tú? ¿Acaso eres... eres tú?

La mujer te sonríe y te agarra la mano entre las suyas. Notas el tacto tranquilizador. Te acaricia como tú misma te haces cuando estás sola y nerviosa.

-¿Qué clase de sueño es este? ¿Cómo es posible?- preguntas.

-Todo es posible en este mundo, querida. Ya deberías saberlo.

-No sabía que... podría estar conmigo, con otra... yo. ¿Cómo puede ser?

-¿Quién entiende los sueños?

-¡Yo los entendía!- dices, superada por la situación. -Pensé que los entendía. Simplemente mezclaban gente real y gente programada. Sucesos previamente planificados pero con base real, ¿no?

La mujer vuelve a levantarse, lenta y pausadamente, sonriendo irónicamente.

-Quién sabe lo que es real... ¿Quién decide eso? ¿Eres tú más real que una de esas personas "programadas"? ¿Lo soy yo? ¿Quién es la "programada"? ¿Tú? ¿Yo? Todo es real a su manera, querida... es algo que por desgracia aprendí hace mucho.

Decides que esa conversación ha llegado a punto muerto. La señora no deja de decir nada más que tonterías sin sentido. Si quieres sacar información, va a haber que buscar por otro camino.

-¿Para qué es este búnker?- preguntas.

-Hubo una gran guerra- los ojos de tu versión anciana se perdieron en los recuerdos, absortos. -Nos refugiamos aquí. Intentamos sobrevivir, pero fue imposible. Muchas variables sin controlar, la gente empezó a morir, el búnker empezó a sufrir consecuencias de lo que habíamos hecho. No se podía vivir aquí. No se puede.

La mujer hace una pausa para evitar derrumbarse. Notas cómo quiere mantenerse fuerte. ¿Cuánto tiempo llevará intentando mantener esa imagen?

-Dedicamos todos nuestros esfuerzos a inventar algo que nos permitiera salir, vivir en el exterior. Pero no son más que prototipos. No sabemos si será suficiente y la gente... la gente me temo, está condenada. Por mi culpa.

-¿Qué quieres decir con que es tu culpa? ¿Qué podrías haber hecho tú?

-No es lo que hice, cariño. Si no lo que no hice. Esta gente confiaba en mí. Pensaron que sería lo suficientemente fuerte como para salvarlos. Hubo un momento, hace muchos años, en el que yo también lo pensé. Tonterías de chiquillos, supongo.

La mujer, derrotada, se desploma sobre su silla de trabajo. Con pena, comienza a ojear las cámaras de vigilancia, mirando a todas las personas que aún quedan allí.

-No lo entiendo- dices. -Si tú eres yo, y no supiste cómo salvarlos. ¿Para qué me traes? ¿Por qué me enseñas todo esto?

-Quería que lo vieras. Que lo impidieras.

-¿Cómo? Si nadie más ha sido capaz, ¿por qué iba a poder yo?

-Tienes algo que yo nunca llegué a tener, querida.

Te quedas callada, esperando a que te dé una respuesta más clara.

-Tú eres valiente, mi niña, puedes controlar los sueños, puedes cambiar cosas. Quizás no las que ya han pasado. Pero puedes evitar que ocurran. Puedes controlar los sueños. avanzar entre ellos, saltar, ganar poder y... salvarnos a todos de nosotros mismos.

-¡No puedo salvaros a todos! ¿Sabes la de gente que tiene que haber aquí dentro? Es una locura. Es... un sacrificio.

-Por eso te necesito. Tú eres fuerte, puedes soportarlo... yo en cambio...

-¡En cambio nada! ¿Por qué tengo yo que sufrir por culpa de tus decisiones? ¡Yo no tengo nada que ver con esto! Si quieres solucionar tus problemas, soluciónalos tú misma.

-Carrie por favor- dice sollozando tu versión anciana. -Tú has crecido de una forma que yo ni siquiera fui capaz de imaginar. Tu madurez es lo que siempre quise para mí... con ella podría haber salvado a todos. Por favor, inténtalo...

No te sientes muy cómoda en esta situación. No te fías de aquella mujer. Sea quien sea, no la reconoces como tú misma, inicialmente podríais haber sido la misma persona, pero ambas evolucionasteis de manera distinta, eso es cierto. Puedes intentar salvarla, utilizar el poder que has ido gestando. Pero aun así te parece una locura, ¿salvar a todo el búnker? ¡Es una locura! No tienes tanto poder. Quién sabe si podrás resistirlo... En cualquier caso. ¿Tienes alguna forma de avanzar?

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Voy a usar mi poder. Avanza a Madurez [2]

No puedo hacer eso. Avanza a Madurez [3]

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Maldición Onírica -Elige tu propia aventura-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora