David

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Su tía salió corriendo de la casa con su teléfono, se lo había dejado encima de la mesa y en ese momento sonaba de forma insistente recordándole que había un mundo más allá de esa casa.

Se dirigió al pórtico a recoger el aparato mirando de soslayo al muchacho que temblaba en el jardín.  ¿Y ahora? Ray no había hecho nunca rehenes. La víctima siempre aparecía sin ojos en el lugar donde se había encontrado con él. Pero esa situación era diferente. No tenía tiempo de discutir con Bishop, tenía que haber hablado con ella la noche anterior pero lo había evitado, como siempre.

Lo más probable era que su compañera le llamara para decirle que ya había llegado a Los Valles. Pero... ¿cómo decirle que el asesino que buscaban era un espectro? No quería ni plantearse esa conversación. ¿Mulder y Scully? El carácter científico de Scully no tenía ni punto de comparación con la capacidad fría y calculadora de su compañera. Bishop se limitaría a asentir y, cuando regresara a Downton, se encontraría encima de su mesa un requerimiento para una evaluación mental. Y lo peor era que sabía que no la pasaría.

Cogió el teléfono y reconoció el número entrante como el de Isabella Smith. Se apresuró a contestar e hizo un gesto a John para que se acercara. El joven le miró, extrañado, pero le obedeció.

—Isabella —susurró antes de contestar al teléfono—. Agente Jovovich.

La voz del otro lado no era la de la joven, eso desde luego. Era una voz masculina, con un marcado acento local.

Quiero hablar con el chico —dijo—. Sé que está con usted.

—¿Eres Gary Monroe? —preguntó, sin saber quién más podía ser.

Páseme con John Doe —insistió la voz.

David suspiró y tapó el auricular.

—Mantén la calma —le aconsejó antes de pasar el teléfono—, no hagas tonterías. Sabes que te busca a ti, no a ella.

—Sí —dijo John tragando saliva, se veía que hacía lo posible por mantener el control—. ¿Sí? Sí, soy yo. —David se mordió el labio, deseando escuchar la otra parte de la conversación—. Que no le haga daño, por favor —pidió John—. No, no tengo coche. Tardaré en llegar. —El coche de Isabella estaba aparcado delante de la casa, y David tenía su coche de alquiler, John estaba intentando ganar tiempo—.  Yo no puedo hacer eso. No tengo nada que ver con esos polis. Lo... lo intentaré pero yo... —John frunció el ceño y le devolvió el teléfono—. Ha colgado.

David remarcó el número de Isabelle pero una voz de computadora le avisó de que el número estaba fuera de servicio. Lo había apagado.

—¿Qué te ha dicho? —preguntó.

—Que vaya donde todo empezó y que me deshaga de los policías —dijo, parecía envejecido de golpe—. Dice que Ray está allí. No... no puedo dejar que le haga daño. Aunque... no creo que suicidarme la ayude mucho. No sé qué hacer.

—¿Te ha dado tiempo? —John asintió.

—Me ha dado una hora entera —dijo con una mueca—. No me ha creído con lo del coche. Solo hay una forma de detener a Ray —recordó John.

David asintió. Según M, matar a Gary Monroe llevaría de vuelta al infierno al fantasma de Ray O’Malley. Cogió de nuevo su teléfono y marcó un nuevo número.

—¿Oficina del Sheriff? Soy el agente Jovovich, ayer ordené la custodia y protección de Gary Monroe.

—¿Agente Jovovich? —la voz de Santos desde el otro lado del teléfono le sorprendió—. Tengo malas noticias, ha aparecido el cuerpo de Jacobs. También le faltaban los ojos. ¿Seguro que su chico es un testigo y no un sospechoso?

David frunció el ceño y miró a John. ¿Le faltaban los ojos? Eso no tenía sentido.

—¿Cuándo ha aparecido el cuerpo? ¿Por qué no me han avisado antes?—Eso dificultaba las cosas. Confiaba en que aún tardarán un par de días en encontrar el cadáver y así tendría algo de tiempo para preparar su coartada.

—Ha sido esta mañana. Hemos recibido una llamada y hemos encontrado su cadáver, medio oculto tras el cartel del Happy Dog que hay a la salida del pueblo. Hay marcas de neumáticos, los de criminalística están trabajando en ello. Le faltan los ojos pero no parece que se los hayan sacado, al menos, no tan limpiamente como los otros. Es como si un pájaro se los hubiera comido. Y le... le han acribillado a balazos. A lo mejor no tiene nada qué ver con su asesino. Han encontrado un arma. Pronto tendremos un sospechoso.

—Bien —dijo David asintiendo con la cabeza. El arma estaba registrada a su nombre pero las huellas que había en ella eran las de John. Ya pensaría en ello más tarde—. Oye, ayer destiné un par de hombres a la protección de Gary Monroe por si John Doe iba a por él. ¿Sabes algo?

—Sí, al parecer, Monroe ha pasado toda la noche en el taller, pero hace más de una hora que ha salido para su casa.

—¿Puedes darme la dirección? —David hizo un gesto a John para pedirle papel y bolígrafo. John miró a su alrededor sin saber dónde encontrarlo pero, por suerte, Beatrix había estado atenta de la conversación y le acercó una libreta que David agradeció con una inclinación de cabeza. Apuntó la dirección que el dio Santos—. Esto está en medio de ninguna parte —pensó en voz alta.

Es una mala carretera —corroboró Santos—. No está muy lejos del viejo aeródromo, pero montaña arriba.

—Bien, he recibido un soplo de la ubicación de Doe, alguien le ha reconocido en un área de servicio dirección a Los Santos. Parece ser que ha desistido en matar a Monroe. Saca a tus hombres de allí y que descansen un poco.

Te lo agradecerán —dijo Santos—, estaban bastante inquietos. Decían que era como hacer guardia en un cementerio. Algo que no es peligroso pero que da repelús. Todo este asunto es... siniestro. Y ahora Jacobs... Joder. No hacía mucho que éramos compañeros pero aun así es muy duro. Estoy casado, ¿sabes? Tengo una niña preciosa. No quiero acabar así. Estás cosas te hacen replantearte la vida.

—Santos... —dijo interrumpiéndole, probablemente el chico necesitaba un abrazo y una palmadita en la espalda, pero no lo conseguiría de su parte—. Tengo unas cosas qué hacer, luego me pasaré por allí —dijo, y le colgó sin esperar una respuesta—. Retirarán a los hombres —dijo a John—, pero tenemos un problema. Monroe no está con Ray así que no estará con Isabella, y no llegaremos a salvar a tu novia si vamos a por Monroe. No llegaremos a tiempo.

—¡No podemos dejar a Isabella! —exclamó John.

—No podemos luchar contra un espectro. ¿No? Eso es lo que me habéis dicho mil veces. En eso habéis insistido desde que nos encontramos: Ray no se puede matar. La única forma de eliminar a Ray es matar a Monroe y rezar porque sea antes de que se acabe el tiempo que te han dado.

—Hay que ganar tiempo —murmuró John.

—¿Y qué se te ocurre? —preguntó David. John le miró y Davis agachó la cabeza, sabía lo que tenía qué hacer—. Vete a por Monroe —dijo—. Y no dudes. Yo me ocuparé de Isabella.

—Ray te matará en cuanto te vea.

—Lo sé —murmuró David mientras un sudor frío impregnaba su mente—. Pero es lo único que se me ocurre.

—Yo tengo otra idea.

... O te sacarán los ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora