David

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Tras un día muy largo, lo menos que esperaba era una noche muy larga pero no fue así. El estridente timbre del teléfono le despertó cuando los rayos del sol apenas despuntaban en el horizonte y las estrellas compartían el firmamento con las primeras luces del alba.

—Jovovich —contestó por inercia, mientras se despegaba las legañas de los ojos.

—Agente Jovovich, sí, eh... Al habla el Sheriff Wislow.

—Pensaba ir a la comisaría en... —Miró el despertador y frunció el ceño al ver la hora—, un par de horas. ¿Ha pasado algo?

—Sí, es difícil de explicar pero... hemos perdido a John Doe. Al parecer, se enzarzó en una pelea con el detective Jacobs cuando lo trasladaba al motel y...

—¿Qué? —exclamó—. Tiene que ser una broma, ¿traslado? ¿Qué me está contando? Había dejado bien claro que John Doe pasaría la noche en la comisaría.

—Ya pero el agente Jacobs pensó que como era un testigo y no un criminal pues... A mí, en su momento, no me pareció mala idea, el chico necesitaba descansar. Pero...

—Está bien —atajó David, atragantándose con la retahíla de tacos que se cruzaron por su mente en menos de un segundo—. Voy para allá. —Colgó el teléfono e iba a dejarlo encima de la mesita cuando en un ataque de rabia lo arrojó contra la pared—. ¡Mierda!

Localizó los pantalones pero antes de ponerse la camisa, recordó algo importante. Salió de su habitación y aporreó la puerta de la habitación contigua. ¿Habría alguien?

—¡Señorita Smith! —gritó tras un par de fuertes golpes.

Una voz contestó en el interior y, al poco rato, una joven despeinada y con ojeras le abrió la puerta.

—¿Qué sucede? —preguntó, somnolienta, con voz ronca.

—John ha desaparecido.

Sus palabras surgieron el mismo efecto que un cubo de agua fría.

—¿Cómo que...?

—Deduzco que no ha intentado ponerse en contacto contigo, ¿verdad? —comentó David ahogando un nuevo juramento—. Vístase, me acompañará. Puede que sirva de algo.

—Voy —dijo Isabella cerrando la puerta de la habitación—. ¡Cinco minutos! —gritó de nuevo. Cinco minutos le daría tiempo a acabar de vestirse a él.

David regresó a su habitación y se puso la camisa, recogió el móvil del suelo dando gracias a su poco gusto por la tecnología ya que, seguramente, uno de esos nuevos teléfonos no habría resistido a su embate de mal genio. Mientras se anudaba la corbata, no dejaba de pensar en su corta conversación telefónica. ¿John se había escapado? John tenía muchas ganas de salir de allí pero no parecía de los que se lían a golpes, deja KO a dos policías y se escapa del calabozo sin quitarse las esposas. Había demasiadas cosas que no encajaban. Como por ejemplo, ¿a qué había venido eso de trasladarle a un motel? ¿Sin consultárselo? ¿De qué iba Jacobs? Y viendo el interrogatorio que llevaba a cabo ayer, dudaba seriamente que fuera el bienestar del chico lo que le importaba.

Isabella ya le esperaba en el vestíbulo cuando David bajó por las escaleras. Su tía, se había despertado, preocupada por las voces. Y cuando la buena mujer se ofreció a hacerles el desayuno, le dio un beso en la mejilla y le dijo que ya tomarían algo por el camino.

—Conduce tú —le dijo a Isabella. Al final, no había conseguido alquilar un coche porque los policías le habían hecho de chófer y ahora se encontraba tirado como una colilla. «Esta tarde alquilo un coche», se dijo. Después de todo, pagaba la agencia.

... O te sacarán los ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora