Habían pasado ya dos años desde la primera vez que durmieron juntos.
Aquella vez no fue la última. Durmieron juntos un sinfín de veces, ya estaban totalmente acostumbrados. A veces se acurrucaban, se quedaban dormidos abrazados, a veces simplemente caían del cansancio. Pocas de las veces que compartían la cama, dormían como verdaderos amigos, con una pequeña distancia. La mayoría de las noches uno de los dos se atrevía a abrazar al otro y de ahí una cosa llevaba a la otra. Pero tenían sus límites muy marcados: nada de besos en la boca ni caricias indecorosas y por supuesto no hablar.
Nunca hablaron sobre eso, nunca hablaban sobre lo que pasaba en la cama. Se quedaban acurrucados en silencio, sin decirse nada. Simplemente disfrutaban del momento, no daban explicaciones. Era como si al apagarse la luz también apagaran su memoria.
Dicen que los caballeros no tienen memoria y este dicho les quedaba perfectamente a ambos, al amanecer se levantaban de la cama como si nada y seguían tratándose como los mejores amigos, se preocupaban por sus novias, por la universidad.
Ambos tenían muy en claro que había un amor entre ellos sin declarar, simplemente no hablaron de eso. Los dos tenían vergüenza de hablar sobre el tema de sentir amor por un hombre que a la vez es tu mejor amigo. Sencillamente era una conversación bastante incómoda que querían omitir a toda costa.
Lo que no podían omitir era lo que sentían, no se hablaba nada del tema pero lo demostraban, demostraban lo que sentían hasta con una simple mirada.
Habían pasado dos años, Nicolás tenía 21 y Edgar 20 años. Estaban casi a la mitad de su carrera. En otros tres años más se estarían graduando, el tiempo había pasado rápido. Y las cosas no habían cambiando mucho…
Edgar seguía viviendo con Evan y la dueña de su corazón seguía siendo Daniela quien todavía era una de las mejores amigas de Brenda y Brenda aún seguía su relación con Nicolás.
Nicolás no la amaba estaba segurísimo. Ya eran dos años que tenía a Edgar a su lado y estaba seguro de varias cosas:
No amaba a Brenda, pero su adicción al sexo lo hacía seguir fingiendo. Tenían sexo al menos 4 veces por semana y las veces que no tenían Nicolás se masturbaba pensando en su mejor amigo. Todavía le temía a su novia, Brenda seguía siendo la misma chica controladora y celosa de siempre. Se odiaba tanto por no poder terminar esa relación, mientras más tiempo pasaba más difícil era. La idea de terminar simplemente no existía para Nicolás, pero se había adaptado bastante bien a los regímenes de si novia. La usaba por sexo, estaba consciente de eso y se sentía mal por usarla de tal forma. Brenda por su parte envidiaba la relación de Daniela y Edgar, escuchaba sus ideas de casarse y a ella también se le venía a la mente casarse con su Nicolás. Aquel chico era suyo y le gustaba ir de la mano con él, presumiéndolo.
Otra cosa que Nicolás tenía en claro era que estaba enamorado de Edgar y ha estado enamorado desde la primera vez lo vio. Era su alma gemela, el amor de su vida, su media naranja. Edgar era su oportunidad de ser feliz. Tenía miedo de lo que pudiera sentir Edgar por él. Edgar le decía a diario que amaba a Daniela, pero si la amaba ¿Por qué hacia esas cosas con Nicolás? Una noche Edgar y Nicolás dormían juntos, abrazados, y al día siguiente por la tarde Edgar le decía a Nicolás lo mucho que estaba enamorado de Daniela. Edgar era un verdadero hijo de puta, estaba haciendo que Nicolás se volviera loco. — ¿Me estará usando? ¿Estará jugando conmigo? ¿Por qué me dice que la ama? ¿Por qué me hace esto? ¿Se está burlando de mí? — pensaba Nicolás volviéndose loco. Odiaba a Edgar, odiaba que hiciera eso. Pero no lo podía dejar de amar. Sus sentimientos y su mente estaban hechos un desastre. Todo por culpa de Edgar. Amaba estar con él, era su única motivación para seguir levantándose cada mañana y a la vez le hacía tanto daño. Se sentía como una adolescente tonta que no puede dejar de meterse con quien más la lástima.
ESTÁS LEYENDO
Vaso roto
RomanceTodos hemos escuchado alguna vez que lo que no te mata te hace más fuerte pero en la mayoría de las ocasiones lo que no te mata hace que desees estar muerto. Lo que no te mata te rompe, te transforma en un vaso roto... ¿Y qué es un vaso roto? "E...