Eran las 9:15 de la mañana, el celular de Nicolás había estado sonando sin parar.
—Es sábado mierda, ¿Quién carajo me llama en un sábado por la mañana? Alguien que no me conoce…— pensaba Nicolás tranquilo, ignorando su celular. Estaba tan adormilado que le resultaba muy fácil no escuchar el molesto sonido. Apenas si había podido dormir anoche, se había pasado gran parte de la madrugada haciéndose mierda la cabeza pensando en Edgar y en lo raro que estaba Evan.
El celular no dejaba de sonar, aquella persona era tan malditamente insistente. Nicolás abrió sus ojos con pereza, se pasó una mano por la cara despabilándose un poco. Miró la pantalla de su celular “Edgar llamando”, sintió algo en su estomago. Era raro que Edgar le llamara tan temprano, para empezar, ¿Qué hacia Edgar despierto? —Quizás quiere darme los buenos días— pensó Nicolás inocentemente con una estúpida sonrisa de enamorado en el rostro.
—Buenos días, amor. — Dijo Nicolás dulcemente al contestar el celular.
—Necesito que vengas rápido — sonaba serio. Algo estaba mal.
— ¿Qué? ¿Por qué? ¿Estás bien? —Preguntó Nicolás preocupadísimo, su tono de voz había cambiado completamente.
—S-sí, sólo ven. Date prisa — colgó.Nicolás salió de la cama y se vistió lo más rápido que pudo. Salió de su casa y manejó hasta el departamento del castaño como alma que lleva al diablo. Estaba nerviosísimo y bastante intrigado.
Al llegar dio varios golpes en la puerta. Edgar abrió.
Nicolás analizó a Edgar detenidamente, estaba más pálido de lo normal, sus labios estaban rojos y quebradizos, parecía que alguien le había mordido los labios. Sus ojos estaban cristalinos. Nicolás bajó su mirada hacia el cuello de su amigo, tenía una pequeña marca morada. Adivinó rápidamente cómo es que tenía aquella marca en el cuello. Nicolás se quedó callado unos cuantos segundos frente a Edgar, mirándolo sin perderse de ningún detalle.
— ¿Qué paso? — Rompió el silencio preguntando a la vez que entraba al departamento, cerrando la puerta tras él.
— Y-yo… Es que…— Edgar no sabía por dónde empezar.
— ¿Dónde está Evan? — Preguntó algo confundido, ya se empezaba a oler que había pasado.
— Eh… n-no… no sé — contestó Edgar en un hilo de voz, se miraba totalmente destruido.
— ¿No sabes?... ¡¿DESAPARECIÓ?!— Dijo Nicolás molesto con un tono sarcástico, estaba quemándose de celos.
—Sí. Desapareció. — Dijo Edgar en un tono triste mirando al piso.Nicolás miró detenidamente al castaño, no estaba bromeando. Tenía una cara que no le conocía, se le miraba nervioso, preocupado… Se le miraba culpable.
— ¿Lo mataste? — Preguntó Nicolás a secas.
— ¡NO! — contestó Edgar frustrado. No era el momento para bromas.
— Es que parece que acabas de asesinar a alguien… ¿Qué pasó? — Preguntó preocupado.
— Él… —tomó aire— Él se puso muy ebrio anoche, me dijo que fuera a dormir, que él limpiaría y después se iría a la cama. Eso no importa… Él… — se quedó callado.
—Dime... — Pidió Nicolás intentando sonar tranquilo a Edgar le costaba mucho decirlo no lo quería presionar más.
— Él entró a mi cuarto y… comenzó a besarme… No… ¡no me dejaba moverme!, las cosas se pusieron muy raras…
— ¿Tenias algo con él? — Preguntó Nicolás interrumpiéndolo, lo poco que había dicho lo había dejado roto por dentro.
— ¡No! ¡No teníamos nada! ¡NO SOY GAY! — contestó desesperado, estaba molesto y cansado.
—Como digas… — Dijo Nicolás escéptico. Edgar respiró profundo intentando aguantar todo esto.
—Yo… yo lo empuje y lo saque a golpes de mi cuarto. No sé por qué me porté así con él, me tomó muy de sorpresa que hiciera todo eso…
— ¿Él te hizo eso? — Preguntó Nicolás interrumpiendo nuevamente, señalando la marca morada que tenía Edgar en su cuello. Edgar quedo congelado, como si hubiera visto un fantasma.
—Mierda… Sí, fue él…—Dijo mientras se pasaba una mano por su cuello— Daniela la va a ver…— quedó totalmente pálido.
—Si yo estoy molesto no sé cómo se va a poner ella…— comentó Nicolás bastante enojado. — ¿Dónde está el hijo de puta? — Preguntó con rabia.
—Desapareció, cuando desperté ya no estaban sus cosas… ni él— Explicó bastante triste
— ¿Por qué hizo eso? — Preguntó Nicolás más para sí mismo que para Edgar.
—Dejo algo escrito. — Comentó Edgar bastante nervioso.
— ¿Sí? Quiero verlo — Pidió al instante.
— No creo que sea buena idea que…
— EDGAR MUÉSTRAMELO — Ordenó interrumpiendo al castaño. Estaba bastante harto de todo.
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Vaso roto
RomanceTodos hemos escuchado alguna vez que lo que no te mata te hace más fuerte pero en la mayoría de las ocasiones lo que no te mata hace que desees estar muerto. Lo que no te mata te rompe, te transforma en un vaso roto... ¿Y qué es un vaso roto? "E...