Desde aquel día Nicolás se prometió así mismo que las cosas cambiarían, se dio cuenta que no podía estar engañándose así mismo: el amor que sentía por Edgar no era correspondido. Se prometió olvidarse de él, seguir siendo su amigo y sólo eso. Olvidarse de llegar a ser algo más con él. Nicolás destruyó sus propias ilusiones antes de que Edgar lo hiciera, estaba tan decidido. Las cosas iban a cambiar, finalmente lo sentía, ya no quería vivir enamorado de alguien que no le corresponde, iba a olvidarse de él sin importar el costo.
Se presentó con esta mentalidad a la universidad el día martes y se dio por vencido solamente al ver a Edgar entrar por la puerta del salón de clases. Volteó la vista a otro lado insultándose a sí mismo en sus pensamientos, no era posible que fuera tan débil, se le venían mil cosas a la cabeza con sólo verlo. El primer día intentando superar su amor iba a ser el más difícil.
Sintió una mano despeinando y a la vez acariciando su cabello, sabía que era él, volteó a ver a Edgar rápidamente y ahí estaba: acariciándole el cabello a Nicolás de una manera juguetona para no levantar sospechas y le sonreía con cariño, con un brillo en los ojos algo inusual.
—¿Ya estás mejor, amor? — Preguntó Edgar en una voz muy baja con un tono bastante amoroso, era obvio que no quería que nadie más escuchara eso.Nicolás se sintió derrotado, y es que Edgar podía ser Hitler por un momento y después ser la cosa más tierna e inofensiva del mundo, eso era algo que volvía loco a Nicolás. Y ahora tenía al castaño ahí, frente a él, mirándolo con cariño preguntando por su salud. —Al carajo el primer día superándolo… empezare mañana. — Pensó Nicolás mientras contemplaba el momento y sin darse cuenta había pasado varios segundos en completo silencio mirándolo. Edgar soltó una pequeña risa.
—Hey imbécil… ¿Cómo estás? — Preguntó nuevamente el castaño, esta vez con su tono de voz normal y en un volumen normal. Había cambiado a su papel de amigo.
— ¿Eh?... Bien… — Contestó Nicolás torpemente.
—Se nota… — Dijo Edgar sarcásticamente para después sentarse en el mismo lugar de siempre: a un lado de Nicolás.El día transcurrió de manera “normal”, Nicolás intentaba comportarse normal con Edgar pero simplemente no podía, estaba muy callado y no le hablaba a su amigo al menos que el castaño iniciara la conversación.
Y el resto de los días de la semana fueron exactamente igual. A estas alturas Edgar ya había notado que algo le pasaba a su amigo, quizás estaba enojado con él o cualquier otra cosa le estaba afectando, no le gustaba que Nicolás se comportara así, era muy cortante y serio, tenía que arreglar las cosas de una vez por todas.
Así que el viernes al final de las clases Edgar se acercó a su amigo, tomándolo del brazo y jalándolo hacia un lugar donde no hubiera tanta gente, quería hablar con él.
— ¿Qué? — Preguntó Nicolás molesto.
— ¿Qué mierda te pasa? — Edgar sonaba más tranquilo.
—Nada…
—Has estado muy raro conmigo, ¿Qué te hice? — El castaño lo miraba fijamente, intentando buscar en los ojos de su amigo la respuesta. Nicolás bajó la mirada nervioso y sus mejillas se pusieron rojas, le parecía que Edgar no se podía ver más adorable, intentaba controlarse y seguir siendo cortante con él pero no lo logró.
—Nada… Bueno… Tenemos que hablar — Dijo Nicolás convencido. Por primera vez en su vida afrontaría el problema más grande que ha tenido, le iba a decir a Edgar la verdad, le iba a decir que estaba enamorado de él y que no podía soportarlo más, se sentía listo para contarle todo.
—Sí, dime qué tienes — insistió Edgar.
—Ahora no, aquí no… Necesito pensar qué te voy a decir — Nicolás parecía estar pensando en voz alta. Edgar lo miraba confundido.
— ¿Quieres que vaya a tu casa más tarde? — Preguntó el castaño un tanto inseguro.
—S-sí…
—Está bien. — Dijo Edgar, dejando a su amigo tranquilo, alejándose de él.Nicolás estuvo unos segundos parado ahí en silencio. — ¿Qué mierda acaba de pasar? — pensaba confundido, estaba nervioso y arrepentido. No sabía cómo mierda decirle que estaba enamorado de él sin perder su amistad.
Fue a su casa, estaba hecho pedazos, intentaba crear en su cabeza un discurso confesándole su amor: —Edgar, estoy enamorado de ti, sé que estoy enamorado de ti, tengo mucho tiempo sintiendo esto y estoy seguro que es amor. No sé porque te amo, yo no decidí amarte. Te amo desde la primera vez que te vi, me refiero a la primera vez; cuando tú tenías 15 años, ahora bueno, estás por cumplir 21 y te sigo amando como nunca. No espero que lo entiendas, ni siquiera yo lo entiendo. Llevo tanto tiempo sintiendo esto por ti que ya aprendí a vivir con ese peso, así que no te preocupes por eso, no quiero que dejemos de ser amigos, me gusta pasar tiempo contigo. He estado raro y es porque desde lo que pasó entre nosotros yo me confundí bastante y estuve celoso de Daniela, pero ya no importa, sé que tú la amas como yo te amo a ti…— Pensaba Nicolás, planeando palabra por palabra. Las manos le temblaban, no podía creer que estaba a punto de confesarle a su amigo el amor que le tenía.
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Vaso roto
RomanceTodos hemos escuchado alguna vez que lo que no te mata te hace más fuerte pero en la mayoría de las ocasiones lo que no te mata hace que desees estar muerto. Lo que no te mata te rompe, te transforma en un vaso roto... ¿Y qué es un vaso roto? "E...