Capítulo 19. Paranoia

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Narrado por Nicolás.

Hay algo que me resulta bastante extraordinario y que pocas veces me pasa: me refiero a cuando estás dentro de un sueño y a la vez estás consciente de que estás soñando, sabes que esa no es la realidad y por lo tanto haces lo que se te dé la gana dentro de tu sueño.

Eso justamente me estaba pasando y en mi sueño estaba Evan, el japonés raro que solía ser de los mejores amigos de Edgar y que estaba enamorado secretamente de él. ¡Ay ese imbécil! ¡Qué bueno que desapareció! ¿Quién no se daría a la fuga después de declararse de una manera tan estúpida?

Soñé que volvía, Evan volvía para buscar a Edgar y robarle un desesperado beso, sin importar quien los viera, sin importarle que yo estuviera presente…. Qué bueno que me di cuenta que sólo era un sueño, pues aproveché que estaba fuera de la realidad y lo maté ahí mismo.

Maté a Evan sólo por diversión. Pura y enferma diversión, lo tomé por el cuello usando ambas manos con toda la fuerza que tengo y apreté fuerte, hasta que todo se calmó. No puedo evitar ser tan celoso, hasta en mis sueños soy así, y es que justamente hoy no puedo estar más enamorado de mi mejor amigo.

La irritante alarma que había programado la noche anterior en mi celular no dejaba de sonar. Primero la escuché a los lejos, cuando estaba en plena matanza y la ignoré por completo. Después fui escuchándola cada vez más cerca hasta que llegué en un punto en el que no la pude ignorar más.

Me costó abrir los ojos, veía todo borroso. Me di cuenta que había despertado, que volvía a estar dentro de la realidad. Busqué mi celular con los ojos entrecerrados y cuando lo sentí en mi mano, lo apagué de mala gana.

Me estiré con toda la pereza del mundo. Sabía que las vacaciones habían terminado, hoy es lunes, tengo clase a las 8 de la mañana y mi celular marca las 7:05 am. A esta misma hora estaba acostumbrado a irme a dormir hace unos días y ahora tengo que levantarme para ir a la universidad. Qué lata.

Salí de mi cómoda y calientita cama. Tomé la primera ropa limpia que vi, me fui directamente al baño, abrí la llave del agua y mientras se ponía tibia me miré en el espejo, me miraba muy mal, estaba hecho un desastre. Ojala que la ducha me siente bien y me despierte al menos un poco.

Mientras estaba bajo el agua y me aseaba no podía evitar pensar en mi sueño, el maldito nombre de Evan estaba en mi cabeza haciéndome sentir completamente extraño, sentía que yo mismo me había advertido de algo… Pero era imposible que Evan regresara de la nada y le diera un beso a Edgar. ¡No! ¡Esas cosas no pasan! Debo ser sólo yo y mis súper celos, de seguro soñé eso porque hoy regreso a la universidad y tendré que soportar ver como la mayoría de las mujeres se fijan en mi Edgar.

A las 7:40 yo ya lucía mucho más decente, terminaba de lavarme los dientes cuando escuché nuevamente como mi molesto celular sonaba. ¡¿Ahora qué?! Tomé mi celular y observé el nombre de Edgar en la pantalla, sentí mariposas en el estomago. Ahora sí que estaba más despierto que nunca.

¿Por qué me está llamando? ¡Oh mierda, se supone que el pasaría por mí! ¡Lo había olvidado por completo! ¿Estará afuera? Se me revolvió el estomago con sólo pensar que él estaba afuera esperándome. Contesté deseoso.

— ¿Qué pasa? — Intenté sonar completamente relajaba pero no me salió.

— Estoy afuera, sal. — Me ordenó con una sexy voz ronca, sonaba tan adormilado y me encantaba.

 — ¡Ah! Y-ya voy — Contesté de una forma muy torpe y lo escuché soltar una risita antes de colgar.

Terminé de lavarme los dientes, tomé mi mochila y salí. Estaba más ansioso por verlo a él que por ir a la universidad. Era tan temprano que mi calle estaba completamente vacía, solamente estaba su carro estacionado afuera de mi casa y él, que se estaba quedando dormido frente al volante.

Vaso rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora