Capítulo 20. Enfermo

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Narrado por Nicolás.

El cielo es de un azul marino precioso, deben ser como las cinco o seis de la mañana y en unos minutos más saldrá el sol. Me gusta apreciar el cielo desde la ventana del cuarto de Edgar. Qué bueno que olvidó cerrar las cortinas antes de dormir, tiene una hermosa vista.

Siento su calor, está acurrucado conmigo, usándome de almohada y abrazándome, se mira tan tierno así, parece tan inofensivo cuando está profundamente dormido. Me encanta dormir con él, especialmente en su cama que es tan cómoda.

Finalmente es viernes y tenemos clases como en dos horas y debería aprovechar este tiempo para dormir un poco más pero por alguna extraña razón no tengo sueño, llevo mucho tiempo despierto, contemplando lo hermoso que se mira el amor de mi vida durmiendo y de ahí miro el cielo que también luce muy bonito.

El ambiente es muy pacifico, el silencio es relajante y la presencia de Edgar me tranquiliza aún más, quisiera quedarme así toda la eternidad, quedar atrapado en este momento siempre y que nunca acabe, pues quizás las cosas nunca puedan ser tan perfectas como lo son ahora, o quizás lleguen a ser mejor, nadie lo sabe.

Han pasado casi dos semanas desde que regresamos a la universidad y la verdad es que no ha sido tan malo como lo esperaba, por suerte Daniela ya no se ha cruzado por mi camino y no anda en busca de Edgar, supongo que tiene miedo de que cumpla mi amenaza y le cuente la verdad a mi mejor amigo.

La que siempre esta tras Edgar es Mariana, coqueteándole sin parar, pero él no le hace mucho caso, siempre inventa excusas para no salir con ella y la rechaza con toda la delicadeza del mundo, pues no quiere lastimarla.  Se nota que está loca por él, me he dado cuenta que siempre lo sigue desde lejos, pues a cada lugar que vamos ahí está ella, observándolo con sus amigas discretamente. Lo único que me faltaba era otra psicópata en mi vida, amiga de mi novia tenía que ser.

Me he quedado a pasar la noche con Edgar porque nos han dejado bastantes trabajos por hacer en parejas, es la excusa perfecta para pasar tiempo juntos, terminamos la tarea hasta tarde así que me quedé a dormir aquí. Ya me estoy acostumbrando nuevamente a tener mucha tarea y muy poco tiempo. No sufro tanto pues el hecho de tener a Edgar conmigo hace que no me pueda quejar, además esta misma excusa he usado para evitar a mi novia.

Siempre le digo a Brenda que no puedo verla porque tengo muchas cosas que hacer, que la escuela me tiene como loco y que estoy muy estresado. Siempre que me marca para saber dónde estoy le contesto lo mismo “Estoy con Edgar, estamos haciendo un trabajo de la universidad”  y ella se lo cree, se pone molesta porque sólo la he visto como un par de veces desde que se acabaron las vacaciones y la última vez que tuvimos sexo fue el día en el que Edgar me dio por primera vez un beso, el día del accidente automovilístico. Cómo olvidar aquel día.

No sé cómo he logrado pasar tanto tiempo sin tener sexo, desde que puedo estar con Edgar sin ocultarle mi amor ya no he sentido esa necesidad, me conformo con seguir masturbándome enfermamente pensando en él, con eso me basta y me sobra.

 No quiero acostarme con Brenda simplemente ya no se me antoja y sentiría que le estoy siendo infiel a mi verdadero amor, aunque Edgar y yo no tengamos nada oficial, yo jamás me atrevería a hacerle algo así, él es lo más importante que tengo en la vida.  

Escucho como su celular comienza a sonar y a vibrar en la mesita de noche, es la alarma. La apago de inmediato, no quiero que Edgar se despierte con ese molesto ruido, quiero despertarlo como se debe, con cariño.

Le permito unos minutos más de sueño pues se mira tan lindo que no quiero ni moverlo, comienzo a acariciarle el cabello y él inconscientemente se acerca más a mí, sujetándome con firmeza.

Vaso rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora