Narrado por Nicolás.
Ya han pasado varios días desde aquella vez que a Daniela se le ocurrió pasarse por mi casa, maldita Daniela. Realmente han pasado meses desde aquella vez, pero no por eso mi odio ha cesado. Si pudiera representar todo mi odio por Daniela en una gráfica lineal estos últimos meses serian una simple línea recta en un nivel muy pero muy alto. Maldita Daniela.
Ese día Edgar abandonó mi casa diciendo que estaba “bien”, ese día él lloró en mis brazos y terminamos masturbándonos mutuamente, sin duda, aquel día fue un día importante. Yo sé que le afectó muchísimo.
Los días que pasaron después de ese gran acontecimiento Edgar simplemente no era el mismo; estaba más callado, ya no era tan risueño y no ponía atención a clases. Fingía poner atención pero realmente se encerraba en sus pensamientos, pensando en ella.
Lo sé porque lo conozco mejor que a nadie, sé que cuando pone atención juega inconscientemente con su bolígrafo, hace dibujos sobre lo que entiende, anota y sigue jugando con el bolígrafo. Desde que Daniela le dijo que le había sido infiel durante todo un año, Edgar comenzó a mirar sólo al frente en clases, miraba a un punto fijo y el bolígrafo descansaba en su cuaderno en blanco. Maldita Daniela.
Edgar estaba deprimido y por alguna razón jamás me contó nada, fingía estar bien pero yo no soy nada tonto, sé muy bien cuando algo anda mal y de cierta forma me molesta que él no quisiera desahogarse conmigo. Seguramente no quiso tocar más el tema después de aquella noche y se guardó toda la tristeza para él solo, para no preocuparme o yo qué sé.
De todos modos durante esos días yo intenté ser lo más cariñoso posible hasta incluso cuando estábamos en público; lo miraba de la manera más indiscreta posible, le sonreía todo el tiempo, no lo molestaba, le daba su espacio, me encargaba de hacerlo reír, le compraba sus galletas favoritas y siempre se hacía lo que él quería. Todo esto para intentar consolarlo indirectamente.
Cuando estábamos a solas no podía parar de llenarlo de besitos, siempre lo tenía en mis brazos sin importar qué estuviéramos haciendo, siempre le acariciaba el cabello, le recordaba que lo quería cada cinco minutos, jamás lo soltaba… Mi propósito era distraerlo a tal grado de que se olvidara de Daniela.
Después de algunas semanas funcionó y Edgar poco a poco volvió a ser como antes. Por suerte Daniela no lo buscaba en la universidad, pero sí seguía mandándole mensajes y llamándolo, Edgar nunca leyó esos mensajes, al igual que a mí le aterraba saber qué decían.
Como ya dije, los meses habían pasado y entre esos meses ambos cumplimos años, yo cumplí 24 años y al mes siguiente Edgar cumplió 23, en ambas ocasiones hicimos exactamente lo mismo: ir al bar con nuestros amigos y terminar comiéndonos en mi cama o en la de él. Decidí que quiero a Edgar de regalo para todos mis cumpleaños.
Un gran factor para que Edgar terminara de olvidarse de Daniela eran los exámenes finales. Actualmente estamos a semanas de graduarnos, de obtener un título y terminar los estudios. Todo ese asunto hace que no podamos pensar en cualquier otra cosa y Edgar, como el rey supremo de los nerds, ha estado pasando todos los malditos días estudiando sin parar, arrastrándome con él a la biblioteca.
Justamente ahora estamos aquí, en la maldita biblioteca con una pila de libros frente a nosotros, ni siquiera sé de qué mierda tratan, Edgar quería estudiar toda la tarde y yo quería ver a Edgar estudiar toda la tarde así que aquí estamos…
Aprecio como sus ojos se mueven rápidamente entre las líneas de texto, está intentando obtener toda la información posible en muy poco tiempo, no hemos dormido bien en días, ni siquiera hemos dormido juntos, extraño tanto dormirme en sus brazos, simplemente quiero que todo esto acabe pronto y pueda volver a mi vida sin estrés.
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Vaso roto
RomanceTodos hemos escuchado alguna vez que lo que no te mata te hace más fuerte pero en la mayoría de las ocasiones lo que no te mata hace que desees estar muerto. Lo que no te mata te rompe, te transforma en un vaso roto... ¿Y qué es un vaso roto? "E...