AMOR

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Un golpe más fuerte que los anteriores y también inesperado hizo que perdiera el equilibrio y cayera al suelo. Gruñó, intentando erguirse de alguna forma, pero su cuerpo no le obedecía y por ello continuó arrastrándose, continuó levantando polvo a su paso, dejó que las tablas le arañaran los brazos. Finalmente se levantó. Sus ojos echaban chispas, el cabello flotaba alrededor como una peligrosa nube gris, sentía que el corazón iba a estallarle en el pecho de un momento a otro, mas no podía perder la compostura. No cuando ese espectáculo estaba siendo presenciado, no cuando atañía a su orgullo. Irguió el mentón y entrecerró los ojos, que pasaron por todo lo que la rodeaba hasta dar con su atacante. Una sonrisa maléfica pugnó por aparecérsele, y lo consiguió, llegando a incrustarse como queda la cáscara de un huevo antes de que lo hayan dejado sin ella.

La sonrisa no se desprendió, la impulsó a combatir, a atrapar como pudiera ese trozo de gloria que le estaba mostrando el destino. Pero este se burlaba de ella, lo sabía; rechinando los dientes, dobló el brazo a fin de agarrar mejor la espada, de modo que el hueso crujió siniestramente, ella desvió la vista un segundo..., y la fatalidad se regodeó en su error, pues otra estocada certera la atravesó de parte a parte. Chilló, y salió zumbando hasta dar con todos los huesos en el asidero. Quedó descolgada, derrotada y penosa. Ni una sola lágrima se configuró en su cuenca, ni una sola mueca de dolor fue conferida, ni tan siquiera la oyeron gemir. Sólo estaba eso, la rabia, la demoledora rabia que le fuera tan afín, a la que escuchó... como había hecho toda su triste vida.

Su sonrisa desembocó en un rictus amargo, que escocía la vista con sólo mirarlo. El silencio impregnaba el aire, se balanceaba adelante y atrás, los presentes no eran capaces de controlarlo. Como tampoco ella controló la risa histérica, dueña indiscutible de todas las cosas malas que ella poseyera en la mente y en el cuerpo, a la que empujó a fluir al tiempo que se mesaba los cabellos en un frenesí que todos odiaron. Ese momento se congeló, todos aprenderían a olvidarlo. Pero le tocaba a ella..., así que deberían esperar..., y eso fueron obligados a realizar. Y se carcajeó, con una mano en los cabellos y otra en el pomo de la espada, toda ella sudando, ardiendo, helándose, todo ello a la vez y mucho más. Sus pecados le susurraban al oído, ella contraía el rostro y les dejaba ese retrato, era la verdad: no podía darse por vencida, porque ella era tan o mejor de lo que ellos fuesen, y estaba en posición de demostrarlo, de rebatirles su argumento..., de tumbarlos cientos de veces..., los huesos crujirían y la sangre correría caliente sobre la tierra..., y su risa se coló en los cerebros de los demás y puso su sentido común a remojar, se taparon las orejas pero siguieron escuchándola, era una canción que no tenía fin, el llanto insoportable de un recién nacido, o algo peor, como si le estuvieran vaciando las entrañas.

Eso cavilaron ellos, víctimas de su histerismo, los principales enemigos de su locura, esas personas que ella despreciaba..., lo decía a las claras su mueca... y su mirada. Únicamente los hombres muertos sienten una multitud innumerable de emociones al unísono, únicamente los hombres muertos quieren corromper a sus congéneres sirviéndose de tanta perversión, únicamente los hombres muertos tienen sangre en sus manos... como ella imaginaba tenerla. Su risa fue interrumpida por alguien a quien en otro momento hubiera prestado notable atención.

Dio un paso adelante y escupió:

—Estás enferma. Pienso que deberíamos haberte abandonado hace tiempo, se ve que eres aficionada a crear problemas o que son lo único que sabes hacer apropiadamente. -Le dedicó una mueca que sepultó a la ira y el histerismo, los cuales se cogieron de la mano y descendieron farfullando a sus cavernas; el rostro de la contrabandista se hallaba limpio, libre de motas de vicios, completamente blanco e inmóvil-. Por fortuna para ti, miserable (pues ya me faltan palabras en mi vocabulario para describir a semejante psicópata), Glaeskir aún se preocupa por que te encuentres bien, y a Rokk le ayudas en lo que se refiere a mantener el barco organizado. Los demás..., seguramente acuerdan conmigo en que sueles perderte demasiado, la educación nada te importa, eres una verdadera canalla... o como quiera que te llames. No voy a explayarme, no mereces nada de mí, ni siquiera que te salude. Eshren pisa tu sombra en espera de las deudas... y, bueno, supongo que los dioses debieron de maldecirte el día en que nacieras..., porque sinceramente, de todos los saltimbanquis, buscavidas, trotamundos y magos con los que me he topado en mis diferentes misiones..., tú eres la más demente. Te aconsejaría disfrutar de lo poco que te queda..., ya que un día te estallarán las sienes y te morirás ahí mismo, temblando como un insecto. Lo siento, pero esto se llama ser directa. Te habré roto el corazón, el alma... la esperanza... Así de dura es la verdad. Y créeme, yo sé entender a los demás. A ti, no. Tienes algo en esa cabeza que me lo impide. Yo nunca he sido tan compleja... tan desquiciadamente idiota... Es por lo que no podremos congeniar jamás. Espero que recapacites e intentes salvarte... o si no... Da igual, yo no te quiero. Lo que busques en mí no lo hallarás.

Maestra de lo absurdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora