INICIOS

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Mi cambio, entonces, ha sido una farsa. Nunca cambié realmente, solo lo fingía... —Apoyaba el pie en la pared, raspándola, deteniéndose a ponderar el significado de sus reflexiones, lo que consideraban sus amigos que había que extraer de ellas. Cierto que se había equivocado, pero, ¿de verdad lo estaba consiguiendo? ¿Se estaría despojando progresivamente de eso que tanto odiaba? Y se trataba de un problema el que hubiera vuelto a fallar... Y las personas que habían hecho todo lo posible por confiar en ella, ahora la miraban con ganas de desterrarla de allí... En esas pesimistas cavilaciones se basaba, infligiéndose dolor innecesario y burdo, cargando la culpa, desmejorándose... Y su memoria, que abarcaba sus faltas cometidas, se descargaba, exenta de buenos momentos y logros a considerar... No, no existían logros allí donde retozaba la vanidad, la inmisericordia, la intolerancia... Carraspeó y he aquí que continuó—: Yo, lo siento tanto, he salido tanto de los límites que ya... no los conozco. –

Bajó la cabeza, y descubrieron Eshren y Vellina que estaba llorando.

Intercambiaron una mirada de circunstancias. Habían pasado dos días desde aquel suceso en el enterramiento, y los supervivientes apenas si veían a Kass como acostumbraran. Se convencían de que su mejora había sido puro teatro, y la detestaban. O les infundía pena. O no les infundía nada. Así pagaba su crueldad, y ellos lo comprendían, después de todo... Aunque sentían que su desesperación tenía una cura, y habían acudido en la hora que Mashen les había dado libre... así como Amra, que se mantenía al lado de Kass, viéndola derramar lágrimas... conteniendo su corazón destrozado.

Eshren sabía que era una impiedad el echarse a auto-compadecerse y disculparse siendo quien y cómo era, por lo que dijo:

—Kass, me parece que no te queda claro... ¡que no puedes lloriquear como una niña! ¡Descerebrada! ¡Aprende de tus crímenes, de tus penurias, de tus insensateces, y no las cometas otra vez! ¿O piensas morir lamentándote?

Ella alzó el rostro. Le brillaban los ojos enrojecidos.

—No, pero si treinta años de redención suponen expurgar un pecado, entonces yo voy a seguir lamentándome el resto de mi vida, porque eso significa que puedo expiar mis culpas.

Eshren y Vellina se quedaron patidifusos.

— ¿¡De dónde has sacado eso...!? —bramó él, revolviéndose los cabellos.

—No lo capto —musitó la espadachín.

Amra se aproximó a Kass y le depositó un suave beso en el pómulo. Esta le sonrió y la besó en la boca. Eshren y Vellina carraspeaban, impacientes.

Ya cuando Kass hubo acompasado los latidos cardiacos y cesó de oír el fragor de su sangre, Amra repuso:

—Tanto da lo que haya dicho, tanto da si no lo entendemos... Lo que prima es que —y miró a Kass, que se sorprendió de su intensa sonrisa— es que no vamos a juzgarte por eso. Eres un individuo, con lo que posees los mismos derechos que uno de nosotros. Puedes hacer lo que quieras.

—Espera, Amra, que no se te vaya la olla... ¿Dices que la respetemos, que no la reprendamos por su conducta ruin y egoísta, insultante, tirana, enloquecida y más? —Eshren la observaba de hito en hito.

Amra chascó la lengua.

—Llegados a este punto, aclaremos. Veamos, ella ha demostrado ser mejor de lo que pensábamos, también peor, y ello estriba en su interior, en lo que es. —Advirtió que la contrabandista le tironeaba del pelo traviesamente y le apartó la mano, frunciendo el ceño. Repuesta, la taladró con sus ojos ambarinos—. Kass, no podemos definirte por eso. Las personas se componen de muchos sentimientos, experiencias, y de otras personas. Todo se entrelaza infinitamente, la locura es un concepto demasiado abstracto como para ligarte sólo a eso. Pero no te halagamos. Las experiencias forjan la personalidad, y opino que la locura no es algo malo en sí mismo, como el dinero o el poder, radica su maldad en la forma de utilizarse..., y depende de diversos factores.

Maestra de lo absurdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora