IMPRUDENCIA

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Hay que hacer algo —repuso Kass, en tanto que ellos enseñaban su inquietud.

Eshren la fulminó con su mirada llena de callada furia, y también de preocupación por su destino, por su suerte.

—No te pensamos abandonar, Kass, ya lo has oído. Si alguien alguna vez lo ha hecho, sin duda ha estado equivocado, demasiado ciego para ver todo lo bueno que hay en ti. —Tal era su sinceridad que la sacudió entera—. Te repetimos las cosas con el único fin de que no te descarrilles y pretendas crecerte, sabemos que tu enemigo es el odio y la impetuosidad, intentamos pararlos y reconducirte. Tienes pruebas de ello. No es una teoría, no estamos elaborando una hipótesis. Tus papás pueden estar muertos o vivos y coleando, pero a nosotros nos importas más tú. No te excluiremos. No hay razones de tomar tal maniobra. Quien lo haga... —refulgió la ira en él, reflejada en sus puños que se cerraron para volver a su sitio original, sobre las rodillas— es un completo imbécil. No te digo que lo apaleemos, ni nada, pero seguro que se equivoca, y mucho. Nadie atenderá a razones contigo, te escuchará y buscará tu seguridad... más que unas contadas personas en este mundo. Y esas gozamos la fortuna de ser nosotros —sonrió— pero bien podríamos habernos convertido en tus perseguidores, aquellos que te tiraban contra el suelo cuando eras sólo una niña inocente... y se encargaron de descargar en ti todo su desprecio... Eso los hace débiles, Kass. No tenemos el derecho de pagar con los demás nuestras faltas... Y nadie quiere que le hagan lo que hace al prójimo... Somos viciosos, Kass, el bien queda desterrado..., pero aun así te salvaremos. No seas lista y saltes sobre nosotros. Sin indicios nos estrellaremos. Bien, ¡queda inaugurada la sesión... mediante este diálogo cuya pretensión es apoyar y afianzar a Kass en su territorio!

—Se establece una conversación consensuada en la que nadie posee el derecho de avasallar al otro ni debe creerse el que lleva la razón en todo momento —dijo Amra. Kass la contemplaba pasmada—. No habrá un segundo en que, si son detectados movimientos de violencia, no se cancele la sesión y dé comienzo otra. De esta manera se facilita que todos los presentes expongan su opinión careciendo de toda clase de coacción u obligación, y, por supuesto, no es contemplada la posibilidad de que se prohíba hablar a otra persona. Si llega a hacerse, ¡aquí se dispone la vara a castigar al susodicho! —Alzó, perpetuamente severa, la vara de castigo, un palo de 5m de largo. Kass se partía de la risa—. Por supuesto, y como es de esperar, el sujeto será excluido temporalmente de la reunión y se le prohibirá aun asistir. ¿Es eso cierto, Vellina?

—Completamente, Amra —dijo esta en eficaz velocidad.

—Y si aparece por casualidad o error será castigado... ¡severamente! —agregó Maggie.

— ¡Sí! —dijeron Amra y Vellina, solemnemente sentadas en sus sillas.

-Bueno, empecemos ya, ¡interlocutores! -dijo Eshren, tajante.

<<Que si no Kass se nos duerme>> refunfuñó. La conocía, y sabía que estaba viéndolo todo como si fuera una paleta en la que el pintor hubiese mezclado todos los colores del mundo. Se puso en posición de arbitrario juez del diálogo establecido, y tronó:

— ¡Comencemos! ¡Hay que levantar la mano señalando tu turno! —indicó.

Kass tosió.

— ¡No se debe toser! —negó él, volviéndose hacia ella.

—Pero... yo... —ella elevó las manos, excusándose.

— ¡No se deben elevar las manos! —dijo Eshren, enmascarado en su papel de juez que llama la atención a sus circundantes.

— ¿Y si me atragantara? —expuso Kass entrecerrando los ojos en su dirección.

— ¡En tal circunstancia tiene permitido pedir agua a los que la rodean, Kass! —Eshren estaba completamente embutido y no iba a salir de ahí fácilmente, de esa medida que se le había ocurrido para atraer y pescar a Kass y que la estaba despertando en lugar de atontarla, su única e inamovible finalidad—. No siga hablando, por favor.

Maestra de lo absurdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora