MÁSCARA

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La máscara cubría a una persona, le daba nueva identidad e historia. Eso le habían dicho en sus tiempos de la troupe, cuando se aprendía de memoria todos los papeles que luego representaba sobre los tablones, esgrimiendo la fiereza y graciosidad que cabía en su pequeño y debilitado cuerpo, tallado a base de enfermedades, de horrores, de golpetazos, de mentiras... Todas las mentiras que entregaba primorosa a la gente, simulando regalos, que explotaban y las herían mortalmente en el instante en que se decidía a matarlos, a no dejar rastro de ellos...

<<Me enseñaron a crear buenas mentiras, a llevar máscara y a meterte en tu papel de modo que lo archivabas bien en tu cerebro. Oh, esos eran ingenios de tiempos mejores que los que viviera más tarde, despegada de ellos... Yo creí que se podía enfrentar al mundo así, pero todo se tornó más escabroso y violento, el apocalipsis en que los engaños gobernaban a la gente. Nadie me creyó puesto que llegué a mentir demasiado. Me ahogué en mi propia negligencia. Se censura la verdad que yo amara al principio, en mis días infantiles en que acordonaba todas las cosas malas que pretendían perderme y me iba a danzar, a amar, a creer en el otro... Sé que sólo las farándulas salvan al hombre... Igual que a un enfermo el que le digan que se curará aunque vaya a morir finalmente. En el ocaso de este mundo enfermo, negro y podrido, muestro mi ira condensada, corroe toda vida, se estira y siembra las calles de intestinos, de cabezas, de ojos que se desparraman... Trucos y más trucos, los cuentos no sirven, te ayudan a verlo todo con los ojos de un niño, me asfixio en las falsedades que me escudan, me atrapan, me esparcen ante ti y todos los demás. Nos tapamos los oídos para no vernos, no queremos sentir que estamos topando con la verdad. La odiamos tanto... porque simplemente nos muestra que estamos corrompidos y no hay salvación posible en lo que a nosotros respecta. El conejo roe la cuerda, las zanahorias se pudren, mis recuerdos se deslustran y me voy muriendo, insensible, oscura, destilo podredumbre, estoy tan mugrienta que no puedo reconocer si esto son mis manos o las uñas. Mi ralo pelo se me pega a la cara, trato en vano de apartármelo. Prosigo con el arrastre que me lleva a desembocar en la calle abierta, en las canaletas se cuelan los insectos, las ratas mordisquean los tobillos, niños famélicos las capturan y se las comen, corre el odio y el miedo, los alguaciles me miran y prenden, yo esgrimo y me sonrió fabricando otra de mis patrañas; las mujeres dan a luz niños deformados que no son atendidos, los desgraciados chillan segundos antes de sentir a la muerte alzaros y devorar su amasijo de carne y amarillenta rabia, las madres no son auxiliadas y agonizan en un charco maloliente y viscoso que me empuja a vomitar, piso la nieve y mis pies no pueden estremecerse, se me congelaron los nervios. Qué más... ah, sí, traté de encubrir toda esta soledad, esta amargura, a los desfavorecidos pidiendo ayuda sin recibirla, los hombres harapientos como yo que me tiraban al suelo, los niños que me pateaban, a todos los que quise traer mi angustia y desavenencia, que se retorcieran en mi lugar... Ellos se difuminaron, sobrevivo, a costa de todo lo que no eliminé. Los recuerdos no se oxidan. Por más que atenté contra esa maldita opulencia, ellos sonríen en sus tronos dorados. Quiero derretirlos, arrancarles la cabeza, oírlos aullar y que sepan que soy su justicia... La que se formó en la calle, cuando me camuflaba en cientos de historias, cuando aprendí a regatear, a timar, a ser boba y dulce... les extirparé las entrañas y la dicha y sus huesos serán alimento de los perros. Ya que no me creéis, os demostraré con pocas de mis fintas, de mis palabras, de mis locuras, que soy capaz de sustraer todo el terror de vosotros. Qué más os aguarda, yo sé que es suficiente pesadumbre. Es lo que os merecéis. Pagaréis por haber sido escépticos. Pues mi máscara se levanta, y me sonrío. Os espantáis. No necesito otra cosa que esa mirada para llevaros a la cuneta. Me encanta la humanidad. Qué pena que nos prefieran obedientes, que tengamos que acatar órdenes y ser formales con la imbécil finalidad de que esté en pie este régimen que oprime... Insultante. En tanto que ellos miran hacia otro lado, nada de esta desigualdad les afecta. Se revisten de festejos y de capas de oro y se olvidan de nosotros... Imperdonable. Humanidad. Cuánto me decepcionas. Eres simplemente tan burda... incapaz de llevar una máscara... en sus postreros momentos. Yo, por mi parte, os estoy muy agradecida por vuestra sinceridad. He olvidado quién era. Apenas sientes que me conoces. Maravilloso. Serás un hombre muerto en cuanto acabe de contar. Y esto es por lo que una máscara no se puede despegar de mi piel. He acabado transmutándome en una. Vivo para mentir, embaucar, entrampar. No hay alternativa. Ya que la verdad no sirve... ¿por qué no pruebas mi máscara? Tal vez te siente bien... Patético teatro. Unos payasos jugando a matarse unos a otros. El fondo de esta tragedia que es el género humano. Lo encuentro despreciable por eso mismo... Y me fascina cómo reaccionará al encontrarme. La sangre salpicando por todas partes. Jo, jo, la verdad se ha de revelar, yo la adoro incondicionalmente. Locura. Muerte. Mi máscara está rota. Y yo..., también.>>

Maestra de lo absurdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora