Me despertó un suave susurro de mi nombre, y al abrir los ojos vi que era Raquel.
-¿Que pasa?
-Nos han dado permiso, a Jorge le falta media hora en quirófano aproximadamente, y luego hasta que nos dejen ir a verle pues otra media y he pensado que para pasar el rato, en vez de estar en esta habitación tan deprimente podríamos ir allí a pasar el rato.
-Raquel, estoy dormida.
-Tati, anda. No quiero verte aquí encerrada mientras lloras en sueños.
-¿Que yo qué?
-Lo que oyes, anda levanta.
Me cogió de ambos brazos y me levantó, a duras penas por que yo hacía de peso muerto. Pero parece que no le costó en absoluto, estaba fuerte para ser una chica. Seguro que fue al gimnasio una temporada. Me di cuenta de que por más que llevásemos juntas más de un mes tampoco nos conocíamos tanto, a ninguna nos gustaba hablar de nuestra vida.
-Bueeeeno. Pero solo porque necesito aire fresco ¿Eh? En la cama se está muy bien, nadie me molesta... Bueno tú un poquito.
-Estar en la cama te hace estar de mal humor ¿No lo ves?-Y se rió.
-No, me hace estar de mal humor que me despierten.
-Quejica. Vamos, mueve ese culo y ve a peinarte.
Fui al baño sin rechistar, no creo que sirviese de mucho. Si mi madre me llama cabezota, no se como llamaría a Raquel.
Cuando estuve lista Raquel me guió hasta nuestro destino. Nunca pensé que en un hospital pudiera haber algo tan bonito. Los jardines aparte de ser grandes eran preciosos, estaban cuidados genial. Y olía más bien... Todo estaba pintado de rojo gracias a unas grandes rosas que adornaban en forma de arco toda la entrada.
Sin embargo el sitio estaba vacío, ni un solo paciente. Con lo bien que les vendría a más de uno salir ahí y respirar aire de verdad.
Supuse que este hospital no tendría zona de alérgicos (para ingresarlos por que bien que a mi me hicieron las pruebas), o que si la tenía seguramente estaba en la otra punta del hospital, y muy bien cerrada.
Raquel se quedó igual de sorprendida que yo.
-Me habían dicho que esto era algo bonito de ver, pero nunca me dijeron que podría ser el mejor jardín que viese en mi vida.
No pude decir nada para contrariarla, ese jardín era verdaderamente precioso, el jardinero se tomaba su trabajo en serio.
-Es precioso, para un hospital. Yo sin embargo sí he visto los jardines del palacio de Versalles en París y eso es increíble lo mires por donde lo mires.
-Yo también he estado en Versalles, pero es que ese jardín es cuidado día a día para visitantes. Esto es un hospital.
-También es cierto.
-¿Fuiste a París?
-Sí, me llevaron mis padres por regalo de comunión. ¿Y tú?
-Me llevó.. mi... mi abuela.
Por su tono pude saber que su abuela ya no estaba con ella, demasiado dolor palpable en su voz. Incluso los ojos se le enrojecieron un poco antes de que se lo frotara y parase las lágrimas que se asomaban.
Esta es la típica situación en la que no sabes que hacer, y yo no soy distinta, me quedé mirándola un rato muy largo, hasta que se dio cuenta de que la miraba. Realmente esa chica era preciosa, no comprendo por qué ha pasado por lo mismo que yo. Cuando volví a la realidad vi que Raquel tenía lágrimas cayendo por las mejillas. Entonces sí supe que hacer. La abracé hasta que se hubo calmado, nunca pensé que pudiese llorar tanto. Nos sentamos en un pequeño banco blanco al lado de unos rosales muy altos con rosas grandes y rojas. Estuvimos media hora así, hasta que ya no cayó ni una lágrima más. Para mí que se había secado, no tenía que más echar afuera.
-Ey, ey- Le dije golpeándola suavemente la cabeza, que estaba parcialmente hundida en mis piernas.-Raquel, cálmate. ¿Te encuentras mejor?
-Sinceramente, no.
-¿La echas de menos, no?
-Demasiado...
Volvió a romper a llorar, la desolación se notaba en el ambiente.
-Raquel, tranquilizate, puede que te vea alguien.
-Me da igual, Tati.
-Raquel, ella está contigo.
-Y UNA MIERDA, NO ME DIGAS LO QUE ME DIJO TODO EL MUNDO EN TU FUNERAL.
-¿Qué?
-Perdón me equivoqué, en SU funeral.
-Ah...
-Las prisas y los nervios hacen que me equivoque hablando y que empiece a temblar. Me pasa desde pequeña. Es una especie de dislexia del habla.
-No sabía eso de ti.
-Todavía no sabes casi nada de mi.
-Ni tú de mi.
-Se mas de ti de lo que tu crees.
Hubo un breve aunque incómodo silencio en el que a Raquel se le cayeron las últimas lágrimas de sus ojos. Yo me quedé mirando a las bonitas y grandes rosas rojas, pues realmente eran hermosas. Nunca había visto nada igual. Me recordé a mi misma que la única chica que me había dirigido la palabra en mi vida, aparte de mi madre, estaba allí sentada, con nuevas lágrimas brotando de sus ojos.
-Raquel, te entiendo. Se que es perder a alguien querido. Mi abuela tambien murió, y cuando yo tenía doce años y ya era consciente de ello. Mi abuela me había criado porque mis padres no podían cuidarme. Ella era mi madre, y cuando murió me lleve un palo muy grande. Tanto que ese año suspendí dos asignaturas porque no podía estudiar, y sigo sin poder hacerlo.
Hice un breve descanso para darle tiempo a Raquel a masticar mis palabras. También esperaba algún que otro grito pero eso no sucedió.
- Pero todo se supera. Puedes extrañarla e incluso llorar de vez en cuando. Llorar no es malo Raquel, liberas tensión. ¿Pero ella querría verte llorando aquí? A lo mejor por poca edad no conocía demasiado a mi abuela, pero estoy segura de que ella quería que yo fuese feliz. Y estoy segura de que la tuya también y que ahora desde el cielo te está sonriendo y está orgullosa de la chica en la que te has convertido.
-¿Tú crees?
-Estoy segura.
A Raquel le volvían a caer lágrimas de los ojos pero esta vez se veía que eran de felicidad. Me abrazó muy fuerte y se calmó completamente.
-Gracias, te has convertido en alguien muy importante para mi. Te quiero mucho Parabatai.
ESTÁS LEYENDO
Amnesia.
Teen Fiction"En la oscuridad siempre habrá algo que nos haga ver la luz" El diario de esta chica es prueba de ello. La anorexia no es juego. No es para bromear con ella, si no sabes no opines. Tatiana solo es una de muchas de las que se enfrentan al espejo todo...