Volví a mi habitación para la hora de comer, que es sobre las tres de la tarde. Por que Raquel y yo no tenemos apetito antes. Hoy había pollo. Pollo y patatas asadas. Más que pollo, un muslito desmenuzado, pero mejor para mi. Menos calorías para el cuerpo, aunque eso quería decir que por la noche nos inflaron más de lo normal. La doctora esta vez era maja y nos dio conversación. Sobre las nueve nos quitaron las bandejas ahora vacías. Me fui al baño a lavarme los dientes y a asearme antes de meterme en mi cama. Raquel iba detrás mía e hizo lo mismo. Me puse mi pijama de campanilla. Infantil, sí y qué. Y Raquel se puso el suyo, que es de los enanitos de blancanieves, pero con Gruñón en medio.
-Tati- me dijo
-Dime.
-¿Puedo preguntarte algo?
-¿Desde cuando pides tú permiso para preguntar nada?- me reí.
-Para esto sí.
-¿Me tengo que asustar?- dije todavía sonriendo.
-Mira, yo te lo pregunto y si quieres respondes y si no quieres pues no pasa nada ¿vale?
-Vale.
Dudó un instante pero luego preguntó:
-¿Si ese David te había hecho tanto daño, por qué no te olvidaste de el?
-¿Y para eso pides permiso? Menuda tontería. A ver como te lo explico… Umm…-reflexioné unos segundos y por fin dije- Ese chico me hizo muchísimo daño, como tu bien dices, pero aún así yo no podía pasar página. Era incapaz de olvidar sus palabras, y el beso, que fue mi primer beso, pero que yo no lo cuento como tal por que fue una mierda. Y noche tras noche lloraba hasta quedarme dormida, por que pensaba que si fuese más guapa, más alta, y más delgada, el si sería mi novio ahora. Pensaba que el hecho de que no lo fuera era por mi culpa.
-Eras una chica estúpida, que lo sepas. Que ese chico fuese tan gilipollas como para no darse cuenta de que eres una chica genial, no es ni era culpa tuya.
-Lo sé, ahora lo sé.
-Menos mal que Angie sirve para algo.
-Qué mala eres.
Estuvimos el resto de la noche (hasta las doce que nos callaron las enfermeras) hablando y riendo como ninguna de las dos, antes de conocernos lo habíamos hecho antes. Esa noche mi insomnio no me molestó y pude dormir, y soñar tranquilamente. En mi sueño estaban Jorge, Raquel y todos las demás personas que había conocido en el hospital. Yo estaba en la puerta de este, por fin me dejaban salir. Y Jorge había venido a recogerme con su coche nuevo, regalo de sus padres por su cumpleaños. Era un BMW X6 negro. No era el coche que cabría esperar que tuviese un adolescente, pero a el le gustaba y los comentarios le resbalaban un poco. Por fin podría comenzar mi vida de nuevo. estaba entrando en el coche cuando, sonó un ruido. Pero no en el sueño, fuera, en el cuarto… y me desperté.
-¿Quién está ahí?- Una estupidez preguntar pero es lo único que se ocurrió.
-Shhh, baja la voz- me dijo ese alguien que se había metido en mi cuarto a hurtadillas. Pero mi miedo había desaparecido y ahora reinaba en mi la curiosidad. Había reconocido la voz, la reconocería en cualquier parte.
-¿Qué coño estás haciendo aquí Jorge?
-Quería darte una sorpresa. Anda levanta.
-Estoy en pijama, ¿donde quieres llevarme?
-Es una sorpresa, ya te lo he dicho- dijo susurrando- ¿vienes o no?
-Bueno, pero que sepas que me has interrumpido un sueño perfecto.
-¿Saldría yo, verdad?-dijo sonriendo.
-Pues-suspiré- Pues sí, señor modesto.
-Eres buena con la ironía.
-Gracias. Y ahora ¿Vas a decirme dónde vamos?
-No, tendrás que confiar en mí y sobre todo, guardar silencio.
Me resigné, contra Jorge era difícil ganar. Excepto al Póker, pensé mientras sacaba una sonrisa malvada. Me condujo entre los pasillos del hospital y me costó ver hacia dónde nos dirigíamos, pero cuando me di cuenta ya estábamos en la puerta de los jardines. Si pensaba que no había estado allí se llevaría una desilusión grande.
-Ya estamos.
-Si tu sorpresa era traerme aquí siento decirte que ya estuve, con Raquel.
-Lo sé, he hablado con ella.
-Entonces… qué…
-Calla.- me tapó la boca y me condujo hasta uno de los blancos bancos de los que está repleto el jardín.-Mira arriba.
Me quedé sin habla. A pesar de las luces del hospital, que eran pocas, las estrellas se veían. No como seguramente se ven en el campo, pero pude distinguir la osa mayor. Era precioso. tanto que me emocioné.
-Eh, Tati ¿Que te pasa?
-Es que es precioso, y yo en estas cosas me emociono y más si pienso en mis seres queridos que según la fe cristiana están ahí arriba mirándonos ahora.
-Hola, parientes de Tati que nos están viendo ahora. Quiero avisarles de que su nieta, sobrina o lo que quiera que sea hacia ustedes, está en buenas manos conmigo-se paró y esto lo dijo mirandome a mi- No dejaré que la pase nada.
-¿Sabes que a veces puedes ser muy tonto?
-Pero me quieres.
-Por desgracia.
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Amnesia.
Teen Fiction"En la oscuridad siempre habrá algo que nos haga ver la luz" El diario de esta chica es prueba de ello. La anorexia no es juego. No es para bromear con ella, si no sabes no opines. Tatiana solo es una de muchas de las que se enfrentan al espejo todo...