Jorge estuvo conmigo todo el día, como dijo que haría. Por la noche, después de la cena se fue prometiendo volver al día siguiente para pasar otro día genial como lo había sido hoy.
Después de comer hemos estado con Raquel y Nico en el tejado, otra vez. Y hemos observado las nubes pasar, otra vez. Puede que a alguien normal le parezca muy aburrido. Pero yo no soy alguien normal.
Aún así, me empezaba a aburrir esa rutina. Nuestra vida está regida por rutinas desde que nacemos y a mi eso me aburre. Es una de las razones por las que necesito salir de aquí ya. Pero cuando regrese a casa se que tendré otra rutina y aún peor. Del insti a casa, y de casa al insti. Pero por lo menos ahora tendré a Jorge. Que en el hospital también pero será fuera, en el mundo real, donde vea la diferencia. Porque este es el mundo real. La gente disfraza las cosas, las cubre con una manta para que no las veamos y ponen una sonrisa. Pero el mundo de ahora se cae a pedazos: crisis, epidemias, pobreza, corrupción. destrucción, guerras… Es cuestión de tiempo que esa mentira que nos presentan cada día en los telediarios se derrumbe y entonces podremos ver lo podrido que está todo.
Cuando Jorge se fue a casa Raquel y yo nos quedamos leyendo nuestras nuevas adquisiciones, las deseabamos desde hace tanto que básicamente las acabamos en dos horas. Comentamos los libros y luego nos los intercambiamos pero antes de empezar Raquel dijo un comentario respecto al regalo de mi novio.
-Creo que si tú te pusieras en una punta del pasillo y yo en la otra, estas rosas se olerían igual.
-Lo sé, a qué huelen genial.
-Lo que tu digas…
-Celosa...
Ella se rió para darme a entender que no, y seguimos leyendo. Bueno, en realidad siguió ella. Yo no había podido superar el final de Corazón de mariposa así que decidí dormirme. Por suerte esa noche Morfeo fue bueno conmigo y aparte de dormirme pronto no me molestó con pesadillas, recuerdos o lo que fuera con lo que soñara yo. No. Esta noche estaba en un prado rodeado por un bosque demasiado denso como para poder ver detrás de la segunda fila de árboles. El sol estaba justo encima de este dejando el prado sin sombra en la que resguardarse, pero no hacía demasiado calor así que no era necesario. Además llevaba mallas negras y una camiseta blanca lisa pero con tela de encaje por encima y con algo de escote. El prado estaba seco si no contamos las pequeñas y muy pocas margaritas que estaban llenas de abejas.
Me levanté con el presentimiento de que debería contárselo a alguien. Ese alguien era Angie. Me desperecé, me duché, me peine y me vestí. Salí en busca de Angie. Pregunte en información y me dijeron que acababa de salir a tomarse un café, así que fui a la terraza. Pero no estaba allí, tampoco estaba en la cafetería. Al final fui al último lugar que se me ocurrió, y si no estaba allí por lo menos estaría tranquila un rato.
Para mi sorpresa cuando entré en el jardín allí estaba ella. Sentada en un banco mirando al cielo mientras sujetaba con ambas manos una taza de café humeante. Aunque estábamos en marzo la primavera no había llenado y el frío se notaba en el aire.
-¡Angie!-la llamé.
-Oh, hola Tatiana. ¿Qué haces aquí? ¿Como conoces este sitio?

ESTÁS LEYENDO
Amnesia.
Fiksi Remaja"En la oscuridad siempre habrá algo que nos haga ver la luz" El diario de esta chica es prueba de ello. La anorexia no es juego. No es para bromear con ella, si no sabes no opines. Tatiana solo es una de muchas de las que se enfrentan al espejo todo...