-Joder qué bien huelen.-Dijo Raquel y no podía estar más de acuerdo.-Anda, dame mi libro perdedor.
-Ya haremos la revancha…
-Cuando quieras.-le retó.
-Solos tú y yo, sin ayuda de Tati.
-¡Sí anda!
-Es lo justo. Los dos solos. Uno contra el otro.
-¿Y no crees que tu novia se pondrá celosa si estamos los dos solos?
-Oh, no. Por que ella podrá ver como te doy la paliza de tu vida.
-Creído.
Jorge soltó una carcajada y me besó. Yo le devolví el beso y cogí el ramo de flores para ponerlo en la mesilla de noche.
-Dejad de picaros mutuamente, parecéis críos.-dije riendome.
-¡Ha empezado él!- exclamó Raquel con tono de burla.
-Estás hecha una cría Raquel.- se burló Jorge.
Raquel puso expresión de asombro y pegó un puñetazo a Jorge en el hombro.
-¡AY! Que eso duele, joder.-dijo a la par que se frotaba donde Raquel le había pegado, claramente reconocible por estar ahora roja.
-Te lo merecías. Me voy, tortolitos. Si me necesitáis estaré en la habitación de al lado… o no.
Y después de decir eso, cerró la puerta tras de sí y nos dejó solos a Jorge y a mi. Después de un silencio incómodo decidí empezar una conversación.
-Bueno. ¿Y como está eso de dormir en tu propia cama?
El como respuesta se rió y se sentó a mi lado en el suelo, enfrente del espejo.
-Pues bueno. No está mal. Pero ya sabes, te quiero a ti a mi lado en ella.
-Anda ya, tontorrón.
-Es verdad, te echo de menos.
Me abrazó, esta vez más ágilmente que la primera vez que estuvimos así: sentados en el frío suelo enfrente del espejo que ahora estaba adornado con un par de fotos de Raquel y yo en el jardín del hospital.
Ahora no son necesarias las palabras. Una mirada basta o ni eso. Nuestro reflejo habla por sí solo. Nos queremos y ahora lo sé. Aunque siempre seré un poco insegura, no por el sino por mi misma. Pero el me quiere y yo le quiero y eso basta. ¿O no? ¿O es que el amor no es tan simple y complicado a la vez como eso? ¿No es por amor que un beso puede producirte frío y calor al mismo tiempo? Después de tanto tiempo buscando la respuesta a qué es el amor ahora lo se, por que lo siento. Porque el amor es complicado si no has pasado por el pero simple si sí que lo has vivido.
Rompiendo mis intrincados pensamientos Jorge me susurró al oído, muy despacio y suave:
-Eres preciosa ¿lo sabes?
-Estoy empezando a verlo, pero no te lo diré para que puedas decírmelo siempre que quieras.-le contesté también en un susurro y seguidamente le besé en el cuello y luego en la boca.
-Me alegro que estés mejorando, te mereces ser feliz.
-Soy feliz contigo.
-¿No crees en las promesas, verdad?
-No, hace mucho que paso de esas cosas. No se cumplen, la mayoría de la gente tardan más de un mes en romperlas así que para qué.
-Bueno, me da igual eso ahora mismo. Por qué te prometo aquí y ahora que siempre estaré contigo quieras o no por que Tatiana Robles, te amo. Y nunca he amado tanto a alguien como te amo a ti.-Seguidamente tuvo que secarme las lágrimas que inundaban mis mejillas.
-Joder Jorge, no puedes venir y contarme esto por que no. Porque soy muy sensible y si vienes tu y me sueltas esto me derrumbo.
-¿Pero te derrumbas modo bien?
-Sí, a modo bien.-sonreí.
-Ah vale, por que no te voy a dejar caer, que lo sepas.
-Eres adorable.
-Lo sé.
-Y modesto…
El se rió y me dio un beso. Seguimos abrazados hasta que fue la hora de la comida y tuvimos que separarnos para que tuviese espacio para comer.
Me tuve que comer los doscientos gramos de cocido madrileño. Los doscientos gramos y sus doscientas cincuenta calorías. Pero no pasó lo que siempre me pasa. No me sentí culpable, ni me dolía sentir la tripa llena. Me sentía bien, llena, pero bien. Es decir, es como si solo la presencia de Jorge y el saber que cuando saliera el estaría en mi vida, cambiase mi mente y la abriera para poder ver el mundo otra vez lleno de colores.
La doctora me felicitó, como lo habían hecho las cinco últimas, por mi brutal cambio de actitud y me dijo lo que todas, que yo ya sabía:
-No puedes dejarte volver a caer en esto ¿Lo sabes verdad?
Y luego se iba feliz con mi respuesta afirmativa y la bandeja ahora vacía. Luego Jorge me ayudó con mis ejercicios que yo sabía que no valdrían para mucho debido a la cantidad de calorías ingeridas en la comida.
Estuvimos un tiempo mirándonos mutuamente sin necesidad de hablar. Lo cual era genial, nunca he sido una maga de las palabras. Me alegraba saber que habíamos llegado a ese momento de la relación. Luego, sin romper el silencio Jorge se levantó fue hacia mi cajonera. Cogió mi libro electrónico y sin preguntar se puso a buscar algún libro. No entendí qué hacía hasta que se puso a leer en voz alta una parte de Romeo y Julieta. Me costó algo averiguar de qué parte se trataba hasta que Julieta dijo las palabras mágicas. Era la parte en la cual se declaraban amor mutuamente. Las lágrimas caían abundantes por mi cara. Antes de que acabara me levanté y le abracé inundando mi cara en su pecho. Suavemente levanté la cara y acerqué mi boca a la suya.
-Ey, ¿y eso?-preguntó.
-Nada, solo que te quiero.
-Y yo a ti Tati, demasiado.

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Amnesia.
Novela Juvenil"En la oscuridad siempre habrá algo que nos haga ver la luz" El diario de esta chica es prueba de ello. La anorexia no es juego. No es para bromear con ella, si no sabes no opines. Tatiana solo es una de muchas de las que se enfrentan al espejo todo...