Capítulo 15. Parte 3.

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Y en ese momento, como si fueran vapor que aparece de la nada, salieron de detrás suya Raquel y Nico con un montón de globos y un cartel enorme en el que ponía "¡ENHORABUENA TATI!".

-Pero ¿cómo coño habéis llegado antes que yo hasta aquí? Es imposible que os haya dado tiempo a llegar antes, después de deslizar la nota por debajo de la puerta.

-Ay, Tati, si te contasemos los trucos el mago se quedaría sin magia.

-¿Qué?

-Que no hemos sido nosotros los que te hemos pasado la nota, para acortar.-dijo Nico.

-Bocazas.-le espetó Raquel, pero se le fue rápido el enfado cuando Nico le dio un suave beso.-Ha sido Rubén, el del grupo "de internos del hospital" ¿recuerdas?

Una sonrisa se dibujó en mi cara cuando Raquel me dijo que si me acordaba del día en que conocí a Jorge. Mirandole a el fijamente dije:

-Pues claro, como para olvidarme.

-Normal.- dijo Jorge.- Rubén es tan guapo.

-Si...-contesté mientras me acercaba a el.- Será eso...

-A ver parejita.- Como no, Raquel...- Vamos a lo que vamos, ¡A despedir a Tati!

A continuación ella y Nico se movieron sincronizadamente para dejar a la vista lo que habían estado tapando. Era de noche por lo que cuando se encendieron todas esas luces amarillas típicas para adornar en navidad me quedé maravillada. La iluminación era la justa para dar el toque necesario. Habían llevado mantas, un ordenador y la película de Bajo la misma estrella.

-¿Queréis que llore o qué?-dije.

-En las despedidas siempre se llora. Y como esta era una despedida para sonreír, pues hemos decidido no hacer el feo y que llorasemos los cuatro. Como en una despedida real.

-Me parece bien.

Cada pareja cogió un par de mantas y las chicas nos acurrucamos a los chicos, como pasa en toda película. Solo que nosotras eramos realistas y cada vez que uno se cansaba, se intercambiaban puestos y así el chico no soportaba todo el peso siempre. Gastamos tres paquetes de pañuelos, cada uno. Y luego con un mechero los quemamos. No tiene ningún significado es simplemente que a Raquel le gusta quemar cosas. Además ella escribió una cosa en uno de ellos, pero no me dejó ver que era.

No podía creerme que en menos de semana y media pudiera salir por fin fuera. Podría ir al bosque a mirar las estrellas y constelaciones en vez de imaginarmelas. Podría hacer las cosas que hacen las personas normales, podría...

Podría hacer muchas cosas, pero nada sería igual nunca más. No podría despertarme y ver a Raquel, a Nico, a toas esas enfermeras que me han ayudado, a todos esos pacientes. No se si las cosas con Jorge serían igual, si mantendría el contacto con todos ellos. Si conocería realmente a Victoria o Angie se olvidaría de mi. No sabría que me depararía el futuro, ni como serían las cosas en casa a partir de ahpra, o en el colegio. No sabía nada.

Pero esta experiencia me ha servido para darme cuenta de que nada se sabe con seguridad nunca. En esta vida e puede pasar hasta que te despiertes bien pero que te vuelvas a acostar y nunca más veas el mundo. Puede pasar que te vayas a cualquier parte y haya un atentado o un terremoto, cualquier cosa. Pueden pasar tantas y otras tantas cosas que nunca sabemos si dormiremos en la cama por la noche. Nunca sabemos si volveremos a abrir los ojos y volveremos a ver los colores, las formas, el mundo. Nunca sabemos que puede llegar un día en el que ya no podamos oir el cantar de los pájaros u oler el delicioso aroma del café mañanero. Nunca sabremos nada con exactitud, por eso debemos aprovechar al máximo todo, estar agradecidos por cualquier mísero detalle. Antes, plantearme todo esto seguramente me povocara un ataque de ansiedad. Pero hoy, aquí, tumbada en el tejado de un hospital, apoyada en Jorge, viendo Bajo la misma estrella, solo siento curiosidad hacia que me deparará el futuro. Y no tengo prisa.

Amnesia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora