Amnesia.

Capítulo 14. Parte 1.

El resto de los días pasó como la rutina que los acompañaba. Lo único que hacía los días diferentes entre sí era Jorge y sus visitas. Y como no, los regalos totalmente innecesarios (pero que me alegraban la vida) que traía con el.

El miércoles me trajo un par de cds con canciones, que él mismo había escogido. En el primero estaban las veinte canciones que para el son las más románticas. Y en el otro las veinticinco más movidas, por así decirlo, que había encontrado y que en cualquier momento de bajón pueden hacer que quieras ponerte bailar.

El jueves un calendario con frases de Bajo la misma estrella para que pudiera ir tachando los día que me faltaban para salir de aquí. Realmente era precioso y junto a el puse la foto que tengo con Ansel Elgort, por que sí, gracias a las casualidades de la vida me encontré con el.

El viernes un libro que llevaba queriendo años pero nunca lo encontraba, Las ventajas de ser un marginado. Este llevaba un trozo de papel quemado, pero no lo suficiente como para que no se viera que ponía: ‘Aceptamos el amor que creemos merecer’.

No me había leído el libro, pero tengo twitter. Y en twitter hay mucha más gente que tampoco se ha leído el libro pero pone la frase ‘Por que le mola’ o ‘para aparentar’. Me pone enferma.

Y entre risas y lágrimas los días pasaron y yo no tuve tiempo de hablar con Raquel, pero tampoco estaba preparada. Si mentalmente pero aún así sabía que por más que me preparase algo a la hora de la verdad de mi boca no saldría nada inteligente. Aún así lo preparaba mentalmente unas diez veces por día. Necesitaba hablar con ella y decirle cuánto agradecía su existencia, que para mi es como un ángel la guarda… Que la quiero demasiado a pesar de que la conozco desde hace cinco meses contados. Necesito decirle todo esto, o como adolescente que soy, y por lo tanto exagerada, no me muero.

Por las noches ella se quedaba con Nico hasta las tantas haciendo no sé qué cosa que no puedo saber. Y yo a causa de haber vencido mi insomnio no podía aguantar despierta y terminaba dormida siempre. No se que me tenía más nerviosa, si no saber que tramaban esos dos o no tener tiempo para hablar a solas con Raquel. La cuestión es que con el paso de los días a mi se me olvidaba más el tema y yo no quería eso así que tenía que ponerle solución.

La mañana del 21 de mayo me levanté dispuesta a hacer lo que me fuera posible para hablar con Raquel. El día anterior ya le había dicho a Jorge que no viniese hoy, que necesitaba tiempo a solas. “Día de chicas” había dicho él con una sonrisa en los labios, y después de una última partida a las cartas terminó nuestro bonito día con un beso de despedida. Así que este día no tendría regalo, pero eso no era importante. Me dolía saber que no vería a Jorge pero me negaba a tener que depender tanto de él así que no le di tanta importancia como de costumbre. Cuando salí de la ducha, Raquel no estaba en su cama, como de costumbre. Lleva más de una semana durmiendo con Nico pero como yo siempre he estado con Jorge no le reprochaba nada. Normalmente no volvía a la habitación hasta las doce, justo antes de comer para darse una buena ducha, pero luego se volvía a ir para continuar con eso que yo no puedo saber.

Pero hoy va ser distinto. Me visto y me hago una coleta alta. Me miro en el espejo, no sin antes resoplar, y me dirijo a la habitación de al lado. Llamo una vez. No responden pero yo oigo ruidos dentro. Como si alguien estuviese moviendo algo pesado dentro. Llamo otra vez y esta vez se abre la puerta. Pero muy poco, lo justo para que pueda ver el enorme ojo de Raquel asomarse.

-¡Anda, Tati! Qué haces tú por aquí ¿y Jorge?

-Le he dicho que no viniera hoy…

-¿Y eso? ¿estáis bien, no?

-Sí sí, es sólo que… Raquel.-carraspeo la garganta.- Tenemos que hablar.

-¿Que pasa? ¿Está todo bien?

-Si, es solo que hace una semana que quiero hablar contigo pero no puedo, si no es por Jorge es por Nico..

-Es verdad, pero es que yo creía que querías estar a solas con Jorge.

-Oh sí por supuesto, es mi novio. Pero tu eres mi amiga Raquel y lo que quiero decirte no es nada malo, al contrario. Y llevo preparándolo todo este tiempo pero se que ahora no me va a salir como quiero pero yo…- respiro- Quería decirte que te quiero y que te agradezco todo lo que haces por mi. Te quiero mucho Raquel de verdad, eres la mejor amiga que nadie podría tener.

-¿Y eso ahora por qué?

-Nada, solo es que hablando con una amiga me dijo que debería dar las gracias por todo lo que las personas que han entrado en mi vida han hecho por mi.

-Ah… ¿Angie?

-Sí, Angie.

-Cada vez me cae mejor.- Se rió.- Pero no hacía falta nada de esto.

-¿Cómo que no? Tienes que saber que…

-No hacía falta Tati.-dijo cortándome.- Por que ya lo se. No hace falta que me digas ciertas cosas por que yo ya lo se. Igual te pasa a ti conmigo.

-No entiendo.

-La semana pasada cuando fue el día en que un año atrás había fallecido mi abuela ¿Tú necesitaste preguntar para saber que me pasaba algo?

La semana pasada llegué más tarde de lo normal a la habitación por culpa de Jorge, habíamos pasado una tarde de cine. Pero cuando llegué al cuarto Raquel estaba sollozando con una foto de su abuela en la mano. No me hizo falta preguntar para saber que la pasaba. Intuición femenina aludí. Nunca pensé que fuera por que Raquel y yo hemos conectado emocionalmente más fuerte de lo que pensaba.

-No, pero es que eso es intuición…

-Como quieras llamarlo, la cuestión es que solo con mirarte a los ojos se que piensas Tati. Y yo también te agradezco todo lo que has hecho por mi.

-Osea, nada.

-Haces más de lo que te piensas, me ayudas a entender cosas que si esto no hubiera pasado yo no habría entendido… 

-¿Qué ha pasado?

-Lo de tu intento de suicidio y mi… Mi accidente y tal.

-Ah, claro. Es verdad. Bueno, ya está. Ya puedes seguir haciendo lo que yo no puedo saber…-digo intentando mirar por la pequeña rendija que hay en la puerta pero Raquel se interpone rápidamente.

-Eh, eh. No, es sorpresa. Ala, vete.

-¿Me echas?

-Oh Tati, por supuesto que sí.-Y sonriendo me cerró la puerta en las narices.