Falacia de amor [RenMasa]

Capítulo LXI: "El tiempo se agota"

Capítulo LXI: “El tiempo se agota”

Narra Jinguji Ren.

Los días fueron transcurriendo con total normalidad, pasando un mes luego del gran evento. Apenas ayer, Masa y yo tuvimos una noche apasionada nuevamente, así como la de después del concierto.

Tenía su cuerpo abrazado, es tan cálido que me encanta esa sensación de tenerlo entre mis brazos. Creo que podría estar así todo el día. Pero, esa idea se esfumó cuando la puerta fue abierta sin previo aviso, dejándome ver a mi hijo correr hacia nosotros.

Se tiró sobre la cama, justo a mi lado.

–¡Papi, papi! –gritó con emoción.

Reí. ¿Es un pecado ser tan feliz? Porque de ser así, me declaro completamente culpable de serlo.

–¿Qué pasa, hijo? –pregunté mientras me iba levantando. Que bueno que pudimos vestirnos antes de dormir, bueno…más bien, Masa tenía puesto solamente mi camisa y su ropa interior. Yo, en cambio, estaba en pantalones.

–¡Vamos, hay que prepararnos!

–¿Para qué? –dije con falsa confusión.

–¡Papi! –me reprendió–. ¡Hoy usarás tu traje en la iglesia!

–Jajaja~ claro que lo sé –lo abracé, este inmediatamente comenzó a reír fuertemente–. Tengo sueño~.

Me recosté en la cama con Takumi aun abrazado, lo coloqué en medio de su madre y de mí.

–¡Papi, levántate, sino mami se enojará!

–Moo~ mi propio hijo está en mi contra –lloriqueé.

–No, papi. Es que después andas llorando para que mami te haga caso cuando la haces enojar –se defendió. Vaya, mi hijo me conoce mejor de que lo que imaginaba.

–Y me voy a molestar de verdad si no te levantas, Jinguji –escuché la voz de mi omega. La cual, me hizo temblar de miedo.

–B-Buenos días, mi amor –le sonreí para disimular mi temor–. ¿Llevas mucho despierto? –tragué duro.

Solamente me dice Jinguji cuando está molesto o cuando estamos en el trabajo.

–Sí, desde que Takumi entró a la habitación –hablaba con tranquilidad.

–Ya estábamos por levantarnos, ¿verdad, hijo?

Contesté de inmediato. Mi pequeño es mi única salvación.

–Papi dijo que aún tenía sueño, por eso se volvió a acostar –volteó a ver a Masa sonriendo. ¡¿Porqué?!

Lo reafirmo, fui traicionado por mi propio hijo.

–Ya veo~ –mi amado omega sonrió para nuestro pequeño–. Entonces, papá tendrá un mes entero sin “eso”.

–¡¿EH?! –expresé–. ¡Noo~! ¡Masa! ¡Castígame con cualquier otra cosa menos “eso”!

–Ya después hablaremos, Jinguji –sentenció–. Ahora, levántate de una vez para poder ir a bañarnos.

–Sí~ –comenté con desgano–. Hijo, ¿podrías ir a despertar a tus tíos por nosotros?

–¡Claro~! ¡Lo haré!

Fue bajándose de la cama, no sin antes darnos un pequeño beso en la mejilla a su madre y luego a mí.

Dios, mi pequeño es tan tierno. No quiero que crezca.

Lo último que escuché en la habitación, fue el ruido que hizo la puerta al ser cerrada.