La Maestra de Español

32. Fotografías Grises

Tomó una foto de nosotros, acurrucados en la cama, desnudos. La más íntima que nunca tuve. Estamos enredados en las sábanas, un mechón de cabello cae juguetón en su frente, está dándome un beso en la punta de mi nariz, ambos de perfil uno frente a otro, mis manos en su pecho, la suya abrazándome mientras la otra sostenía el celular. A veces, cuando la vida me golpea de más, saco ese trozo de papel arrugado y descolorido por mis lágrimas, suspiro.

Fue todo y nada, un momento de vida muy bonito pero imposible. No estaba destinado a ser por mucho que ambos uniéramos fuerzas para hacerlo realidad, fué un instante robado al destino. No me arrepiento absolutamente de nada, ni de lo que fué ni de lo que llegó después.

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La única solución que surgió en el cerebro de Leeteuk llegó con la grabación de SuJuTV, Shindong había propuesto "La tabla de las ELF", un tour gastronómico cercano a los sitios donde normalmente tenían Super Show. Siwon debía ser incluído en esas grabaciones pasara lo que pasara, tendría que obligarlo de alguna forma a sincerarse con Soo. Si a pesar de todo, ella continuaba a su lado, se daría por vencido y si no, él se encargaría de sacarla adelante.

Los timbrazos del celular lo sacaron de sus cavilaciones.

- JungSoo... sí... ¿Qué premios? ¿México?... ¿Estás seguro?... ¿Nos nominaron las hadas?... Tendríamos que checar agendas... sí... sí...

La cara se le iluminó.

- Iremos a México... podré verte...

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La vida al lado de Siwon era pacífica y fuera de lo normal a la vez, cada día era completamente nuevo en su compañía, divertido, intenso. Recuerdo la primer vez que fuimos de paseo en auto, quería conocer la ciudad, fuimos al Monumento a la Revolución, caminamos las calles del Centro de la Ciudad de México, le mostré los murales del Colegio de San Ildefonso y terminamos en Garibaldi en una cantina muy famosa.

Estábamos tomando tequila con limón, sal y sin mezclas, como decimos en México "derecho". Al fondo había un mural representando a algunos de nuestros cantantes de Ranchero nacionales, él lo único que conocía era un bolero: "Bésame mucho". La mesa se encontraba al fondo, prácticamente inadvertidos, aunque esa palabra le quedaba grande, era imposible que él no se hiciera notar.

- No conozco la música de tu país... es muy hermosa aunque un poco... escandalosa – reía

- No más que el trot – respondí con un mohín besándole los labios – la música ranchera no es para todos... no cualquiera puede cantarla... debes tener el alma muy a flor de piel, los sentimientos muy a flote... duele

Abrió los ojos, me miraba fijo, sin burla. Estaba sorprendido.

- Canta para mí...

Lo miré con dulzura, él sabía lo mucho que odiaba cantar en público. Rebusqué en mi cerebro alguna canción que me agradara, ninguna se me ocurría. El mariachi comenzó sus notas, una canción llamada "El último trago", recuerdo infantil muy preciado por mí. Me perdí en su mirada y las notas salieron desde el fondo de mi corazón.

- Tómate esta botella conmigo y en el último trago nos vamos, quiero ver a qué sabe tu olvido sin poner en mis ojos tus manos... Esta noche no voy a rogarte, esta noche te vas de a deveras, qué difícil tener que dejarte sin que sienta que ya no me quieras...

Cerré los ojos mientras cantaba, sentí su aliento sobre mi boca, abrí los ojos y me topé con su mirada llena de emoción "es el efecto del tequila" pensé. Me besó tomando mi rostro entre sus manos, posesivamente, como si fuera a desvanecerme y desaparecer en el soplo de su aliento. Sentí su lengua recorriendo mi boca, sus dedos bajando suavemente por mi cabello, detrás nuestro se escuchaba "Me nace del corazón".