68. Dos Amores

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Donghae miraba de reojo a HyukJae, mordía sus labios repetidamente y crispaba los dedos de forma nerviosa.

El pasillo del hospital era largo, inmaculado y frío. A esa hora de la madrugada solo existían los médicos, las enfermeras y uno que otro pasante perdido entre las habitaciones.

Daniela. Así se llamaba la chica que se encontraba en esos momentos pariendo con grandes esfuerzos mientras ambos esperaban afuera. No, no era un vientre de alquiler. Tampoco un pariente ni mucho menos una chiquilla lucrando con su cuerpo.

Contaba con 23 años, era delgadita, demasiado para su gusto. Blanca como porcelana, su cabello luengo y alborotado tenía el color del cobre recién pulido. Tenía unas manos pequeñitas, rechonchas.

Justo eso era lo que Hae más recordaba de ella... Sus diminutas manos. Parecía una muñeca antigüa, menudita, frágil. Trabajaba en su cafetería cerca de dos años atrás, llegó sin nada más que sueños, un bolso de mezclilla con algunas prendas y un pasaporte lleno de sellos como si coleccionara rutas.

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Estaba parada justo en la entrada, al parecer intentaba descifrar por medio de Google lo que decía la mampara: "se solicita galopina, documentos en regla" DongHwa llevaba rato observándola divertido, se notaba a leguas no era una niña común.

Pasó despacio a su lado, asomando la nariz a la pantalla del celular y en su mediano inglés se dirigió a ella:

- Dice que necesitamos una galopina, la anterior se fugó a China con un actor porno y se llevó la bicicleta del repartidor...

La chica parpadeó incrédula y él soltó una sonora carcajada.

- No, en serio... Si necesitas el trabajo entra y llena el formulario, mi aprobación ya la tienes...

Nuevamente parpadeó y por un breve instante le hizo creer no entendía nada de coreano, para su sorpresa contestó en un buen y comprensible acento.

- Gracias señor. Le agradeceré mucho la ayuda. Puedo empezar cuando usted desee, mis documentos están en regla.

Hae asintió cubriéndose el rostro en cuanto divisó un nutrido grupo de ELF apretando el paso. Daniela entró detrás y se desvío hacia el mostrador donde DongHwa la miraba serio extendiéndole el formulario.

- Disculpe - dijo en tono bajo y respetuoso - ¿Son ustedes los dueños de este café?

- Mm - asintió - ¿Puedes empezar hoy?

- Sí señor.

-¿Qué experiencia tienes?

- Mis padres tienen un café en la zona de Coyoacán, en la ciudad de México. Conozco el funcionamiento básico de las máquinas, la preparación de algunas mezclas, puedo servir mesas y no me da pereza lavar loza.

DongHwa la miró sorprendido por vez primera. Hablaba de forma muy juiciosa y madura. No parecía una chiquilla.

- Supongo que estás estudiando.

- Terminé el estudio medio en mi país y decidí viajar por mi cuenta, en cada país que visito tomo algún curso de repostería, barista o alguna especialidad relacionada con el café. Mi meta es volver a mi país y convertir el negocio de mis padres en franquicia. En el intermedio me agrada trabajar en los cafés y restaurantes, así que siempre tengo visa de trabajo en regla, me gusta entrar en contacto con la gente y poner en práctica lo aprendido.

- Bienvenida entonces - respondió DongHwa con un leve atisbo de alegría - en un momento te presentaré con mi madre y te indicaré tu zona de trabajo.

La Maestra de EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora