49 El Hilo Rojo

102 13 48
                                    

Una semana había pasado desde que el médico le diera el alta y se hubiera reincorporado a sus actividades normales. Soo había retomado sus clases y éso había disminuído sus visitas drásticamente. Apenas había podido disfrutar a su lado una sola tarde, durante la cual se la pasó dormido en sus brazos por el cansancio, mientras ella acariciaba su cabello y cantaba bajito alguna melodía de su tierra.

El fanmeeting sería esa tarde, había mandado una entrada para ella junto a un hermoso ramo de girasoles. Todo estaba listo, el sonido, las luces, las canciones. Las chicas comenzaron a entrar en pequeños grupos, no pudo evitar observar cómo se llenaban los asientos intentando encontrarla entre ellos. Nada.

- Ryeowook, es hora...

Se situó tras bambalinas, el VCR se proyectó y el escenario se iluminó. Ahí, entre todas esas sonrisas estaba ella, sosteniendo un lighstick con forma de jirafa. Logró distinguir cuando movió la boca y dijo un «te amo» haciendo que se irguiera de orgullo, ninguna de esas canciones había sido escrita para ella, pero en el fondo de su corazón sentía como si la hubieran estado esperado, la dueña de su alma, de sus sueños.

Ninguno hizo algo que levantara sospechas, incluso se retiró antes de la firma de autógrafos permitiendo conviviera con sus ryeosomnias tranquilamente. Al final del día le pertenecía, podía tomarlo cuando quisiera. Caminaba despacio afuera del edificio. Sonreía. La noche estaba especialmente cálida e iba a disfrutarla plenamente. Pasó por una tienda y compró unos panecillos esponjosos rellenos de mermelada, la marca que a él le agradaba. Se detuvo en «Haru & One Day» por un café, Donghwa le saludó y puso en una bolsa varias bebidas muy ricas que al final no cobró. Agradeció su gesto con mucha educación y finalmente tomó un taxi a casa.

Con rapidez texteó en el celular «Tengo panecillos, café y muchos besos ¿Cuál quieres primero?» sonrió pícaramente, tenía ganas de ver una película, abrazarlo y dormir entre sus cálidos brazos. «¿Así se siente el amor?» pensó. El coche se detuvo en la entrada de los departamentos, en unos minutos estaba en casa acomodando una mesita, preparando un blu ray, corriendo a darse un baño rápido para refrescarse y lucir hermosa. «This is love» dijo suspirando emocionada para sí misma.

***** ***** ***** ***** *****

«Todo listo. Hoy es el día. Llega puntual, me debes una»

El texto hizo que se dibujara una enorme sonrisa en su rostro, nada podía impedir esa noche perfecta, nada ni nadie. Por primer vez en largo tiempo su vida iba más allá de un concierto, de sentir el vacío cuando las luces se apagaban y los gritos callaban, cantar se había vuelto más íntimo, mucho más visceral, tenía todos los sentimientos a flor de piel y era por ella.

Empujó la puerta despacio, buscándola entre las leves luces de la sala. La vió salir del cuarto terminando de acomodar su vestido color lavanda, el cabello suelto y brilloso, su piel fresca y limpia, estaba poniéndose perfume. Levantó la vista, dejó el frasco en la mesilla cercana corriendo a sus brazos recibiéndolo con un beso prometedor.

- Cantaste maravilloso ¡Todo fué tan divertido!... quería morderte los labios - hablaba apresuradamente entre cada beso que le daba - no podía esperar a abrazarte y verte llegar a casa...

«Verte llegar a casa» esa frase lo cimbró de pies a cabeza, no, ya no estaba dispuesto a solo pasar unas horas en su cama, quería todos y cada uno de sus días, sus minutos y segundos sólo para él. Se alejó un poco de ella, acariciando con los dedos su cabello, la tomó del rostro y la sintió estremecerse cuando fijó su vista en lo brillante de sus pupilas.

- Salgamos

Soo hizo un puchero mientras le hacía notar con un gesto el café y los panecillos en la mesita del comedor.

La Maestra de EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora