7. Sungmin y la Filosofía del dejar pasar

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Hay días en la vida que no debieran existir. Regularmente son aquellos que se fueron, volteas hacia el pasado cuestionándote ¿Y si? Siempre quedará la eterna pregunta ¿Si hubiera tomado la decisión contraria qué habría sucedido?

Muchas noches me pregunté qué diferencia habría hecho elegir no casarme. Miles de veces me he cuestionado ¿Y si? ¿En verdad era amor lo que sentí? ¿No fue capricho o emoción demasiado temprana?

De algo estaba seguro, ya no sabía si sentía. Tantos golpes, uno detrás del otro me habían anestesiado, ya no sé distinguir entre un martes y un domingo, ya no puedo disfrutar un maravilloso amanecer ni la luna iluminando los tejados. Soy justo como esa canción que me enviaron, "Star king": una estrella en el firmamento que no puede brillar.

Doblé la esquina y en un santiamén me encontraba justo frente a un mercado, no sé ni siquiera cómo es que llegué ahí. El olor de la comida llegó a mis fosas nasales, inspiré una, dos, tres veces y sentí como el estómago me gruñía de hambre. Estaba a punto de pedir una porción de ramen cuando la ví sentada a dos mesas de la mía, observándome como siempre, fijamente y en silencio, llena de odio.

- "Campanilla" - dije por lo bajo

Era increíble como es que un nick tan hermoso pudiera causar tanta náusea en mí.

- Mi propia sasaeng – reí amargamente

La mujer que una vez me amó tanto como hoy me odia. Inevitablemente se me fué el hambre, me levanté y ví de reojo cómo sonreía, esa sonrisa tan repugnante que me causaba al mismo tiempo indignación y piedad. Piedad porque jamás iba a pertenecerle, hiciera lo que hiciera.

- Primero muerto – me dije

Acto seguido comencé a andar lo más rápido que mis pies me dejaban, normalmente lograría perderla en unos pocos minutos, su gordura le impedía ir a mi paso. Justo cuando iba en graciosa huída sentí cómo golpeaba un cuerpo pequeño, pensé que era un adolescente o quizás una ahjumma hasta que sentí cómo sus brazos me rodeaban atrevidamente. Escuché un ahogado "ay!" y me sonrojé al sentir sus manos justo arriba de mi trasero. De un empujón alejé a la persona de mi cuerpo y me encontré con una mirada sonrojada y sorprendida.

- Maestra... - alcancé a tartamudear mientras la muy atrevida se aferraba de mí, ya no sé si por sostenerse o por perversa.

- Sungmin de dónde...?

Se interrumpió a sí misma cuando se dió cuenta dónde estaban su manos.

- ¡Ay por Dios...!

Meneé la cabeza, indicándole que mejor guardara silencio.

- Vamos, acompáñame...

Dije entre dientes mientras la agarraba casi en vilo. "Campanilla" venía detrás y su cara de enfurecida me daba a entender que no sería fácil perderla esta vez. Para mala suerte de la profesora, había visto todo. Su cara enrojecida y abotagada nos seguía por los pasillos del mercado, juro que podía escuchar el chirrido de sus dientes.

Finalmente llegamos a una calle atiborrada de personas donde la perdimos. O al menos eso pensé.

- Sungmin... - dijo sofocándose - ¿Se puede saber de quién corremos?

No, sinceramente no estaba dispuesto a hablar. Y sí, estaba muy molesto, no con ella, sino con la situación. Lo que menos hubiera deseado es que alguien lo supiera.

- ¿Qué estás haciendo aquí?

Me miró fijo, haciendo evidente que había notado mi evasiva

- Vine a comprar ropa deportiva y me perdí - balbuceó igual que una niña chiquita sorprendida en plena travesura – Heechul me dijo la calle, pero nunca la encontré, seguí caminando y... ni siquiera sé dónde estoy

No pude evitar reírme de ella. Mi carcajada fue un tanto histérica, me era imposible controlarme, me miró fijamente, con la ceja derecha muy levantada, intentando adivinar qué pasaba por mi mente.

- Ven, te acompaño

- ¿No estoy desviándote de tu camino?

- No, no te preocupes por éso, últimamente no tengo nada importante que hacer.

Hace tanto tiempo que no he pisado un escenario pensé, parecen siglos desde que escuché el último grito de ELF coreando mi nombre, los estadios llenos de aplausos y de lighstick azules. Hace tantos siglos que no respiro. Ok, lo admito, eso sonó muy dramático.

La maestra hablaba y yo solo asentía y sonreía. Ni siquiera noté qué estaba haciendo ni la estafa por una blusa que evidentemente valía mucho menos de lo que pagó por ella. Nos sentamos en un tenderajo a pedir un poco de soju y unas patitas de pollo picantes, era tarde noche y tenía la intención de acompañarla al departamento. Mencionó que nunca antes había comido algo así, fué divertido verla hacer caras por el picante.

- Pensé que todos los mexicanos soportaban bien el picante. Una vez nos dieron chile habanero, picaba como el demonio, creí que lo comían de siempre.

- ¡Por supuesto que no! - reclamó indignada a medio sofoco - no comemos picante así, no de este tipo... por cierto ¿No tendrás problemas por estar conmigo tan tarde?

Suspiré. Definitivamente no podía decírselo: Tengo un matrimonio fallido que debe mantenerse por orgullo ante todos. No podemos tener hijos, ella es estéril y hace mucho que dejé de sentir ganas por darle un beso o una caricia. Para mí es igual a tener una hermana pequeña a procurar.

- A SaEun no le importará mucho, está en una clase de yoga justo en este instante y no llegará a casa sino pasando las once de la noche.

Eso si recuerda que tiene un marido - me dije – si recuerda que existo.

- Sungmin ¿De quién huías?

Por un momento pensé en contestarle, ese pequeño desliz se borró de mi mente cuando mi mirada se topó con la de ella, sentada tres mesas más al frente. Ni siquiera la había notado ¿Cuánto llevaría ahí, observándonos? apreté el puño por lo bajo, realmente si no fuera una mujer ya le habría dado una golpiza que no olvidaría en su vida. Reaccioné cuando la noona comenzó a voltear hacia todos lados, buscando la persona causante de mi incomodidad.

- Sungmin... - dijo susurrando - si hay algo que debamos hablar hazlo, ten por seguro no se lo diré a nadie

Sabía que podía confiar en ella, no era una ELF común, era una amiga. La cara de «Campanilla» hizo que cambiara de parecer. Dejé unos cuantos billetes sobre la mesa, tomé a la noona de la mano para darle a entender era hora de retirarnos.

- Sungmin... voltea y mírame - dijo muy molesta y firme

- Noona, no preguntes... por favor, no preguntes...

- ¿Tan grave es?

Un silencio incómodo quedó entre nosotros. Mis ojos estaban angustiados, no quería que ella se le acercara como hizo con SaEun, ya había perdido muchas cosas en mi vida y ya no deseaba seguir perdiendo.

- Noona, sólo por hoy - dije temblando - déjalo pasar

Me miró desconcertada, sabía que había entendido. Tomó mi mano y comenzó a andar, apretándome con fuerza, queriendo transmitirme seguridad y protección. Una mujercita tan pequeña pretendiendo protegerme, no pude más que esbozar una sonrisa. Sabía que ella nos seguía, se enteraría tarde o temprano de todas maneras. Suspiré.

- Noona, prometo que te lo contaré, pero por hoy, simplemente déjalo pasar.


La Maestra de EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora