37. Anestesia

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Siwon contemplaba el atardecer, en otros momentos ese paisaje frente a sí sería ideal. Una playa paradisíaca, lejos del bullicio, de la gente; La habitación enclavada en la arena, con techo de cristal que permitía ver la luz de la luna filtrarse despacio hasta la cama, el calor que invitaba a dormir semidesnudo.

InNa paseaba a lo lejos, su figura se dibujaba a través de un pareo vaporoso mientras jugaba en la arena, su cabello caía en cascada cubriendo su perfil. Así, de espalda, por un momento creyó estar viendo a Soo. Cerró los ojos, podía escuchar su risa, sentir sus besos resbalando por su piel, sus manos peinando su cabello, ésa mirada que encendía sus máximos deseos carnales.

- No pienso dejarte ir... así tenga que venderle el alma al diablo por estar una vez más contigo no me importa...

Sonreía amargamente, «venderle el alma al diablo», en sus peores pesadillas jamás se imaginó decir una cosa como ésa, había caído al fondo, estaba arañando el piso y le importaba un bledo el costo de su salida, si tenía que tomarla por la fuerza lo haría, con el tiempo le perdonaría lo que fuera, lo que hiciera. Sí, así sería.

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Soo no pudo dormir, ni ésa noche ni las siguientes tres. Apenas cerraba los ojos escuchaba en su cabeza «hazlo ¿Qué más dá? sólo hazlo» ¿Dónde estaba su dignidad? ¡Ah, sí! ¡Ahora lo recordaba! Siwon Choi se había encargado de hacerla mierda.

Comenzó a rememorar todo lo sucedido desde su llegada a Corea, situaciones que ella no esperaba ni imaginó en sus más locos sueños. Ella solo iba a impartir clases a su grupo favorito, iba a conocer una cultura distinta a la suya, pasear y guardar hermosos recuerdos que alegraran su patética vida. ¿Qué había obtenido en realidad? problemas, problemas a montones que estaban ahogándola y llevándola a su límite sin permitirle respirar.

Esos días en soledad sin estar en contacto con ninguno de los chicos le habían permitido aclarar muchas cosas, poner en orden sus sentimientos, los pocos que había podido desenredar. Sentía esa opresión en el pecho creciendo constantemente: la maldita tristeza.

Todo había sucedido demasiado rápido, como si fuera en una carrera de relevos y estuviera a nada de la meta final. Aún no había podido lidiar su luto con Kangin cuando ya tenía embebido en el cuerpo la decepción por Siwon. Y para echarle sal a la herida, estaba el amor de Wookie, un amor que en otras circunstancias tomaría si no fuera por tantos sentimientos encontrados que la ahogaban. Si pudiera sacarlos todos, si pudiera vaciarse de una vez y empezar de cero lo haría con él, en ello no había duda. Sobre todo porque él merecía un amor sincero, sin pasado, sin tristezas empañándolo. ¿Podría hacerlo? ¿Debería hacerlo? ¿Se lo merecía siquiera?

Estaba decidido: tomaría la oferta. Era puro sexo, sin amor de por medio, sin sentimientos. Solamente algo que la anestesiara antes de sacarse de una vez por todas a MaSi sin piedad. Ya no tenía dignidad que cuidar y estaba harta de llorar todas las noches. Si ya tenía el corazón roto y el alma muerta ¿Qué mas daba echarse de cabeza al foso? al final el único camino que quedaba era hacia arriba, lo tendría que recorrer sola, así eran las cosas, así era la vida, así era la verdadera vida.

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Había pasado cerca de medio mes después de mi fallida entrevista con ella. Ni una llamada, ni siquiera un «bastardo hijo de puta» ni en palabras ni en mensajes. Lo peor no es un improperio incómodo, es que te ignoren rotundamente. En el fondo me lo merecía, es decir ¿En que cabeza cabía proponerle algo así a una mujer destrozada por otro? ¡En la mía claro! la cosa es que a mí el cerebro me conecta en formas distintas.

Uno, ese cabrón de MaSi tiene que pagarme factura al menos una vez en su vida. Dos, ella me pone mal en todo sentido, olerla, sentirla cerca me enciende, me nubla la razón y no es algo planeado o que pueda controlar. Tres, estoy seguro no tiene nada que ver con el amor, aunque pudiera convertirse en uno. Me contuve pensando se quedaría con él al final, de verdad creí iba a luchar por ella sin miramientos ni remordimientos ¡Qué equivocado estaba!

La Maestra de EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora