62. Los dos Woon

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La peor parte de ver morir a alguien no es el hecho en sí, sino el vacío que te deja. Yo tengo dos muy grandes y me siento culpable por ambos. Kangin era como un hermano para mí, de las pocas personas que sabían sobrellevar y manejar mi carácter, ése que todos llaman "bipolar". Siempre tenía las palabras exactas, el gesto correcto y la manera adecuada para animarme, regañarme o corregirme.

Cuando estaba deprimido por el desastre que fué mi disco, él organizó un viaje solo para mí. Obviamente nos hicieron filmarlo, pero eso no importaba. La energía de GinGin curó mi alma y reconfortó mi corazón. Verlo diciéndole a todos aquellos que lo reconocían "Él es Yesung, tiene un disco que recién estrenó, por favor, escuchelo" dio calidez y confort a mi persona. En verdad era un ser especial, igual que Soo.

¿Por qué me siento culpable? Sencillo, fuí yo quien animó a YoungWoon para acercarse a ella. Pude haber dicho "No Woonie, estás confundido, la chica solo te atrae porque es extranjera, se te olvidará pronto", en cambio dije "...que te armes de valor y la beses". Gracias a mí comenzó este lío, gracias a mi estupidez esos dos se enredaron en una madeja que terminó rompiéndonos a todos.

Nunca imaginé que Woon terminaría enamorado de Soo, en verdad, no cabía en mi mente. Ella tenía 7 años más, ni siquiera entraba dentro de sus estándares. Para ser sinceros, él la odiaba. Detestaba a esa mujercita autosuficiente, lo que era y representaba, a nosotros nos enseñan que una mujer debe ser sutil, no sumisa, pero sí amable y condescendiente con su marido. Soo era un huracán, no callaba lo que pensaba, lo decía sin absolutamente nada de tacto y con una grandiosa ausencia de tino, muchas veces Woon estuvo a nada de callarla con un golpe en la frente que la devolviera a sus sentidos, se contenía repitiendo mentalmente "es extranjera... es extranjera".

El día que estuvo seguro acerca de ése amor también me dijo cómo lo había descubierto. Soo estaba sentada al lado del ventanal en el departamento donde tomábamos clases. Llevaba un vestido color rosa que dejaba a la vista sus rodillas. Su pose era un tanto peculiar, con las piernas cruzadas, algo que normalmente una coreana no haría y para ella era natural. El cabello le caía en gajos sobre el lado derecho del rostro, traía los labios pintados en rojo encendido, "rojo pirujo" decía ella, nunca entendí esa referencia.

GinGin la observaba atentamente mientras ella dictaba la clase, yo me sentía incómodo en medio de esa guerra de miradas. Cada vez que él fijaba directamente sus ojos en los de ella, Soo bajaba tímidamente el rostro y fingía no darse cuenta. Cuando menos lo pensé, él tenía su rostro a escasos centímetros de su nariz, se había levantado de su sitio para hacerle una pregunta señalando algo en el libro, aprovechó para cubrirla parcialmente con su cuerpo desde la espalda, dejando que sintiera el aroma de su colonia. Soo movió instintivamente sus pies por debajo de la mesilla, pero su cuerpo se movió hacia el de él, cerrando el círculo... obviamente ésa era la señal para mí de desaparecer bajo cualquier pretexto, soy distraído pero no idiota.

Lamentablemente para los tres, no llevábamos ni treinta minutos de clase y a mí no se me ocurría ninguna cosa inteligente para huir, así que debí atestiguar el inicio de ese amor tan doloroso. Fingí no darme cuenta cuando él dijo "gracias Noona, ahora lo he entendido" y le dió un beso travieso que se desvió hacia la comisura de sus labios, Soo lo miró sorprendida, con una ilusión maravillosa en sus ojos, como el de una adolescente que recién descubre el amor. Woonie le guiñó el ojo y retomó su sitio junto a mí. Antes de salir le dijo al oído "puedo ver tu ropa interior", Soo cerró las piernas sonrojándose al por mayor mientras yo contenía la risa. "Nos vemos en el gimnasio, pasaré por tí a las 7" no sabía de qué hablaban, lo único que tenía claro era que estaban enamorados y ni siquiera se habían dado cuenta.

Puedo recordar cada palabra pronunciada ese día: "Cada vez que la miro el corazón se me acelera, siento paz y tranquilidad a su lado. Siento que la vida tiene sentido, que por fin puedo parar de correr sin caer en el vacío. Soy feliz al verla sonreír, quiero protegerla entre mis brazos, no quiero volver a verla llorar, nunca más" Si eso no es amor, entonces no entiendo este mundo y jamás lo entenderé.

La Maestra de EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora