15. Yesung es un mal cupido

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Hay cosas para las cuales no debieran pedirme opinión, una de ellas es respecto al amor. Mi experiencia con ese asunto es nula. No he pasado más allá de declararme a la chica que me gustaba una sola ocasión, el amor como tal nunca lo he sentido realmente, así que no sabría cómo reconocerlo.

Kangin me había puesto en serio dilema con su cuestionamiento "Hyung ¿Cómo sabes que estás enamorado de verdad? No hablo de un gusto, ni de que una chica te guste, tampoco hablo de que sólo te atraiga sexualmente ¿Cómo sabes que es ella? ¿Qué debes pensar o sentir a su lado para reconocerla?"

GinGin de normal era quien resolvía mis dudas, no quien las creaba. Así que me encontraba en un predicamento. Para mí, la idea del amor es poética y antigüa: LA persona, ésa con quien puedes hablar horas seguidas, contemplar en silencio un atardecer, cocinar una madrugada mientras andas descalzo por la casa. Nunca me había puesto a pensar cómo sabría que es ELLA.

A lo largo de los años he conocido muchas mujeres, todas hermosas y algunas no tanto, por algunas he sentido cariño, pero nunca amor. Ese golpe avasallador jamás ha llegado a mí, conozco la dulzura, la pureza de un amor primero, más nunca éso que hace que tu mundo vuelque, que se desmorone en un tris y se reconstruya en un abrir y cerrar de ojos. No, no sé qué es sentir cuando el corazón se paraliza, el aire se te escapa y no vives más que a través de sus ojos.

Ver a Kangin confundido me desconcentra y me aterra a la vez. Ahora me estoy cuestionando si ya la he encontrado y ni siquiera la reconocí. Si la perdí en algún café o en alguna esquina transitada donde nos topamos de improviso.

- Hyung, si sólo vas a quedarte ahí parado con la boca abierta mejor me iré - dijo muy molesto

- No... es que... en verdad no sé qué decirte ¿Por qué deseas saber eso? ¿Qué es tan importante?

- Conocí a alguien...

Tomó aire en un gran suspiro, se desplomó sobre el sofá y fijó la vista en el techo. En verdad lucía extraño, era una mezcla de ansiedad, sorpresa, temor, enojo consigo mismo. No sé si había rastros de felicidad ahí, en serio era desconcertante y atemorizante.

- Cuando la miro el corazón se me acelera y se detiene al mismo tiempo... si la tengo cerca y siento su olor me dan ganas de abrazarla y no soltarla nunca... escucharla reír es algo que llena mi alma...

- ¡Vaya! ¡Encontraste tu hilo rojo!

- ¡No me digas que crees en cuentos de ancianas!

Lo miré un poco ofendido, en realidad sí, yo creía en éso, sigo creyéndolo aún hoy día. Si Kangin lo encontró donde menos lo esperaba, seguramente el mío está en algún lado, sólo es cuestión de abrir bien los ojos.

- GinGin ¿Cómo explicas entonces todo eso que sientes?

- No es que lo haya sentido a primera vista idiota. En realidad mi primera impresión fué de una franca aversión hacia ella.

- Del odio al amor hay un paso, eso dicen los occidentales. Supongo que a tí te aplica a la perfección.

Estaba molesto por mi comentario, pensé que me iba a soltar un golpe o un grito, lo que saliera primero. Kangin era impulsivo, muchas veces no pensaba demasiado lo que hacía, simplemente actuaba y después hacía las preguntas. Aunque reconozco, pocas veces actuaba insensatamente, de normal, sus actitudes eran acertadas, dignas de cualquier ser lógico y nada visceral.

- Me molesta no saber qué siento... me molesta que sea extranjera... que me lleve casi diez años de edad porque no me dará hijos... me molesta que es irreflexiva... su descaro... su altanería... su...

La Maestra de EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora