47. Promesas de Amor y Honor

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La vida pasa ante nuestros ojos de distintas maneras, igual que las fases de la luna cambiamos en cada etapa y siempre que termina un ciclo, iniciamos otro. Justo así se sentía estar en brazos de Wook. Después de la incertidumbre, de no saber quién eres y si en verdad existe un lugar donde pertenecer, después del frío interno que ninguna lujuria apaga, la calidez de una respiración sobre tu cabello es más que suficiente para volver a vivir y sonreír.

Estábamos sentados frente al televisor, Ryeowook me abrazaba mientras me encontraba sobre sus piernas con un bowl de palomitas entre las manos, mirábamos una película vieja pero muy hermosa llamada «Fly Daddy, Fly» con un actor que a mí me gustaba demasiado: Lee JoonGi. Cada vez que suspiraba Wook metía una palomita en mi boca para que me callara, eso me divertía, nunca había encontrado placentero poner celoso a alguien, en realidad eso me parecía un gran desperdicio de energía pero en ese justo momento, me resultaba gracioso al por mayor.

- Eish... debí elegir la cinta...

- ¿Estás enojado? - miré hacia arriba y noté sus ojos entrecerrados, reí

- ¿Tú qué crees pequeña traidora? - respondió mientras bajaba su rostro hacia el mío

- ¡Es sólo una película! - dije mirando fijo a sus ojos muy divertida - y además... tampoco es como que fuera a conocerlo - rematé con un puchero en los labios

- Eso mismo pensabas de nosotros - enmarcó una ceja dejando de lado el bowl

Touché. Me tenía acorralada y no en sentido metafórico. Estaba rodeada por sus fuertes brazos, aunque tampoco es que estuviera planeando escapar de ellos. Una lo mira por primera vez y piensa «es un chico hermoso» observas su delgadez, la fineza de sus facciones, su sonrisa estudiada y lo exacto de sus modales. Jamás te lo imaginarías como un hombre, arrogante, protector y arrolladoramente sexy, como el alfa.

A mí me tenía embobada ese lado suyo que nadie conocía. Algunas ocasiones había visto sus miradas despectivas y fulminantes, no se comparaban con lo que me mostraba: dominante, impulsivo, fuerte. Cada vez que hablaba mirándome a los ojos, era imposible negarme a sus peticiones, simplemente me tenía en la palma de su mano, sin reservas ni restricciones, sin negativas.

Bajó su cabeza suavemente hacia mis labios, sin dejar de mirarme. Entreabrí la boca esperando su contacto, tocando su pecho con mis manos. Sus músculos eran suaves y bien definidos, fuertes, cada uno de ellos se delineaba con sus movimientos, mordí mi labio inferior sintiendo claramente cómo se acomodaba sobre mi cuerpo, aprisionándome bajo su abdomen firme viendo como su manzana de Adán subía y bajaba despacio mientras él respiraba en mi cuello.

- No quiero que mires a otros... no quiero verte siquiera respirar junto a otros...

- No hay otros - respondí impulsando mi cuerpo hacia el suyo, buscando su contacto

Fijó su vista en mis pupilas, sabía que no mentía, que solo lo hacía para provocarlo. Su mirada se tornó dulce, tranquila y la ansiedad desapareció. Sin darme tiempo de nada se levantó y me jaló de un brazo, cuando menos lo pensé estaba en su hombro como si fuera un costal, empecé a patalear mientras su risa inundaba la sala.

- ¡Bajameeee! ¡Quiero terminar la peli! - una nalgada fué mi respuesta

- No señorita... no vas a mirar a JoonGi-shi como si quisieras comértelo... - reboté en la cama - para eso me tienes a mí...

¿En serio no veía lo que provocaba en mí? ¿En serio pensaba que podría mirar así a alguien más? Sonreí.

- Tonto... - delineé su mandíbula con mis dedos suavemente fijando mis pupilas en las suyas - eres como el aire... no sé qué hacer sin tí... eres fuerza - dije poniendo mi mano en su mejilla - eres mi fortaleza... eres mi vida

La Maestra de EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora