67. Finalmente digo adiós

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Kyuhyun está llorando, piensa que nadie lo ha escuchado. Tengo ganas de acercarme y abrazarlo, de sobra sé debo contenerme, respetar su deseo. Shindong tiene a Azulita en sus brazos, la está haciendo reír junto con Heechul, sus carcajadas son música para mí, es la hija que no tuve con Eun.

Siento que por fin la pesada losa sobre mi espalda se ha roto. Mi deuda ha sido saldada. KangIn, cumplí cuidando de Soo, no la dejé a la deriva y mucho menos le dí la espalda. Akbal debió ser tu hija, ya que desvié ese destino, lo correcto era encargarme de ambas hasta estar en buen puerto. Sé estás aquí, te sentí desde el día que ella murió, cumplí querido hermano, te prometí jamás abandonarla, es momento de entregar esa niña a su padre... en otra vida, en otro espacio, estarán juntos tal y como debió ser.

La carta con mi nombre está sobre la mesilla del comedor. A mi mente vienen todas esas tardes compartidas, el nacimiento de Azul, las noches que pasamos juntos cuidándola, mientras Soo dormía y yo aprendía a darle de comer, luego la acunaba en mi hombro. ¡Cuántas camisas echadas a perder con su fórmula, su vómito y sus mocos! No es queja, lo recuerdo y sonrío. El corazón se me llena de felicidad.

Los dedos me tiemblan al abrir esa misiva ¿Qué se te quedó guardado Soo? ¿Qué cosa faltó por decirnos? KangIn... siéntate a mi lado, escucha las palabras de tu amor, comparte conmigo su adiós.

"Señor Conejo... no sé cómo comenzar esta carta, hay miles de cosas por decir aún al hermano que nunca tuve, al tío amoroso de mi hija, al chico maravilloso y cálido siempre sonriente.

Toda la vida sonríes, aún cuando estés destrozado por dentro. Aún no sé cómo lograste encontrarme, supiste exactamente por qué calle caminar, donde detener tus pasos, fijar la vista y localizarme. Realmente fué una coincidencia extraña, una en un millón..."

Detengo un momento mi lectura, las lágrimas inundan mis pupilas y te miro. Estás sentado frente a mí tal y como aquella ocasión, no puedo escucharte pero adivino tus gestos. Sé te encuentras agradecido porque nunca te miré con recelo, para mí no eres un fantasma GinGin, eres un ángel, el ángel personal de esa boba irredenta que tomé por hermana.

Fuiste tú quien dirigió mis pasos, mostrándome a señas dónde comprar el boleto, el día, la hora exacta, las rutas, las calles para finalmente toparnos de frente, ella con su uniforme de trabajo, su enorme estómago evidenciándome su estado. Se detuvo sorprendida, trastabilló un poco y pensé iba a caerse de la impresión, me miró enojada, casi me aventó encima su bolso, agraciadamente la abrazaste por la espalda y en cuestión de segundos ella se tranquilizó.

"Noona pareces balón playero... justo esa frase salió de tus gráciles labios acompañada de una carcajada estruendosa. Y a partir de ahí jamás nos abandonaste, te convertiste en puerto seguro y mis padres te adoptaron como su quinto hijo. Todavía recuerdo el tiradero de cosas que hiciste en mi cuarto sin avisarme, quería pegarte y tu sonrisa me desarmó... mira Noona, armé la cuna para Azulita, le puse un montón de estrellas en el techo y tiene su oso aquí en la esquina, esperando por ella. El cuarto estaba pintado como si fuera un cielo de primavera, las lágrimas me ganaron y el bebé pateó en mi estómago.

¿Cómo sabías que era una niña? Fuiste tú quien la apodó Azul..."

Ahhh noona, en realidad no fuí yo... nunca fuí yo. Siempre fué KangIn. Él eligió el nombre, el color de su cuarto, la decoración. En un principio creí que decía "estrella" porque siempre señalaba al cielo, hasta que un día me mostró un globo que decía "Blue" junto a otro que tenía el lema "it's a girl", ahí entendí, aunque jamás imaginé le pondrías ese nombre.

La cuna la elegimos entre los dos y bueno, si me hubieras visto en esos días probablemente habrías llamado un psiquiatra o un exorcista. Ojalá alguna vez hubieras podido mirarlo, sentir sus abrazos, sus cariños. Akbal puede verlo, incluso lo escucha, no sé si estará a su lado como contigo, lo que sí estoy seguro es que ha cuidado de ambas cuanto se lo permitieron.

"SungMin... no tengo palabras para describir mi agradecimiento y cariño hacia tí. Por todas esas noches en que como si fueras mi esposo, salias corriendo a horas de la madrugada a buscar comida o un médico. Por esos días donde me acompañabas a consulta y luego nos consentías con un helado, un paseo o tu hombro para dormir.

Fuiste la primera persona en sostener a Azul, estabas ahí, la viste nacer y respirar por vez primera, me diste valor tomando mi mano. Velaste su sueño, le enseñaste a jugar, a cantar, a caminar y eres el testigo de su primera palabra, su primer paso, casi un padre para ella"

No puedo evitar reírme al recordar esos días, la primer vez en que te ví levantada en la madrugada buscando en el refrigerador como desesperada "Min... quiero helado... necesito helado". La verdad no tenía intenciones de traerlo, la mirada fúrica del Mapache fué lo que me impulsó a salir corriendo en su busca, hasta la fecha es el postre favorito de Akbal.

Recuerdo cuando la enfermera salió buscando desesperada "eres el esposo de Soo?" dijo señalándome como si hubiera robado un banco, no supe qué contestar, solo moví la cabeza afirmativamente, en menos de lo que pensé me dió un jalón de Dios y señor mío casi sacándome el brazo... y ahí estabas, llena de miedo. Detrás de mí venía KangIn, fué quien se puso a tus espaldas y te musitaba palabras en el oído, yo sólo tomé tu mano admirando el milagro de la vida traducido en ese sollozo gutural, en esas manitas alborotando, en la sonrisa que GinGin te dirigió y en su suave beso que nunca supe si sentiste.

¿Su primera palabra? A tí te dije que era "mami", como debía, fué "Pache", un claro intento de pronunciar "Mapache". La encontré brincando y riendo en la orilla de la cuna, pensé que se iba a romper la crisma, ya me imaginaba golpeado con un ojo morado hasta que caí en cuenta, estaba jugando con GinGin. Supongo le pidió guardaran el secreto, ya que hasta hace unos días me enteré ese pequeño diablillo siempre lo ha visto y escuchado.

¡Se veía tan bonita en su pijama de jirafa! Su boquita sonrosada, sus mejillas rechonchas y esas manitas diminutas que apenas abarcaban una pequeña porción de mi dedo. A Ryeowook se le hubieran llenado los ojos de lágrimas al verla, en cuanto la miró te vió en sus ojos, él sabe, él la ama con todo su ser.

"Min... gracias por todo. Un día encontrarás a esa persona especial, recordarás lo que es ser amado y tu sonrisa será de verdadera felicidad. No dejes tu sueño, es hora de volver al camino, sigue tu propio sendero, triunfa por tí y para tí, la piedra que te lo impedía se ha ido para siempre.

No albergues rencores fútiles. Si bien la vida no fué del todo buena contigo, aún no termina. Hay millones de personas en el mundo, miles de países y sitios por recorrer, muchas historias para vivir y contar. Simplemente avanza. Estoy consciente detuviste el paso por nosotras, es hora Min.

Lucha, no te rindas nunca. Si te cansas detente un momento, respira, mira el cielo y sigue viviendo. A tí no te pediré que cuides a Azul, ya lo has hecho. Ella te amará para siempre, lo sabes. A tí te pido... no... te exijo, avances ya. No tengas miedo, estoy segura que Wook amará a su hija como lo has hecho tú sin que llevara tu sangre, Teuk la protegerá, igual que Kyu, igual que todos. Hee le enseñará todo eso que yo no podré, a caminar elegante, ser hermosa, carismática. Hae y Hyuk la llenarán de amor y risas. Shindong la guiará si ella se lo permite, siempre hacia buen puerto. Yesung la hará sacar lo mejor de sí misma. Siwon un día comprenderá y recuperaremos su maravilloso corazón, es cuestión de esperar.

Ten un buen camino Min, sé que lo harás exitosamente. Hasta el día que nos volvamos a reunir, te ama, Soo."

Miro a Akbal jugando con su padre, sé que ella tiene razón, como siempre. Es hora de continuar, ya he renunciado a Super Junior desde hace mucho, dejé ir a SaEun con el mismo amor que pensé nos uniría hasta la vejez, es tiempo de soltar a Azul y confiar en su padre, en su protección. Siempre que quiera ahí estaré, atravesaré medio mundo con tal de ayudarle si me llama, ella lo sabe.

Adiós GinGin. Te veo mientras acaricias el cabello de nuestra pequeña, la misma que hemos cuidado durante estos largos seis años, sabes que también ha llegado tu tiempo y sé que cerrarás esa puerta también. Ya has hecho lo que correspondía, ahora debes tomar la mano de Soo y guiarla hasta el final.

Finalmente avanzo, mis pies se sienten ligeros igual que mi corazón. De aquí en adelante seré solo Lee SungMin, bajo mis reglas, mis preceptos, tengo finalmente mi vida entre las manos, nadie volverá a decirme qué hacer ni donde ir. Soy libre, finalmente puedo decir "adiós".

La Maestra de EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora