73. Tormenta

79 11 8
                                    

Heechul depositó delicadamente a la niña en el piso, ella estiró la mano tocando con los dedos su cabello el cual llevaba atado en una media cola, tiró de la pluma que adornaba su peinado sonriendo con picardía, apoderándose del objeto que había llamado su atención. Bajó la vista esperando un regaño que nunca llegó, a cambio recibió una sonrisa de encías y una mirada silenciosa pero cargada de amor.

- ¿Te gusta?

- Es bonita - asintió la pequeña - ¿Me la pones?

- Listo - respondió sonriendo - se te vé mejor que a mí...

La pequeña dió saltitos de gusto y se alejó corriendo hacia los brazos de su padre. Ver a Wook cargándola, apretándola fuertemente hacia su pecho le hizo tomar valor. Sacó el sobre verde de su bolsillo, estaba arrugado, doblado y sin forma. Las manos le temblaban igual que la respiración ¿Y si al final Akbal era suya? ¿Cómo podría quitársela del corazón a Ryeowook? ¿Podría hacerlo?

- Carajo Sooná ¿Por qué lo haces tan difícil aún hoy?

Sin más preámbulos se derrumbó en el pequeño sofá, mirando hacia la tarde que comenzaba a caer.

«La peor desgracia que puede existir en este mundo, es recordar aquello que nunca pasó. La frase «pude haber sido yo» siempre va a quemarnos por dentro a ambos. Pudimos ser y nunca fuimos, por cobardía, por orgullo, por necedad y porque no era nuestro tiempo.

Sé que es una manera muy dura de comenzar esta misiva, más no siento correcto hacerlo de otra forma. Siempre fuimos directos, claros y reales, por mucho que doliera. Fuiste la roca en medio de la gran tormenta, el inamovible, en quien pude recargarme egoístamente sin importar si se rompía por mi culpa y al que nunca pude darle nada.

No me arrepiento haber permitido entraras a mi vida, de lo que me arrepiento es no haberte dicho te amaba con la misma intensidad...»

Tuvo que detener la lectura para tomar aire, alzó el rostro inundado en lágrimas, arrugó la hoja entre los dedos con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron rojos. El aire entraba con dificultad

- Estúpida ahjumma... si me lo hubieras dicho habría dejado el miedo de lado ¿Por qué hasta hoy perfecta idiota? ¿Por qué...?

Con los ojos nublados continuó la lectura. Si no lo hacía en ese justo instante jamás podría continuar.

«Muchas noches mientras te veía dormir, me preguntaba si podrías amarme, si podría detener mi paso ahí, a tu lado. Se sentía tan tranquilo, tan pacífico. Eras tierno, cuidadoso, preocupado por mí, pero faltaba algo... que dejaras de temer.

HyukJae dijo que ibas a fundirme en la lujuria para luego hacerme a un lado, justo eso sucedió ante mis ojos, te me escapabas de las manos como agua, resbalando entre los dedos. No quería destruirte, no quise romperte nunca, eras tan precioso como el aire, indispensable para vivir.

Contigo encontré paz. Esa tranquilidad que tenía años sin conocer, pude resguardarme de la lluvia constante que era mi vida, sentarme a la sombra para admirar el paisaje, sonriendo, sin preocuparme por nada ni por nadie. En verdad llegué a creer que podría hacerlo, rendirme ante tí, soltar las riendas y dejarme llevar a donde quisieras, al cielo o al infierno. Hasta que soltaste esa frase: no quiero que te enamores de mí, no tengas sentimientos por mí porque yo no tendré ninguno por tí.»

- Pendejo, soy un perfecto pendejo... un bastardo... - sollozaba bajito metiendo la cara entre las manos - maldito miedo...

«Supe que debía soltarte aunque doliera, me hice la fuerte, la que nunca sintió nada y lo vertió en un: no fui yo quien traspasó la línea, has sido tú.

Te ví quebrarte en ese instante, estaba indignada, dolida, me sentía usada y rota. ¿Qué diferencia había entre Siwon y tú? que contigo al menos estaba claro desde el inicio: sexo y solo sexo, nada de amor. Esa frase fué más para tí que para mí.»

Detuvo una vez más la lectura, le dolía el corazón, el alma. Los malditos recuerdos. Sus ojos entornados mientras la tenía bajo su cuerpo, susurrando su nombre y gimiendo a cada movimiento de sus manos. Su cabello mojado después de una ducha para dos, su perfil imperfecto entre la penumbra de la noche, con Heebum en sus rodillas y Book en los pies, mirando películas y dramas, comiendo palomitas, bebiendo coca cola. Sus manos regordetas cocinando a media noche cualquier cosa, para reunir fuerzas y seguir haciendo el amor por horas. Su risa, esa maldita risa que no olvidó en ningún momento de su vida y jamás volvió a encontrar hasta tener a Akbal enfrente, esa carcajada que le quemaba por dentro, porque él pudo hacerla feliz y la dejó ir sin más.

«Tarde me dí cuenta de la realidad, cuando el día de mi boda apareciste cual ángel, ayudándome a cumplir un sueño. Soltaste mi mano de verdad, sin rencor ni chantajes ¿Qué podía ser eso sino amor? verdadero amor.

Yo no podía creer más antes de tí. Me demostraste no todos son villanos, la vida no se acaba, apagaste mis temores y me diste valor para amar, aunque al final no fueras tú. ¿Qué más puede pedirse en esta vida? nada pandita, nada. Eres y fuiste una luz brillante en mi oscuridad. Me diste fuerza para vivir y oré muchas noches para que encontraras a alguien que te amara como tú necesitabas, fuí muy feliz el día que ví las fotos de tu boda y después, la noticia de tu pequeño.

Te imaginé sonriendo como solo tú sabes hacerlo, orgulloso por ese mini me que te llama papá...

No llores pandita. No quiero verte llorar mientras me alejo, quiero verte sonreír, quiero verte feliz. No estábamos destinados a ser pareja, menos a ser padres. Debes mirar al frente y enorgullecerme, hazme sentir menos culpable por haberte soltado con la misma cobardía que usaste para alejarme. Aquí no existen malo y bueno, ambos fuimos solo un par de seres imperfectos intentando encajar, no era.

Por favor Heechul, perdóname por haber huido esa madrugada de forma tan cobarde, por usarte para minimizar mi dolor. A veces pienso que de haberme pedido que me quedara, quizás lo habría hecho... luego me cuestiono ¿Para qué? ¿Para terminar de destruir lo poco que quedaba de bueno? No... nadie se lo merecía, ninguno de los tres.

Perdóname por aceptar tu mano en vez de rechazarla cuando debí. Gracias por ayudarme a encontrarme, por darme valor como mujer, por hacerme sentir hermosa. ¿Sabes? gracias a esas clases de maquillaje Akbal jamás recordará a su madre devastada por la enfermedad, nunca tendrá en su mente una cara que le cause pesadillas, siempre va a ver mi rostro sonriente, rozagante... y también es gracias a tí.

Aún en la lejanía, lograste cuidar de mí una vez más. Mil gracias por ello amor. Sé feliz, sonríe, cría bien a ese niño, hazlo igual de maravilloso ser humano que tú.

Te ama, la pequeña tormenta»

A su mente vino el origen de aquél sobrenombre, la noche en que Teuk le exigió dejarla y contra viento y marea defendió esa relación.

- La batalla de Incheon quedó corta junto a eso - sonreía levemente recordando - No me importa si ella es una tormenta o un vendaval que se lleva todo de mí, no me importa si me desgarra o me mata en vida... solo ella puede darme una patada y hacerme a un lado...

«Heechul, será un huracán que nos va a arrasar a todos, te lo suplico... no me obligues a usar la fuerza»

Una sonrisa torcida adornó su hermoso rostro.

- Efectivamente fuiste una tormenta... te llevaste contigo lo mejor de mí... dejaste solo unos cuantos cimientos en pie, los suficientes para mantenerme en el camino... pero también eras esa lluvia fresca que moja los campos y los reverdece... también germinaste en mí de alguna manera a lo largo de los años... fuiste el agua dulce que calma la sed... mi tormenta.

Una brisa rozó sus labios, sabía que era su «adiós»

- No sé si en otra vida volvamos a encontrarnos, si es así, dame la oportunidad de ser algo más que un simple rayo de luz en tu obscuridad... adiós, hermosa tormenta.

La Maestra de EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora