ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴏɴᴇ

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Bastión de Tormentas
289 d. C

▬▬▬▬ ONE: ❝ NUEVO COMIENZO

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▬▬▬▬ ONE: ❝ NUEVO COMIENZO. ❞

    DESPUÉS DE VARIOS AÑOS la felicidad parecía sonreirle a Ravenna que con tanto esfuerzo y apoyo de su marido había atravesado su dolor, aunque no lograba superar la muerte de su amado príncipe de plata.

Su segundo hijo había nacido dentro del matrimonio con el venado y era una preciosa niña que desde el instante que nació se convirtió en la favorita de su padre.

— ¿Puedo cargarla? —Athos se inclinó en la cama apoyándose en sus manos, curioso por conocer a su hermana.

— Aún es muy pequeña, puedes lastimarla. —sonrió Ravenna intentando no herir a su hijo—. Pero puedes darle un beso.

Se inclinó dejando a la vista a la bebé que tenía pequeños mechones castaños en su cabeza mientras sus ojos verdes miraban curiosos el paisaje que la rodeaba, alzando sus manitas en un intento de tomar los rubios mechones de Athos.

— ¿Por qué yo no me parezco a mis hermanos? —cuestionó el rubio arrugando la frente.

Ravenna se quedó estupefacta ante la pregunta de su primogénito. Abrió la boca intentando decir algo coherente, sin embargo volvió a cerrarla.

— Ellos se parecen a tu papá. —respondió torpemente después de un largo silencio.

— ¿Y yo no? —ladeó su cabeza—. Quiero decir, yo tengo el cabello rubio y los ojos violetas.

— Azules. Vuestros ojos son azules. —corrigió alarmada—. Cariño, ya te he dicho que no mires a las personas a los ojos porque se darán cuenta y puede ser peligroso.

— Lo siento, es sólo que a veces quisiera jugar con los demás niños y no sólo con Arthur. —murmuró cabizbajo.

A la rubia se le encogió el corazón por la infelicidad que debía atravesar su hijo para salvarse del peligro que aún los acechaba, pues Ravenna se negaba a aceptar que Robert ya había dejado atrás su venganza contra los Targaryen.

— Ve a tus clases con el maestre. Más tarde continuaremos con este tema. Por ahora vuestra madre necesita descansar. —ordenó Ayrmidon viendo la aflicción en los ojos de su mujer.

Athos asintió y antes de abandonar la habitación depósito un beso en la mejilla de su madre. Posteriormente corrió energéticamente atravesando la puerta y cerrándola antes de marcharse.

— Tengo miedo de que algún día esos cabellos rubios se vuelvan blancos y Robert venga por él. —dijo mirando la puerta por donde había salido el niño—. Está creciendo tan rápido.

— Robert no les hará daño mientras yo viva. —repitió la misma frase que estuvo diciendo por varios años.

Aún con los nueve años que habían transcurrido, Ravenna vivía con miedo de que alguien se diera cuenta de los pequeños genes Targaryen en Athos y corriera a decírselo a Robert.
Conocía a su cuñado y sabía de lo que era capaz con tal de terminar con la dinastía y ella no quería que su pequeño tuviera el mismo destino que los hijos de Elia.

— Deja de atormentarte Ravenna, mereces ser feliz y poder dormir tranquila.

— Hace un par de lunas encontró un arpa e intentó tocarla, ¿es acaso una estúpida broma de mal gusto por parte de los dioses? —reclamó tragando el nudo en su garganta tras recordar lo difícil que fue quitarle la idea de hacer música.

— ¿Es qué acaso jamás nos dejará en paz el fantasma de Rhaegar Targaryen? —refutó levantándose de golpe y llevando sus manos a sus cabellos castaños para jalarlos con salvajismo.

— No es eso. —susurró apartando la mirada—. Pero deberías ver lo parecido que es a él. Su afición por los libros, por la música y los poemas. La generosidad y humildad que habita en su corazón es mucho para este mundo. Temo que algún día su juicio se vea nublado y cometa una tontería como su padre.

— Su padre no cometió ninguna tontería, se enamoró. —corrigió mirándola profundamente esperando alguna señal positiva al recuerdo, sin embargo ella se removió incómoda.

— Y fue la peor tontería que pudo cometer. Jamás debió enamorarse de una Lannister sabiendo cuanto odio nos tenía su padre.

— Ustedes no tenían la culpa de ello.

— Es lo que siempre me decía antes de dormir. No tuve la culpa de amarlo, no tuve la culpa de que miles de personas inocentes murieran, no tuve la culpa de romperle el corazón a mi esposo. —contó sin apartar sus ojos de la bebé que sostenía—. Sin embargo seguía soñando con todo eso. Teniendo pesadillas de los horrores que se cometieron en la guerra del usurpador.

— Sigues siendo muy dura contigo. —acercó su mano para tocar la de ella y entrelazarla.

— Debo ser dura, porque fui débil y sufrí. Rompieron mis ilusiones, quebraron mi espíritu.

— Todos cambiamos en éste transcurso de tiempo, pero tú. —suspiró haciendo una pausa—. Tú te has vuelto fuerte. Maduraste con los años y aprendiste de tus errores.

— Y te lo debo a ti. —llevó su mano izquierda al rostro de su esposo acariciando su mejilla—. Pero no he aprendido lo suficiente, necesito más que eso. Tengo que acomodar el tablero antes de que inicie el juego.

— ¿A qué te refieres? —se apartó frunciendo el entre cejo—. ¿Acaso deseas coronar a Athos?

— No aún. —susurró apartando la mirada—. Él aún es un niño.

— Piensas involucrarte en esa masacre. —recriminó apretando la mandibula—. Te creí más sensata. Pensé que ya habías tenido suficiente con una guerra.

— Estoy siendo sensata. -alzó la voz—. ¿Realmente crees que dejaré que vuestro hermano y mi hermana pongan la corona en su legado? —rió con ironía—. La corona es de mi hijo, del príncipe y como tal debe reclamarla. En algunos años cuando la miseria e injusticia sea lo único que habite en Desembarco del Rey me agradecerás por lo que intento hacer.

Ayrmidon apretó la mandíbula y sus manos en puños que resaltaron sus venas. La decepción tiñó sus ojos después de escuchar sobre los planes futuros de su esposa.

La leona que vivía dentro de ella estaba devorando todo a su paso y temía que alcanzará su corazón porque de ser así su juicio se nublaría y una gran guerra caería sobre los siete reinos.


———

¡Aquí está el primer capítulo!
Parece algo aburrido, pero prometo que todo mejorará.

THE GREAT GAME |GOT|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora