Con la muerte de Robert Baratheon, el trono de hierro ha caído en manos de los Lannister. Cersei pone la corona sobre su cruel hijo bastardo iniciando una rebelión conocida como la guerra de los cinco reyes. Guerra en la que Ravenna trata de mantene...
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BRAN SOLÍA VIAJAR MUCHO AL PASADO, ESTA VEZ QUERÍA CONOCER LA HISTORIA QUE HABÍA ESCUCHADO DEL AZOR AHAÍ. Eira por su parte se mantenía a su lado con el arco entre sus manos y la espada colgando de su cintura. Los nacidos del hierro también estaban ahí, pero eran cada vez menos por los ataques de los muertos.
Eira trataba de no perder la cabeza ni asustarse. Pero había visto a Theon morir a manos del rey, por primera vez lo veía de cerca y era aterrador. Sí, ella era fuerte, muy fuerte y aguerrida, pero también era un humano solo contra una multitud de muertos y un rey que venía por Bran.
— Eira. —Bran le llamó, veía como las manos de la joven temblaban apuntándole con una flecha al rey nocturno—. Detrás de mi, Eira.
Pero la joven se negaba a dejar su posición. Quizás tuviera miedo, pero no era una cobarde y no pensaba dejar a Bran solo.
— Eira, retrocede. —a Bran le temblaba la voz y se impulsó en la silla queriendo levantarse sabiendo que era imposible.
— Primero tendrás que matarme a mi. —le dijo la joven al rey nocturno, estaba frente a ella desenfundando su espada.
Aemon miró la escena y corrió más rápido de lo que alguna vez hizo, sus pies se deslizaron en la nieve atravesando el angosto camino rodeado por caminantes blancos que no lo vieron llegar. Su grito alertó al rey de la noche y éste giró a tiempo para detener el golpe con su espada.
Aemon retrocedió unos cuantos pasos con la espada en alto, su pecho subía y bajaba, la adrenalina recorría sus venas y sus ojos estaban fijos en los movimientos de su enemigo que lucía confiado desde su rígida posición. Nuevamente fue el primero en atacar siendo recibido por la espada que chocó contra tormenta escarlata, sin embargo, esta vez, pudo herir su brazo, desgarrando la piel congelada. Vio la oscuridad en los ojos del rey de la noche, pero también el miedo y la furia en ellos. Aquella distracción le costó no girar a tiempo y sentir el filo rasgar su piel sobre las costillas.
Los golpes de acero contra acero iban y venían. Aemon estaba frustrado de que todos sus ataques fueran frenados, pero al menos eso bastó para mirar la simpleza de los movimientos de su contrincante, tan repetitivos que le dio una esperanza. Levantó su espada en alto para confundirlo y a gran velocidad se deslizó en la suave nieve, sin detenerse a respirar se levantó golpeando con el mango de la espada la parte posterior de las rodillas del rey de la noche, éste cayó de rodillas, Aemon no espero ni un segundo más y le enterró su espada en el pecho, atravesándole el corazón. Los cristales estallaron frente a sus ojos, escuchó los huesos crujir a sus espaldas mientras caían sin vida.
Emitió un quejido de dolor cayendo de rodillas mientras miraba su espada iluminada. Eira intentó acercarse a su hermano, pero la mano de Bran en su muñeca se lo impidió. El joven era el Azor Ahai, ya no quedaban dudas, estaba destinado a acabar con la oscuridad del mundo, pero el rey de la noche no era la única oscuridad.