Con la muerte de Robert Baratheon, el trono de hierro ha caído en manos de los Lannister. Cersei pone la corona sobre su cruel hijo bastardo iniciando una rebelión conocida como la guerra de los cinco reyes. Guerra en la que Ravenna trata de mantene...
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LAS TROPAS ERAN GUIADAS POR STANNIS, LIDERANDO EL FRENTE CON UNA SU ESPADA EN ALTO. Su intención era atacar el Torreón por segunda vez, en la madrugada mientras todos dormían, sin embargo, no contaba con el cuervo que se había infiltrado en su campamento, escuchando y volando tan rápido hacia Ravenna.
Los soldados se escondían entre los grandes pilares de la construcción, los arqueros aguardaban agachados en lo alto de la muralla y las catapultas estaban listas para defender Bastión de Tormentas. Athos estaba a la espera de a quien una vez llamó tío con su gran espada de acero valyrio, el rubí brillaba con la misma intensidad de siempre. Aquella noche corría un poco de viento, existía un gran silencio, excepto por el galope de los caballos acercándose. Pero ahí nadie tenía miedo, todos confiaban en Athos y su liderazgo, en las recompensas de Ravenna y la prosperidad para el reino independiente.
Las puertas se abrieron sin resistencia, el estandarte del corazón en llamas ondeó entre los muros y los caballos pasaron con rapidez, relinchando ante la detención brusca de sus jinetes. Stannis miró a sus alrededores, confundido. Pronto las puertas se cerraron y fuertes gritos se escucharon, los soldados escondidos detrás de los pilares salieron con su espada en alto, los arqueros se levantaron y dispararon sus flechas al enemigo acorralado y dividido. Una parte luchaba dentro del Torreón y la otra se debatía a las afueras, pero ambos con la misma ventaja para Athos.
Ravenna escuchó los gritos desgarradores fuera de su habitación, bebió de su copa y separó la cortina de la ventana, miró el campo de batalla en el que se había convertido el patio y sonrió al notar las bajas en el enemigo.
Los golpes en su puerta la tomaron desprevenida, asustándola hasta el grado de brincar y derramar un poco de vino en el suelo. Dudosa se acercó a la puerta, pero de inmediato retrocedió cuando el filo del hacha atravesó la madera. Su sonrisa se había borrado y ahora ella corría hacia dónde tenía escondida su daga de acero valyrio. Supo que era demasiado tarde cuando sintió el dolor en su cabeza ante el jalón de cabello. Su cuerpo cayó al suelo, buscó al responsable creyendo que quizás sería el mismo Stannis. En su lugar encontró a un guardia, tenía una enorme cicatriz en el rostro, en su mejilla izquierda y atravesaba hasta su ojo, los dientes amarillos y desprendía un aroma desagradable.
— Vamos a divertirnos mucho, mi señora. —sonrió maliciosamente y se abalanzó sobre ella.
Del otro lado, cerca de la puerta trasera, se encontraba Stannis, con una pequeña comitiva, sus hombres estaban armados y preparados para luchar por él. Eran hombres leales, confiados por los logros del venado, un grandioso comandante que había librado varias batallas y que reclamaba el derecho al trono de hierro, les gustaba llamarlo rey, tenía convicción para serlo, pero no lo era, no sin una corona o un territorio.
