Con la muerte de Robert Baratheon, el trono de hierro ha caído en manos de los Lannister. Cersei pone la corona sobre su cruel hijo bastardo iniciando una rebelión conocida como la guerra de los cinco reyes. Guerra en la que Ravenna trata de mantene...
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▬▬▬▬ TWELVE: ❝UN LANNISTER SIEMPRE PAGA SUS DEUDAS.❞
LAS GRANDES PUERTASSEABRIERON dando paso a una rubia enfurecida que caminaba presurosa. Derramaba ferocidad a su caminar, están furiosa con su hermana y planeaba hacérselo saber.
Cersei bebía de su copa, sonriente por el resultado de sus planes contra Robert, y de paso Eddard, el necio hombre que tenía apresado en una lúgubre celda.
— Mi señora no puede... —uno de los guardias intentó detener a Ravenna, pero ella negó con autoridad sin intenciones de retroceder. Le hizo saber quien era ella y cuanto poder tenía.
A penas hubo llegado junto a Cersei, impactó su mano en la mejilla de su hermana girándole el rostro.
Furiosa, la reina regente se llevó su mano a la rojiza y adolorida zona mientras miraba con ojos cargados de odio a su hermana.
— ¡Lo qué hiciste! —reclamó en un grito que resonó por toda la habitación.
Cersei miró al guardia y con una señal le ordenó que abandonara el lugar para tener privacidad con su hermana mayor.
— ¿Cómo pudiste? —cuestionó nuevamente colérica por los atroces actos cometidos por Cersei.
— No sé de que me hablas. —intentó hacerse la desentendida rodeándola para no mirarla a la cara—. La muerte de Ayrmidon te tiene bastante histérica.
— Y todavía tienes el descaro de negarlo, ¿acaso creéis que soy tonta? —se giró tratando de buscar la mirada de su hermana—. Te conozco como la palma de mi mano, Cersei, a cada uno de ustedes y sé de lo que son capaz. ¡Maldita! Ten el valor de aceptar lo que hicieron.
— ¿Quieres dejar de gritar? No estamos en un mercado.
— Podría quitarle la corona a vuestro hijo con tan solo revelar mi secreto. —amenazó en voz alta—. Robert ha muerto, ya no tengo a quien temerle y ya no soy esa estúpida niña, hace mucho que dejé de serlo.
Asustada, Cersei movió su mano por la mesa tanteando en busca de la copa de vino. Necesitaba pasar su nerviosismo inadvertido entre alcohol.
— ¿Qué crees que dirán todos al enterarse que mataste a su rey y al señor del Bastión de Tormentas? —sonrió a medias por el pálido semblante en su hermana—. ¿Qué crees que piensen cuando sepan de tus bastardos?
Los verdes ojos de Ravenna desprendían malicia por las amenazas contra la reina de los siete reinos, que también era su hermana y la asesina de su marido.
— Desearía poder matarte con mis propias manos. —admitió, casi entre dientes, con dureza, pero el leve temblor en la voz delato su estado—. Pero no lo haré, porque a pesar de todo eres mi hermana. Sin embargo algún día alguien te quitará todo lo que amas y sentirás el dolor que estoy sintiendo. Vas a llorar y a suplicar y no habrá misericordia.
