EL FRÍO AIRE DE INVIERNO IMPACTABA CON FUERZA EN EL ROSTRO DE AEMON, QUIEN SE AFERRABA CON EXTREMA FIEREZA A CRAXOS. Trataba de seguirle el paso a Daenerys, aunque parecía difícil para alguien que nunca había viajado por mucho tiempo sobre un dragón, aunque el esfuerzo que hacía era admirable.
Jon había accedido en acompañar a su mejor amigo subiéndose dragón, pero a diferencia del rubio, él se había bajado escudándose en que debía guiar a su ejército hacia la batalla. Y a pesar de que Aemon quiso seguirlo, cegado por el instinto de guerra, Daenerys le pidió que estuviera a su lado, así era como debían estar, unidos por la sangre.
El plan se puso en marcha cuando descendieron en picada hacia las flotas de Euron Greyjoy, quien no dudó en disparar sus lanzas desde los escorpiones. Aemon intentó buscar a su hermano, y éste lo reconoció de imediato cuando tuvo a Craxos frente a su barco, imponente y causando miedo en los demás. El rubio brincó dentro de la embarcación y no dudó en acercarse a Arthur y abrazarlo.
— ¿Cuál es el plan? —preguntó de inmediato, con flechas, lanzas y fuego yendo y viniendo por todos lados en el cielo.
— Atacar. —pronunció—. Atacar hasta que se rindan y proteger a las personas.
— Entonces, ve. —le gritó cuando el barco se meció con violencia. Los craken ya se habían dado cuenta de la traición por parte del Baratheon y no perdían el tiempo en atacar—. Anda, todos te necesitan... majestad.
Aemon no pudo replicar que no era un rey porque fue empujado por su hermano hacia Craxos, obligándolo a escapar de allí antes de que la próxima lanza atravesara la garganta del dragón.
— ¿¡Dónde estabas!? —le reclamó Daenerys viendo su hazaña; los escorpiones hechos cenizas gracias a ella, quien juraba vengar la muerte de su hijo Rhaegal y no pararía hasta que viera a Euron frente a ella retorcerse en fuego.
— Mi hermano está atacando las flotas de los Greyjoy. —señaló y ambos miraron hacia abajo. Estaban teniendo complicaciones y pese a las advertencias y gritos de Daenerys porque volviera, Aemon se aferró al lomo del dragón y fue al rescate.
— Dracarys. —pronunció con la voz ronca, se mostró firme y decisivo. Quizás en otras circunstancias esa voz hubiera hecho que alguna doncella se desamayara o hecho temblar a algún hombre. Se veía amenazante e imponente, pero a la misma vez justo, como el rey que debía ser.
Fue en ese momento cuando lo supo. Él sería el rey. Quería serlo y le correspondía. Esas personas necesitaban a alguien que los guiara. Alguien cuerdo y con la capacidad suficiente de imponer y ganar respeto.
Drogon descendió frente a la compañía dorada. Daenerys bajo del dragón mientras los hombres bajaban la guardia y le abrían paso.
— ¿Quien está a cargo? —cuestionó buscando al comandante de la compañía de mercenarios.
— Yo, mi señora. —apareció Harry Strickland montando su caballo y portando su reluciente armadura—. Yo soy el comandante y sirvo a las órdenes del rey Aemon Targaryen, el dragón dorado.
Daenerys apretó sus manos en puños y levantó su mentón tratando de no mostrarse afectada por la humillación. Miró las resplandecientes armaduras de cada uno de los hombres, así como sus rostros y emblema. Una compañía de mercenarios que servían por dinero y no por honor, donde el oro pesaba más que el respeto a su ciudad y donde a pesar de comprar su lealtad atacaban a sus propios amos.
Voy a responder a las injusticias con justicia. Recordó sus anteriores palabras y eso haría. Dio la vuelta y subió al lomo de Drogon, quien se elevó unos cuantos metros manteniéndose a flote frente a los mercenarios. Ambos, madre e hijo recordaban ese emblema y colores. Esos hombres habían matado Rhaegal y por poco los mataban a ellos.
— Dracarys. —murmuró sin un ápice de piedad. Vio el miedo en sus ojos, así como la confusión y el arrepentimiento, pero no le importó, tampoco se detuvo hasta que ni uno solo estuviera a salvo de su fuego.
Jon y Tyrion se miraron entre sí. No estaban entendiendo nada y parecía que la guerra ahora también era entre Ravenna y Daenerys.
— ¡Debemos impedir una masacre! —Aemon apareció sobrevolando encima de Craxos una vez que Drogon derribó el muro.
— ¿Recuerdas cuando éramos niñas y padre decía que seríamos esposas de grandes Lords, con sirvientes a nuestro servicio y hombres que dieran la vida por nosotras? —preguntó Cersei sin apartar sus ojos de la ventana, escuchando a lo lejos las voces de las personas que pedían tocar las campanas.
— Éramos niñas tontas. —rió Ravenna—. Los príncipes buenos no existen, no hay hombres fieles ni amor en los pueblerinos. Te venderían por una pieza de pan si tuvieran la oportunidad.
— Maldito sea Rhaegar Targaryen. —alzó su copa, brindando a la nada.
— Si. Maldito sea. —concordó Ravenna—. Y maldito sea Aerys Targaryen. Espero estén ardiendo en alguno de los siete infiernos.
Las puertas de la habitación se abrieron de par en par dejando ver a Qyburn agitado y con gesto preocupado.
— Majestad, no es seguro quedarse aquí. —aconsejó.
— La Fortaleza roja es el lugar más seguro en estos momentos. —susurró en un intento de ocultar su voz temblorosa, sin dejar de mirar por la ventana.
— El tiene razón, la loba viene por ti. —murmuró Ravenna sin mirarla—. Arya Stark no murió y ahora es una excelente asesina. Esa niña vio cómo fuiste partícipe de la masacre a su familia y ahora quiere venganza.
— No dejaré el trono para que tú hijo y su puta se sienten en él. —escupió las palabras con odio—. Eres una maldita mentirosa traicionera. Yo soy tu sangre.
— Y porque eres mi sangre te quiero lejos de aquí...viva. —miró a Qyburn y éste entendió a lo que se refería—. Vete Cersei, tu reinado ha terminado.
— ¿Y tú qué harás? —cuestionó con el miedo palpable en su voz.
— Morir. —miró a los dragones acercarse con sus jinetes en el lomo—. Morir después de ver a mi hijo ser coronado.
Los recuerdos se acumularon en su mente, la historia que cargaba en secreto estaba pronto a ser revelada. Años de dolor le costaron para que el ansiado día llegara. Toda la sangre derramada, las lágrimas y noches de entero dolor. No merecía una vida justa, amar a un Targaryen había sido su castigo más grande.
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THE GREAT GAME |GOT|
FanficCon la muerte de Robert Baratheon, el trono de hierro ha caído en manos de los Lannister. Cersei pone la corona sobre su cruel hijo bastardo iniciando una rebelión conocida como la guerra de los cinco reyes. Guerra en la que Ravenna trata de mantene...