ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛᴇɴ

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Bastión de Tormentas

▬▬▬▬TEN: ❝EL LOBO BLANCO❞

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▬▬▬▬TEN: ❝EL LOBO BLANCO❞



LOS ASUNTOS EN EL BASTION DE TORMENTAS parecían marchar de maravilla. Athos se hacía cargo de lo necesario y mejoraba algunas cosas, escuchaba las exigencias de las demás casas y pedía consejos a su madre.

— ¿Has visto a Morgana? —preguntó a su hermano mientras intentaba ocultar su interés en la joven—. Me gustaría hablar con ella sobre asuntos de política.

— Ya puedo imaginar que tipo de asuntos. —se mofo Arthur alzando las cejas—. Lady Durrandon debe estar entrenando junto a sus abanderados.

— ¿Crees que si la invito al Bastión de Tormentas se negará? —cuestionó torpemente anhelando volver a verla.

— Quizás. —respondió fugazmente viendo a Bronson llegar a toda prisa en el caballo y desmontarlo sin prestarles atención—. ¿Qué siete infiernos le sucede?

— El cuervo le trae mensaje a nuestra madre. —recitó Athos entre cerrando sus ojos con curiosidad—. ¿Nunca te has preguntado en que se basa la fidelidad de Bronson hacia madre?, ¿cuáles son los secretos que le conoce?

— Todos los días. —asintió viendo como el joven cuervo le susurraba cosas a la rubia—. Deben ser secretos peligrosos.

Ravenna asintió, procesando las palabras de Bronson para pensar en un plan.Colocó su mano derecha en el hombro del joven y sonrió agradecida por los favores que continuaba haciendo, pero más que nada, por arriesgar su vida al ser su informante infiltrado.

Su corazón palpitaba desbocado por la noticia que había recibido. Era incapaz de asimilar las palabras, todo parecía tan lejano. Y por más que quisiera mantenerse fuerte, los ojos se empañaron de solo recordar al Último dragón, Rhaegar Targaryen. El desdichado hombre que la había condenado al dolor y agonía de por vida.

— Ve a las cocinas y pide que te den de comer. Descansa un poco. —recomendó sonriendo y girándose en dirección a sus hijos—. Gracias.

Bajó los escalones caminando hacia los jóvenes que intercambiaban palabras y callaron a su llegada.
No era secreto que mantenían una excelente relación de hermanos, pero Ravenna temía que Arthur fuera a confesarle la verdad a Athos, por celos o por error.

— La Guardia Nocturna viene hacia acá. —informó a Athos—. Creo que deberías poner a su disposición algunos hombres que tienes en el calabozo.

— ¿La Guardia Nocturna en las tierras de la Tormenta? —cuestionó lleno de intriga—. Están muy lejos de su hogar. Demasiado lejos, me atrevo a señalar.

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