Aguas Negras
STANNIS NO SOLO HABÍA TOMADO EL EJÉRCITO DE ATHOS, TAMBIÉN SUS BARCOS Y FAMILIA DE REHEN.
Ravenna estaba empeñada en continuar con el plan, incluso había esparcido el mensaje hacia sus guardias, el único inconveniente era su hija. Eira estaba encadenada a un poste de madera en una de las flotas de los hombres de Stannis.
De alguna manera debía llegar a ella antes de que algo malo sucediera.— ¿No es muy cómodo para ti estar encadenada? —se burló Stannis mirándola desde su posición junto al timón.
— Al contrario, disfruto de la hermosa vista que tengo desde aquí. Será un gran espectáculo observar como el ejército de mi hermana te masacre. —sonrió de lado—. No es lo que yo esperaba. Si te soy sincera, me encantaría que tu muerte fuera en mis manos, pero al menos me causará placer saber que moriste por un Lannister.
Stannis apretó la mandíbula y apartó la mirada de su prisionera.
Lejos de sentirse satisfecho, la rubia le había arruinado su felicidad, pero aún mantenía esperanzas de ganar contra el ejército de la corona.
Ravenna, por otro lado, borró su sonrisa de satisfacción y observó a su hija atada en la proa de la embarcación vecina. Con sus ojos le quiso transmitir seguridad, pero no sabía si el plan aún se llevaría a cabo.El cuerpo del rubio se incorporó abruptamente después de abrir sus ojos y respirar con fuerza. Miró hacia sus extremos. Tenía el corazón sofocado y no entendía como había llegado ahí. Incluso, llegó a pensar que había sido una pesadilla, sin embargo, desechó la idea al recordar la perpetua oscuridad de la muerte que lo había acogido.
La puerta de madera emitió un chirrido antes de ser abierta. Athos giró su cabeza preparándose para cualquier amenaza, en cambio, Morgana ingresó llevando en su mano derecha un cuenco con sopa, según reconoció por el aroma que se impregnó en la habitación. En la mano izquierda sostenía un pedazo de pan y un vaso con agua.
El rubio frunció el ceño bastante confundido, abrió su boca, pero la cerró al no encontrar las palabras adecuadas. Su cabeza le dolía tanto que creyó explotaria, sentía frío y descubrió su cuerpo desnudo. De pronto recordó la puñalada en el pecho que había recibido, llevó su mano a la zona y descubrió una cicatriz ardiente.
Se levantó de la camilla, pero sus piernas flaquearon y resbaló tropezando con la mesa.— Tranquilo. —susurró Morgana corriendo a su ayuda—. Es normal que te sientas así.
— ¿Qué ha sucedido? —la voz salió ronca y la garganta le ardió.
— Necesitas tranquilizarte. —repitió ayudándole a sentarse de nuevo en la cama—. Debes descansar.
— ¿En dónde está mi madre? —la inquietud lo invadió y trató de levantarse, pero nuevamente falló cayendo sobre el cuerpo de la pelinegra.
La joven Durrandon miró los ojos violetas de Athos, por un momento creyó que ya había visto esa tonalidad en otra parte, pero no lograba recordar en donde. Pronto se dio cuenta de la posición en la que se encontraba, con el desnudo cuerpo del rubio sobre ella. Se removió incómoda y desvió la mirada.
Athos captó el mensaje y se apartó con torpeza, tomando las sábanas para cubrirse.— Estoy seguro de que recibí una puñalada en el corazón por parte de Stannis, luego fui arrojado al río y todo se volvió oscuro para mí. ¿Quieres decirme qué siete infiernos sucedió?
— Stannis atacó el Torreón, la noticia se ha esparcido por los siete reinos. Cuando me enteré tomé mi caballo y fui hacia el campamento de Renly creyendo que los encontraría ahí. —pausó recordando la imagen del campamento reducido a cenizas—. Te hallé a la orilla del río, tenías una daga clavada en el corazón y no respirabas.
Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas. Ella lo amaba y le dolía recordar esa imagen.
— Eso no responde a mi pregunta. ¿Cómo sigo vivo?
El incómodo silencio aturdio a Athos. Estaba furioso e imponente, casi hasta estúpido por no comprender la situación, y a eso le sumaba el hecho de que su familia se encontraba en un enorme peligro.
— Maldición Morgana, responde. —gritó golpeando en la mesa. Aquel acto ocasionó que la pelinegra saltara del susto. Sin embargo siguió en silencio, sollozando hasta que Athos la tomó de las muñecas muñecas ejerció presión.
— Fui yo, fui yo. —repitió hasta que su voz se ahogó en un susurro—. Yo te traje de nuevo a la vida.
— ¿Qué? —la voz se ahogó en en su garganta. Sus ojos la miraban con miedo y confusión.
— Soy una bruja.
Nuevamente la habitación se sumió en un profundo silencio, dando paso a la incomodidad y miedo que desprendía el cuerpo tembloroso de Morgana.
— Nací en las tierras de Asshai, lejos de Poniente. Unos hombres que habían ido a esa oscura isla con la intención de traer oro, me arrebataron de los brazos de mi madre. Fue vuestro padre, Lord Ayrmidon quien me rescató de los esclavistas, sabía que Lord Durrandon nunca pudo tener hijos y estaba muy enfermo, así que entregó a él para ayudarlo en sus últimos dias. Velé por el pobre hombre hasta su muerte, antes hizo que el rey autorizara darme el apellido Durrandon. Tenía sólo trece años cuando todo eso sucedió, pero a esa edad ya tenía conocimientos de pocimas, ungüentos y venenos. Mi madre también era una bruja roja.
— Una bruja roja como la mujer que acompaña a Stannis. —pronunció con molestia—. ¿Cuándo pensabas decirlo?, Cuando ya fueras la señora del Bastión de Tormentas.
— No pensaba decirlo. Sabía que reaccionarias de esa manera. —admitió, asustada por la reacción de Athos, quien respiraba con dificultad y apretaba sus manos en puños.
— No me importa tu origen, estoy molesto por la mentira. —logró decir con pesadez haciendo de lado su ira.
Tomó su ropa que estaba en el otro extremo de la cama y se la colocó de prisa.
— Puedes hacer lo que gustes Morgana, eres libre para decidir de que lado estás. —murmuró recogiendo su brillante espada de acero valyrio—. Gracias por lo que has hecho, te estaré completamente agradecido por el resto de mi vida, espero ganar esta guerra y de ser así, pagaré tu ayuda con oro y tierras.
Miró una vez más los azules ojos de la joven, rojos por las lágrimas, quiso abrazarla y decirle que la amaba, pero se sentía traicionado. Tantas cosas que habia compartido con ella, él se había abierto contándole su extraña fascinación por la casa Targaryen, incluso sus sospechas por ser un dragón, y ella nunca mencionó nada de su origen.
Negó y dio la vuelta saliendo de prisa con la intención de rescatar a su familia y terminar con el hombre al que una vez llamó tío, Stannis Baratheon.Morgana trató de alcanzarlo, pero se detuvo en la puerta viendo como partía en uno de los caballos, su cabello rubio casi blanco ondeando al alba.
Apretó el collar que rodeaba su cuello y maldijo en voz baja lanzando un gruñido. Su promesa de cuidarlo y llevarlo al trono de hierro pesaba más que el corazón roto que tenía en aquel momento.
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THE GREAT GAME |GOT|
أدب الهواةCon la muerte de Robert Baratheon, el trono de hierro ha caído en manos de los Lannister. Cersei pone la corona sobre su cruel hijo bastardo iniciando una rebelión conocida como la guerra de los cinco reyes. Guerra en la que Ravenna trata de mantene...