Con la muerte de Robert Baratheon, el trono de hierro ha caído en manos de los Lannister. Cersei pone la corona sobre su cruel hijo bastardo iniciando una rebelión conocida como la guerra de los cinco reyes. Guerra en la que Ravenna trata de mantene...
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▬▬▬▬FIVE: ❝DAMA SALVAJE❞
EL CONSTANTE SONIDO DE LAS FLECHAS impactar en el árbol logró captar la atención de Ayrmidon obligándolo a adentrarse en la espesura del verde bosque.
Eira lanzaba maldiciones frustrada por no lograr dar en el blanco, sopló volando sus mechones negros que caían sobre su frente y cerró su ojo izquierdo antes de soltar la cuerda del arco y esperar por el resultado.
Maldijo de nuevo por haber fallado. Sin embargo preparó la última flecha que había robado del arsenal. Se quedó quieta por un segundo rodeandose del silencio que le brindaba aquella parte solitaria del bosque. Sin aves, venados ni personas.
Los aplausos no se hicieron esperar cuando la flecha alcanzó el objetivo deseado, la sonrisa de satisfacción se borró en el rostro de Eira al girarse y encontrarse con su padre. Pero Ayrmidon no parecía molesto por las acciones de su hija, su pequeña niña.
— Lo lamento. —se disculpó la niña de ocho años bajando su cabeza—. No ha sido mi intención. Prometo no volver a hacerlo.
— ¿Hacer qué? —vacilo mirándola con felicidad—. ¿Volver a dar en el blanco?
— Me refiero a usar el arco. No es propio de una dama. —explicó acomodando sus mechones sueltos—. A la septa no le gustará saberlo.
— ¿Y cómo va a enterarse si no se encuentra aquí?
Eira alzó la vista concectando con los oscuros ojos de su padre. Sonrió cómplice soltando el arco y corrió a abrazarlo.
— Gracias. —murmuró pegada al pecho del venado—. Muchas gracias, padre.
Ayrmidon acarició el lacio cabello de su hija. La amaba con todo su corazón y era la favorita de todos sus hijos.
Eira había heredado los ojos de los Lannister, incluso un poco del carácter fuerte de Tywin, pero era más Baratheon que cualquier dama de las tierras de la Tormenta. Poseía una gran afición por la guerra, le encantaba practicar con el arco y era demasiado buena montando a caballo. Sus rasgos eran delicados, amenazaba con ser una de las mujeres más hermosas de los siete reinos que tendría a varios jóvenes a sus pies, cosa que ponía celoso a Ayrmidon.
— Ve con vuestra madre, debes alistarte para el baile que dará vuestro tío Renly esta noche.
La niña lanzó un gruñido antes de alzar el arco y darse la vuelta con rumbo al torreón. Le fastidaban los bailes que organizaba su tío, no soportaba la idea de cera rodeada de doncellas tontas que hablaban de que vestido era más bonito y cual joven era el más apuesto. Pero lo que más odiaba era ver como todas se insinuaban a su hermano Athos.
