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Es mitad de noviembre y su rutina de baño se normaliza: quien gane la ducha gana la música, Katsuki sigue escuchando rock de los ochentas con algunas variaciones de bandas de los noventas y dos mil. Uraraka sigue apoyándose con las listas pop de Spotify y Katsuki tararea las baladas tristes mientras que ella canta a media voz. No se han visto ni una sola vez y Uraraka no sabe por cuánto tiempo más esa situación se va a sostener. Ya está lo suficientemente tranquila para no afectarse al pensar que se baña junto a Ground Zero y cree también estar mentalizada para encontrarse con Katsuki de una vez por todas. Cree que un primer encuentro es la cortesía mínima que se deben.

Lo que es un misterio es por qué Bakugou tampoco ha hecho nada para resolver su condición. Él es una persona mucho más directa a diferencia de ella, siempre dice lo que quiere, aunque sean con las peores palabras posibles. También es una persona brillante y a lo largo de los años ha podido madurar. No puede ser posible que lo esté deteniendo la vergüenza, ¿o sí?

Es viernes y pasan de las seis de la tarde, Uravity está recostada en su sillón con su echo dot de Amazon a un lado. Si es sincera no tiene a nadie con quién hablar del asunto. A Tsuyu sólo le ha dicho que descubrió que Katsuki es su vecino, pero no le dio detalles de sus encuentros en la ducha por lo incómodo que eso sería, sólo le queda hablar con la tecnología.

-Alexa -llama a la asistente de Amazon-, ¿debería encontrarme con Bakugou?

Espera unos segundos a que Alexa procese su pregunta. Pero la respuesta no le ayuda-. "Perdona, no lo tengo claro".

Lo intenta de nuevo.

-Alexa, ¿crees que Bakugou quiere encontrarse conmigo?

-"Perdona, no lo tengo claro". -repite.

Pone los ojos en blanco. Alexa nunca tiene nada claro. Qué desperdicio.

-Alexa, ¿crees que a Bakugou le moleste si lo voy a visitar?

En lugar de responder adecuadamente, el aparato le da una breve biografía de Katsuki Bakugou.

-Tomaré eso como un sí -murmura.

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