xii.

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Cuando volvió a casa, Uravity gimió con tristeza al ver todos sus muebles cubiertos con una fina capa de polvo. Eran las siete de la noche del sábado y de lo único que tenía ganas era de quedarse dormida hasta que fuera lunes por la mañana. Había pasado veintiún días fuera de su hogar durmiendo menos de cinco horas todos los días e incluso no durmiendo completamente. Limpiar estaba fuera de su lista de prioridades y lavar la ropa le provocaba querer llorar. Igualmente sacudió con el plumero lo mejor que pudo y tiró la comida vencida que quedaba en el refrigerador. Tenía hambre, pero quería descansar. Comenzó a llenar la bañera mientras se comía a cucharadas una ensalada de atún que se encontró en la alacena. Entró al baño con la bañera a punto de derramarse y a Led Zeppelin sonando... en el baño de su vecino. Uraraka vio su celular. Había dejado de revisar la hora desde hacía tiempo. Eran las ocho y cinco. La música cesó cuando cerró la puerta un poco demasiado fuerte -por error- y ya fuera porque había terminado demasiado temprano o por alguna clase de gesto de bienvenida, su vecino silenció su música.

Uraraka apreció el gesto fuera por la razón que fuera y colocó la lista de reproducción de Soft Pop Hits de Spotify y se hundió en el agua, disfrutando de la voz de Adele.

Cerró los ojos.

Canciones para Cantar en la DuchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora