xxvi.

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Katsuki Bakugou jamás fue un chico tímido. Uraraka lo recordaba como alguien explosivo como su propio don, con un leguaje florido y una voz tan alta como su autoestima; confiado de sí mismo, sin lugar a dudas, disciplinado, inteligente, de pensamiento rápido y, a veces, hasta fanfarrón. La fanfarronería no se le notaba a menudo porque su recio quirk y su férreo entrenamiento siempre lo colocaban por delante de la clase, ocultando sus falencias la mayoría del tiempo a los impresionables de sus compañeros. Si bien Ground Zero jamás fue el alma de la fiesta, siempre había irradiando un aura de confianza y poder aplastante que hacía que otras personas lo siguieran encandilados, porque hacía lo que disfrutaba, como lo disfrutaba y era bueno en ello. Te hacía sentir seguro de una forma diferente al estar de pie al lado de alguien como All Might, donde entendías que todo iba a salir bien, que no debías preocuparte porque él estaba ahí como cuando un padre arropa a su hijo pequeño antes de ir a verificar que el monstruo del armario se haya ido. No, en su lugar Bakugou te hacía sentir con la energía de ir a patearle el trasero a alguien porque puedes.

El aura de Bakugou, de cualquier manera, nunca fue lo que ella buscó cuando estaba en la UA.

A ella le gustaba Deku, tanto como por el magnetismo de su personalidad nacida para ser un héroe valiente y amable; la manera en la que la inspiraba a trabajar más duro, a mirar hacia adelante y a defender a los débiles, así como también porque a ella le gustaba como hombre. Así pues, enamorada y sobreprotectora, inevitablemente terminaba observando a Bakugou, preguntándose por Bakugou e intentando comprender a Bakugou. Todo, por supuesto, con relación a Deku. ¿Por qué lo trataba así? ¿Por qué su animadversión por Deku? ¿Qué necesitaba hacer Deku -o cualquiera- para que Katsuki lo reconociera? ¿Había algo más en Bakugou que sólo su derroche excesivo de confianza y palabras ásperas? Uraraka no era especialmente observadora, pero era buena en ello cuando se lo proponía y había asumido que, de alguna forma, logró comprender a Bakugou durante sus años en la academia. No del todo, por supuesto. Mucho menos de una manera personal o íntima como sus amigos cercanos lograr hacer. Sólo capturó lo que él dejaba entrever y siempre relacionado con sus motivaciones y miedos como héroe.

Siendo Katsuki una persona confiada y habiéndolo conocido como lo llegó a conocer a través de la adolescencia, Uraraka no debería estar sorprendida entonces de que -desde que habían tenido la charla y luego de unas cuantas sesiones en la ducha medianamente incómodas debido a su adaptación al reconocimiento mutuo- el héroe cantara con tanto ahínco. Es que, en serio, no debería sentir impacto al escuchar la voz ronca, imponente de Bakugou como si estuviera cantando justo a su lado Sweet Dreams de Eurythmics. Pero lo estaba. Estaba impactada. ¿Siempre había tenido tantas ganas de cantar?

Pero no decidió señalar eso, le pareció mejor hacer un mal chiste sobre la canción.

-¡¿Y esta canción va a decir algo aparte de las cuatro frases que has estado cantando los pasados cinco minutos?!

Uraraka, como obviamente no tenía un timbre de voz tan potente, tuvo qué gritar.

-No tienes aprecio por los clásicos, ¿verdad?

-¡No aprecio las canciones que se repiten a sí mismas! -gritó.

-¿Me lo dice la fan de "thank you, next, thank you next, thank you, next"... y así hasta el hartazgo?

Canciones para Cantar en la DuchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora