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Recibió una llamada de su madre cuando estaba en el taxi, picando la tarta de piña, nueces y crema que el chef del programa, Hayao, le había regalado para que se lo llevara a casa. Todavía estaba molesta, pero ahora se cuestionaba si de verdad debía estar así de molesta. ¿Se había pasado con sus líneas finales? Inicialmente solo quería animar a las chicas a pesar de la peligrosidad de la profesión, pero no le había gustado ver que la hubieran rebajado a una comehombres en cuestión de segundos. Como heroína ella no buscaba particularmente reconocimiento, era bueno, sí, y no lo rechazaba, pero al menos estaba acostumbrada a que se enfocaran en sus actos heroicos, no en sus relaciones personales. Ahora entendía de primera mano por qué sus amigos siempre parecían desgastados tras aparecer en un programa de televisión particularmente malo.

-¿Mamá?

-¿Ochako? ¿Cómo estás?

-¡Molesta! -admitió al teléfono.

-¡Eso pensé! ¡Mira que creer eso de Shoto y tú! Tu padre también estuvo muy sorprendido.

-¡Es que ni siquiera me dijeron que los iban a sacar a colación! ¡¿Y cómo se enteraron?! -esnifó-. ¡Deku debe estar dolido!

Uraraka se dio un golpe mental. ¡Deku! Esperaba que su mejor amigo no hubiera visto ese programa bajo ninguna circunstancia. Le traería malos recuerdos. Ella ya estaba bastante avergonzada siquiera por las insinuaciones, un Deku triste solo empeoraría todo.

Canciones para Cantar en la DuchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora