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Cuando Katsuki tocó a su puerta nueve minutos después de las cuatro, Uraraka estaba cantando Symphony de Clean Bandit y Zara Larsson frente a la televisión, el control emulando el micrófono. Se apresuró a abrir la puerta todavía cantando el coro de la canción. Katsuki arqueó una ceja y ella le dejó pasar sin mostrarle el camino porque Katsuki ya lo conocía.

En la cocina Uraraka ya había colocado los platos sobre la mesa desde hacía veinte minutos.

-¡Feliz Navidad! -saludó ella frente a la mesa, agitando las manos. Antes de que Katsuki tuviera la oportunidad de hacer un comentario sarcástico, prosiguió-. Pensé que sería interesante tener una cena navideña. Ya sabes, como en América. Aunque no sea cena. Y hoy tampoco sea navidad.

-¿Cuánto tardaste preparando esto?

-Lo suficiente para que seas cortés y digas "Oh, Uraraka. Tu pollo relleno es delicioso".

-"Oh, Uraraka. Tu pollo relleno es delicioso" -imitó, mofándose. Ochako se rió de buena gana-. Dímelo cuando lo hayas probado -arrastró la silla para Katsuki y de un empujón lo sentó-. Voy a servirte y te lo vas a comer todo -lo amenazó como siguiente paso y él soltó un gemido que sonó a desesperación.

Sirvió ambos platos, poniendo deliberadamente más en el de Katsuki.

-Ahora vamos a agradecer por la comida...

-Tú no eres religiosa.

Se encogió de hombros-. Me atrapaste.

Uraraka esperó con marcado interés a que Katsuki probara lo que había cocinado. De hecho, y sólo para molestarlo más, lo miró fijamente recargando los codos en la mesa y su cara entre sus manos.

-Deja de mirarme -exigió.

-No quiero perderme el momento en el que digas: "Oh, Uraraka. Tu pollo relleno es delicioso".

-¿Estás tan segura de que es delicioso? Estás muy llena de ti misma.

-Dímelo tú.

Para ser sinceros, Uraraka ya había probado la comida y estaba buena. Poco más. Katsuki la desafió con la mirada mientras se llevaba la primera cucharada de la tarde a la boca. Uraraka lo observó masticar atentamente.

-¿Y bien?

-Está bien.

-¿Bien?

-"Oh, Uraraka. Tu pollo relleno es delicioso" -volvió a decir-. ¿Ahora te complace?

-Casi. Todavía tengo una tarta de limón esperando por ahí.

Los ojos de Ground Zero brillaron con algo parecido a la emoción. ¿Le gustaban las tartas de limón? Fue buena adivinando. Estuvo a punto de hornear un pastel de vainilla.

Canciones para Cantar en la DuchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora