xliv.

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Justo como prometió, Uraraka volvió la noche del 25 de diciembre a su departamento. Estaba cargada de bolsas con regalos que sus padres le habían hecho -en su mayoría comida- y de recuerdos para sus amigos. Estaba cansada por el viaje, pero satisfecha de haber podido pasar sus vacaciones con sus padres.

Cuando le agradeció al taxista por sus servicios, Uraraka se dio cuenta de que en realidad no era tan tarde. Aunque ya había oscurecido apenas pasaban de las 7 de la noche, normal estando en pleno invierno. Se apresuró a entrar a casa, frotándose las manos cuando cruzó la puerta de entrada. Los dedos se le estaban congelando. Todo lo que quería era dormir envuelta como una bola de arroz entre sus cobertores.

Pero antes había algo que debía hacer.

Canciones para Cantar en la DuchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora