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El festival era magnífico. No tan grande como el del centro de Tokio, pero sí suficientemente espectacular para ella. Las luces de colores brillaban, los gritos, charlas y risas estaban por doquier y había fuegos artificiales planeados para el final de la noche. A Uraraka le gustaban las cosas hogareñas, no muy extravagantes, por eso había elegido este festival. Necesitaba despejarse, pensar en nada en particular y ganar unos cuantos premios en los puestos de juegos. Había ganado una botella de brandy el año pasado en uno de esos juegos de fuerza.

Decidió que tenía hambre y que el primer lugar que necesitaba visitar era el área de comida. Luego jugaría un rato y daría vueltas por ahí hasta que dieran las diez de la noche.

Fue una estúpida, asimiló mientras mordía una de las bolas takoyaki que acababa de comprar, por no haberlo saludado cuando los vio juntos. Había quedado como una tonta.

Canciones para Cantar en la DuchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora